Capítulo 13

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Me quedo sentada en la silla, con Lucas a mi lado, mientras las lágrimas continúan cayendo, implacables. Esta discusión trae a la superficie recuerdos de cuando tenía 17 años y me sentía agotada por completo. El sueño de papá siempre fue que fuera a la universidad, que me convirtiera en alguien mejor que él. Me inscribió en miles de actividades extracurriculares, me hacía asistir a escuelas de verano e invierno para asegurarme de que mis notas no bajaran. Y aunque siempre asentía con una sonrisa, por dentro me sentía completamente desgastada.

Recuerdo un día, en un momento de desesperación, cuando ya no podía más. Le dije a papá que no quería ir a la universidad, que de hecho no lo iba a hacer. Sus palabras en respuesta fueron tan hirientes como las de hoy. Esa discusión fue el detonante que me llevó a terminar viviendo en la casa de Mateo. Aunque estaba decidida a dejar todo atrás, al final cedí y fui a la universidad. Pero elegí la más lejana posible, solo para alejarme de papá y de sus grandes expectativas.

La suave presión de la mano de Lucas sobre la mía me hace regresar al presente. Parpadeo, dejando que las lágrimas se sequen en mis mejillas, y al alzar la vista, veo a Lena y Álvaro parados frente a mí, aún sorprendidos por la noticia.

Lena, con su habitual sonrisa comprensiva, se acerca primero. Aunque su sorpresa es evidente, en sus ojos no hay juicio, solo cariño.

—      Felicidades, Noviembre y a ti Lucas—dice con una voz suave, mientras Álvaro asiente a su lado, esbozando una tímida sonrisa.

Siento un nudo en la garganta al escucharla, pero esta vez no es por tristeza, sino por el apoyo inesperado. Lena se inclina hacia mí y me envuelve en un abrazo cálido, el tipo de abrazo que solo una hermana puede dar.

—      No te preocupes —me susurra al oído—. Papá debe estar en shock ahora, pero seguro que más adelante lo entenderá. Solo necesita tiempo.

La voz de Lena, llena de comprensión y ternura, me reconforta más de lo que habría imaginado. Nunca pensé que mi hermana menor, con solo 16 años, sería la que me daría fuerzas en un momento tan difícil.

—      ¿Quién lo diría? —murmuro, más para mí misma que para ella.

Lena sonríe, dándome un pequeño apretón en el brazo.

—      Tal vez deberían irse a casa por ahora, descansar un poco o aprovechar la tarde. Álvaro y yo nos encargaremos de recibir a papá cuando regrese.

Le agradezco con la mirada, profundamente conmovida por su madurez y apoyo. Siguiendo su consejo, Lucas y yo nos dirigimos al auto, dejando la casa detrás de nosotros.

El camino de regreso a casa es un silencio incómodo, roto solo por el sonido del motor y el ligero zumbido de las llantas sobre el asfalto. Lucas mantiene la vista fija en la carretera, sus manos firmes en el volante, mientras yo, perdida en mis pensamientos, trato de asimilar la reacción de mi padre. Había imaginado muchas veces cómo sería este momento, creyendo que, aunque difícil, terminaría con una aceptación, con un abrazo... pero nada de eso sucedió. La decepción pesa sobre mí como una losa. Solo me doy cuenta de que hemos llegado cuando escucho el clic de la puerta del copiloto al abrirse. Lucas, con una expresión suave pero preocupada, me mira desde afuera, sosteniendo la puerta abierta para mí.

—      Gracias —murmuro, saliendo del auto, mi voz apenas un susurro.

Todavía algo aturdida, le hago un gesto con la mano, invitándolo a entrar a la casa. Lucas asiente, y juntos caminamos hacia la puerta, dejando atrás la pesada conversación que aún flota en el aire entre nosotros.

—      Disculpa lo que dijo mi papá —murmuro, intentando esbozar una sonrisa que no llega a mis ojos—. Antes no solía actuar así.

—      No te preocupes —responde Lucas suavemente mientras me envuelve en un abrazo—. No esperaba que esto fuera fácil.

Sus brazos se sienten seguros, como un refugio en medio de la tormenta emocional que me rodea. Le devuelvo el abrazo, apoyando mi rostro en su pecho. Nos quedamos así, inmersos en un silencio que, lejos de ser incómodo, es reconfortante. Todo lo que escucho es el latido constante de su corazón, un ritmo que me calma, y siento cómo su barbilla reposa suavemente sobre mi cabeza, en un gesto que me hace sentir protegida.

Finalmente, nos separamos, aunque su mano sigue descansando en mi espalda, como si no quisiera soltarme del todo. Nos dirigimos hacia la cocina, donde la casa parece extrañamente tranquila después de todo lo que hemos vivido hoy.

Le ofrezco algo de beber, pero él lo rechaza amablemente. Mientras tanto, preparo un poco de té, esperando que su calor me ayude a calmar los nervios. Siento la mirada de Lucas fija en mí en todo momento, pero en lugar de incomodarme, me reconforta. Aprecio profundamente su compañía, especialmente en un momento como este.

Con mi taza de té, me acomodo en la cocina y le doy un sorbo a la taza. La calidez del té contrasta con el frío en mi pecho. Lucas se queda cerca, observando con una mezcla de preocupación y paciencia.

—      Gracias por estar aquí —le digo, tratando de romper el silencio. Mi voz suena más temblorosa de lo que esperaba—. No sé cómo agradecerte.

—      No tienes que hacerlo —responde él con una sonrisa suave—. Estoy aquí para ti, no importa lo que pase.

La conversación fluye lentamente mientras intento recuperar mi compostura. Sin embargo, el cansancio y la emoción acumulada empiezan a repercutir en mi cuerpo.

—      Me siento agotada —admito—. Creo que solo necesito descansar un poco.

Lucas asiente en comprensión y se ofrece a ayudarme a llevar mi bolso y mi abrigo al dormitorio. Subimos juntos las escaleras, y me doy cuenta de que la compañía de Lucas hace que el ambiente sea un poco más ligero. Llego a mi habitación la cual agradezco que debe ordenada en la mañana y noto como Lucas algo curioso observa todo.

—      ¿Te parece bien si nos recostamos un rato? —pregunto, sintiendo que mi cuerpo necesita un descanso.

Lucas asiente, aunque parece algo nervioso. Se quita los zapatos y se sienta al borde de la cama antes de recostarse, mostrando una tensión que noto claramente. Yo sigo su ejemplo, me quito los zapatos y me siento al borde de la cama antes de recostarme a su lado.

Nos acomodamos uno junto al otro, y el silencio de la habitación nos envuelve mientras tratamos de relajarnos. La suavidad del colchón y la presencia de Lucas aportan una sensación de paz que empiezo a apreciar.

Mientras miro el techo, tratando de encontrar algo más allá de la pintura blanca que lo cubre, me siento un poco perdida en mis pensamientos. De repente, siento las manos de Lucas rodeándome en un abrazo. Su cercanía y el aroma de su perfume me envuelven, y los latidos de su corazón me transmiten una calma reconfortante.

Cierro los ojos y dejo que la tranquilidad del momento me envuelva, permitiéndome finalmente soltar el peso de la jornada y encontrar algo de serenidad en la compañía de Lucas.

Cuando despierto, el sol se está escondiendo, pintando la habitación con tonos rojizos que se filtran a través de la ventana. A mi lado, Lucas sigue dormido, sosteniéndome entre sus brazos. Intento no despertarlo mientras me levanto con cuidado y me acerco a la ventana. La cierro suavemente para evitar que el aire frio entre por esta y nos enfermemos.

Mientras regreso a la cama, veo que Lucas empieza a despertar. Abre los ojos lentamente, y aunque parecen un poco confundidos al principio, al verme se dibuja una sonrisa en su rostro.

—      ¿Cómo has dormido? —le pregunto.

—      Hace tiempo que no dormía tan bien —responde, mientras se estira un poco y luego me invita a volver a recostarme junto a él.

Me deslizo de nuevo en la cama, acomodándome en sus brazos. Las palabras de mi padre regresan a mi mente y me siento un nudo en el estómago. Lucas, al notar mi incomodidad, sin decir una palabra más, inclina su cabeza y me da un tierno beso en la frente. Luego, me envuelve con más fuerza en sus brazos, como si intentara transmitirme un poco de su calma y apoyo.

Me acurruco junto a él, permitiéndome sentir un poco de consuelo en medio de la tormenta emocional que aún me sacude.

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Especial 1/3

Espero que les guste!!

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