Capitulo 2: póker

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Dylan Klebold.

Adam sonríe victorioso y se levanta de un salto —¡Jaque mate!

Randy lo mira raro —ésto es póker, no ajedrez.

Sus brazos caen a sus lados desanimado —oh, pero junté una Q y una K rojas y tres unos.

Vlad forma una línea con sus labios —¿Y qué tiene?

Rodó los ojos —duh, los unos son los peones, la Q es por "Queen" y la K significa "King".

Todos nos quedamos en un completo silencio incómodo, suspiro y exhalo pesado armandome de paciencia —escucha, en el póker debes armar parejas y tríos donde cada carta tiene un valor, éstas están jerarquizad-

Vlad me interrumpe —¡No, bravo Adam! Puedes retirarte, ya no participas de la ronda porque ganaste.

Con desconcierto y un vacío en el pecho, lo miro con desaprobación —¡Hey Vlad, eso n-

Él me fulmina con la mirada, se aclara la garganta y no aparta su penetrante vista de mí —no, así se juega ¿O no te acuerdas, Dylan?

Me trago mis palabras, no quería iniciar una pelea (demasiado tuve ya con la discusión que tuve con Eric) —tienes razón, me había olvidado de ello.

Lanza salta de alegría por toda la habitación y va a abrazar al ruso, éste último le gruñe —¡Ya! Vete por favor— murmura entre dientes.

El chico de cabello de honguito le sonríe —no seas tonto, compartimos habitación.

Le devuelve la sonrisa falsamente —ve y cuéntale al resto, se pondrán felices también.

Nikolas Cruz y yo intercambiamos miradas, compartimos un cierto grado de tristeza por tal actitud hacia Adam. Lo vemos marchándose feliz mientras llama a Dahmer y a Richard para contarles lo acontecido.

Cuando volvimos al juego, no pude evitar enfrentar a Vladislav —no fué bueno que le mintieras así.

Se hace el desinteresado —no vengas a hablar de moralidad aquí Klebold ¿Acaso olvidaste lo que hiciste para estar aquí?

Sus palabras golpean mi pecho, atraviesa mi caja torácica, se abre camino partiendo mi corazón y termina de atravesar mi cuerpo: dolió muchísimo, no esperaba tal ataque y tampoco que este me afectara tanto.
Siento mis ojos aguarse, cristalizarse y mi cuerpo tiembla, me siento vulnerable y los recuerdos de aquellos actos me persiguen, carcomen mi conciencia, destruyen mi estabilidad mental.

Sus gritos, sus llantos, las súplicas, siguen atormentando mis recuerdos. El frío que recorre mi espalda no se compara con el de las miradas perdidas de a quienes les arrebaté la vida, su piel pálida y rostros cuyos gestos se hallaban contraídos en expresiones de absoluto horror y desesperación.

Dylann parece notar lo que me ocurre y sale a mi rescate —Roslyakov, todos tuvimos algún motivo por el cual hicimos lo que hicimos.

Al no tener un argumento, prefirió tragarse sus palabras y desviar la mirada denotando cierto desinterés —tu no eres nadie para recriminarme o corregir de mi actitu-

Me sentía patético por no ser yo quien lo ponga en su lugar —no todos fuimos unos desquiciados, con Eric queríamos venganza: no fué un crimen de odio o querer llamar la atención. Maté por la ira, Reb mató por dolor.

Solo voltea los ojos y sigue jugando como si nada, con Cruz y Roof solo seguimos el juego.

«quise despejarme y terminé más amargado» concluyó mi yo interno.

Adam Lanza.

Me sentí más aliviado cuando abandoné la habitación, el estar con personas de mi misma edad me generaba mucha ansiedad: ahora solo sentía rechazo.

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