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Bakugou sentía su corazón martillar en su pecho, el sonido casi ensordeciéndolo. Nunca antes había experimentado algo así. Había estado en batallas, en misiones mortales, pero nada de eso se comparaba con la intensidad del momento que estaba viviendo ahora.

Las enfermeras y la doctora se movían con rapidez y precisión, preparando todo para el parto. Bakugou observaba sus movimientos, casi hipnotizado, intentando mantener la compostura, aunque por dentro sentía que el suelo bajo sus pies se tambaleaba.

― Diez centímetros.  ― anunció la doctora con voz firme, lo que hizo que Shoto cerrara los ojos, inhalando profundamente. 

Bakugou sintió como si todo el aire se escapara de la habitación. 

Diez centímetros.

Eso significaba que todo estaba por comenzar. El parto estaba a punto de suceder.

― Joder...― murmuró para sí mismo, pasando una mano por su cabello rubio, su usual confianza convertida en nerviosismo.

Nunca había estado tan cerca de algo así. 

Un maldito parto.

Las enfermeras colocaban almohadas detrás de Shoto, intentando darle algo de soporte, pero Shoto no encontraba una posición cómoda y, entre cada respiro, se sentía más incómodo. Bakugou pudo ver la incomodidad en los ojos de Shoto, el leve fruncir de su ceño que mostraba su malestar. Aunque no dijo nada, su cuerpo tenso y agitado hablaba por él.

― Esas almohadas no sirven para nada, ¿verdad? ―

Shoto solo negó con la cabeza, su respiración irregular. 

No podía quedarse de brazos cruzados, viendo cómo el omega luchaba solo. Entonces, una idea lo golpeó.

― Oye, ¿qué tal si me apoyo yo detrás de ti? ― Le susurró, inclinándose un poco hacia adelante, para que nadie más lo escuchara. Shoto levantó la mirada, entrecerrando los ojos por otra contracción, pero asintió con lentitud.

― No... suena mal...― Jadeó Shoto entre respiraciones.

Bakugou no perdió el tiempo.

― Oye ― Bakugou levantó la voz, mirando hacia la doctora ― ¿Puedo ponerme atrás del bastardo? Para que se apoye en mí en vez de esas almohadas de mierda ―

La doctora lo miró durante un segundo, evaluando la situación, y luego asintió.

― Si eso lo hace sentir más cómodo, adelante.

Bakugou no lo pensó dos veces, se sentó atrás de Shoto, con las piernas a ambos lados del omega, sus cuerpos encajando de manera extrañamente natural. 

Shoto se dejó caer suavemente contra el pecho de Bakugou, su respiración entrecortada, sus músculos tensos mientras el dolor seguía su curso. Pero ahora, apoyado en el calor del cuerpo de Bakugou, encontró un mínimo consuelo en esa cercanía. 

Sus piernas estaban abiertas, expuestas, sus pies estaban puestos en los apoyadores, y la incomodidad física y emocional lo invadía, pero Bakugou estaba justo ahí, detrás de él, ocultando al menos parte de su vulnerabilidad. Aunque el orgullo de Shoto no le permitiría decirlo en voz alta, en ese momento, necesitaba esa sensación de resguardo.

― Agarra mis manos si lo necesitas, ¿vale? ― Murmuró Bakugou cerca de su oído ― Puedes joderme las manos si hace falta, maldito idiota.

Los ojos de Shoto se cerraron por un momento mientras inhalaba y exhalaba, tratando de controlar el dolor. Shoto agarró las manos de Bakugou con fuerza, sus dedos clavándose en la piel del alfa.

En los Brazos del Alfa Equivocado [ BakuTodo ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora