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La habitación de hospital estaba sumida en una calma artificial, con el suave zumbido de las máquinas y el ritmo monótono de los monitores que controlaban tanto a Shoto como a su bebé, Katsuo, que estaba a punto de nacer. El aroma estéril y frío del lugar contrastaba con el tumulto emocional que se acumulaba en el pecho de Shoto. Había llegado al hospital varias horas antes, después de romper fuente en casa. Al principio, el pánico no había sido inmediato. Respiró profundo y trató de convencerse de que podía manejarlo solo, de que Izuku llegaría pronto y estaría a su lado. Sin embargo, ahora que las contracciones comenzaban a intensificarse, la ausencia de su alfa se hacía cada vez más insoportable. Las enfermeras lo evaluaron, revisaron los signos vitales de Katsuo, y aunque todo parecía normal, una sensación de vacío crecía en su pecho con cada minuto que pasaba: su alfa, Izuku, no estaba allí.

Shoto se encontraba de pie junto a su cama, su mano temblorosa apoyada en el borde del colchón mientras la otra sostenía su celular firmemente contra su oreja. A su lado, el porta suero se mantenía erguido, y una aguja en su brazo lo conectaba al goterole incomodaba, tironeando cada vez que intentaba moverse. La bata de hospital que vestía le resultaba incómoda y ajena, como si no perteneciera a él, y su cuerpo, generalmente fuerte y controlado, parecía estar al borde de un colapso emocional.

Las contracciones eran intensas. Cada tanto, debía cambiar de postura para aliviar la presión en sus caderas y espalda, que ya comenzaban a doler más de lo que recordaba haber leído en los libros sobre el parto. En ese instante, cuando una de ellas llegó de repente, fue como si todo su cuerpo se contrajera en un solo dolor agudo y desgarrador. Shoto dejó de respirar, sus labios se apretaron en una línea fina mientras su frente se arrugaba por la tensión. El dolor le atravesó como una ola, empezando desde su abdomen y expandiéndose como fuego por sus caderas y espalda baja. Su cuerpo parecía fuera de control, rebelándose con cada nuevo espasmo. Apretó la cama con fuerza, sus nudillos blanqueando por la presión.

― Shoto, ¿estás ahí? ― preguntó Izuku, su tono distraído.

La voz de Izuku se hacía presente al otro lado de la llamada. Sin embargo, Shoto no pudo responder de inmediato, esperando con desesperación que la contracción disminuyera. Respiraba entrecortado, dejando escapar pequeños jadeos, concentrándose en no ceder al pánico que amenazaba con consumirlo. Finalmente, el dolor empezó a menguar, dejándole un breve respiro.

Soltó un largo suspiro, abriendo los labios con cuidado, como si temiera que hablar hiciera volver la tormenta de su propio cuerpo. Sentía el sudor en su frente, y su corazón latía con fuerza, no solo por el esfuerzo físico, sino por la furia y el dolor emocional que bullían bajo la superficie.

― Estoy aquí...― murmuró finalmente, con un tono tan suave que apenas era un susurro. Su voz estaba cargada de fatiga, pero también de una punzada de desesperación contenida. ― Las contracciones están empeorando...― Había un ligero temblor en sus palabras, porque a pesar de todo el autocontrol que Shoto solía mostrar, este era un momento que no podía enfrentar solo.

Hubo un momento de silencio al otro lado de la línea, lo que hizo que Shoto apretara más los labios, mordiéndose el interior de la mejilla.

Finalmente, la voz de Izuku volvió a sonar, pero en lugar de la urgencia o el apoyo que Shoto necesitaba, fue un tono titubeante, casi culpable. 

 ― Shoto... lo siento, de verdad. Estoy con mi mamá ahora y ella está enferma, no puedo dejarla sola. Sé que esto es importante, pero... te prometo que mañana estaré allí, ¿sí? Para cuando haya pasado todo, estaré contigo ―

Shoto sintió como si el suelo se desmoronara bajo sus pies. Todo el esfuerzo que había puesto en mantener la calma, en aferrarse a la esperanza de que Izuku llegaría a tiempo, se desvaneció en un solo instante. Las palabras de Izuku eran como dagas afiladas que perforaban su corazón. Él entendía la necesidad de ayudar a los demás, lo había visto miles de veces en Izuku, pero ¿cómo podía no estar aquí? ¿Cómo podía Izuku dejarlo solo en el momento más importante de sus vidas? ¿Cómo podía decirle eso? ¿Cómo podía pensar siquiera en faltar al nacimiento de su hijo?

En los Brazos del Alfa Equivocado [ BakuTodo ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora