Capítulo 3: El plan

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Richard Ramírez.

—¡Dahmer! ¡Trae tu culo aquí!

El mencionado solo me sacó el dedo del medio mientras lee su revista homoerótica echado en el sillón —¿Qué quieres Richard?

—¿Podrías preguntarle a Ed si le sirven éstos huesos de pollo?— pido con un bowl lleno de restos del animal en cuestión en mis manos.

Jeff aparta la mirada y levanta los hombros, desentendiéndose del tema —dudo que pueda hacer algo divertido con ellos— sigue leyendo.

Ruedo los ojos —Ed es Ed, alguna utilidad le va a encontrar.

Resopla —¿Por qué no va Alcalá?

Frunzo el ceño —tuvo una loca noche de sábado con Edmund, Fish y Gacy.

—¡¿Y no me invitaron?!

Sonrío con burla —no te emociones, solo tomaron un poco.

—¿Por qué no se encarga Ted?

Deja de cortar las verduras que tenía en su tabla de picar —deja el porno un rato, vago de mierda.

Se levanta con pesadez, toma la fuente con huesos de pollo y baja al turbio sótano. Me pellizco el puente de la nariz ¿En qué pensaba cuando me postulé a ser la figura regente en ésta casa?

Siento unos suaves golpes en la espalda —¿Todo en orden?— era Bundy.

Trago saliva grueso algo nervioso —E-eh sí, todo bien.

Pone su sonrisa ladina característica —¿Haz visto a Jeffrey?— niego con la cabeza y su gesto se deshace, gira sobre sí mismo para después marcharse, deja un vacío en mi pecho.

Sabía que las probabilidades de tener alguna chance con él eran nulas ¿Por qué le atrae tanto Jeff? ¿Acaso debo ser más maricón o qué? No lo entiendo, o quizás si: Dahmer es rubio, blanco, sumiso y encantador pero también tímido, una especie de imán que te capta por la intensa aura de misterio que emana. Una intrigante forma de ser que cualquiera estaría al pendiente de él para presumir cualquier mínima acción y conspirar por horas sobre su verdadera personalidad.

En cambio, yo soy pelinegro, dentadura que deja mucho que desear y de tez oscura mestiza: nada me caracteriza o destaca de mi persona.

Suspiro agotado, creí que un carácter más independiente llamaría su atención y se olvidaría del rubio un rato pero no solo eso, ocurrió lo contrario: más lo buscaba, más señales me daba a entender de que en su mundo y vida no había nadie más que Dahmer. Ahora solo me queda soportar y cumplir mi rol autoritario, desvanezco mis pensamientos y me concentro en cocinarme.

Fileteo rodajas de zanahorias, pico cebollas, corto cubos de zapallo y papas y los meto en el agua a la que previamente le había disuelto un caldo y echado los trozos de pollo: no hay mejor comida para combatir el despiadado frío invernal que una sopa.

Una media hora después ya tenía lista mi cena ¿Qué rayos cenará el resto?

Analizo la escalera y, luego de debatir mentalmente un poco, la recorro para ver qué hacen los tiradores en masa.

En la primera habitación, Eric y Dylan comparten la misma cama para dormir mientras Roof hace una sopa de letras junto a Andrew. En el segundo cuarto Lanza construye una torre de cartas y Vladislav solo escucha música. En la siguiente ubicación están Dimitrios, Nikolas, Tim y Brenda sentados en círculo donde en el medio se halla una botella que (al girarla y le tocara a alguien) tenía que decidir entre dar a conocer una verdad o en cambio cumplir un reto. Por último, el asiático y Salvador juegan ajedrez.

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