Rubén, también conocido por muchos como Rubius, era un precioso Omega de veintisiete años, era conocido por su carisma y risa contagiosa, por aquí y por allá iba dando alegría a cualquiera. Carecía de maldad, o al menos, eso demostraba a los demás. ¿Quién sabe? Todos tenemos un lado que desprendía enojo, maldad. Pero creo que ya nos estamos desviando del tema, el cual sigue siendo Rubén.
Su vida tampoco era la soñada, pero no interrumpía con la felicidad que cargaba. Una cosa no quita la otra.Luego de haber realizado la introducción del protagonista en esta historia, iniciemos con la misma:
El Omega de veintisiete años, Rubén, despertó con un gemido. Su cabeza pesaba como una roca y sus párpados parecían estar pegados. La luz del sol que entraba por la ventana era como un cuchillo que se clavaba en sus ojos. Se cubrió la cara con la almohada y se dio cuenta de que había olvidado apagar la alarma del teléfono, que seguía sonando con un tono agudo y molesto.
El oso se levantó de la cama con esfuerzo, como si estuviera arrastrando un peso muerto. Se dirigió al baño, donde se lavó la cara con agua fría para intentar espabilar. Pero incluso el agua helada no logró disipar la sensación de cansancio que lo invadía.
Mientras se cepillaba los dientes, se miró en el espejo y vio a un hombre guapo, con su cabello castaño despeinado que ocultaba sus orejas antropomorficas levemente. Se acomodó un poco el pelo, intentando no ocultar sus orejitas.
Rubén salió del baño y se dirigió a la cocina para prepararse un café. Mientras esperaba a que el café estuviera listo, se apoyó en la encimera y cerró los ojos, reuniendo fuerzas para comerse el mundo. A veces decía que cuando cerraba sus ojos y se apoyaba en algún lugar, su batería se estaba recargando.Cuando estaba a punto de quedarse dormido nuevamente, sintió el irritante sonido del timbre. No pensaba abrir, era demasiado temprano en la mañana. Ser una persona feliz y amable no le quitaba el hecho a poder rechazar una visita.
Sus músculos se relajaron al sentir un delicioso aroma a arándanos, y el híbrido sabía muy bien qué significaba. Quién golpeaba la puerta no era nada más ni nada menos que su Alfa. Las feromonas del mismo se podían sentir en casi toda su casa, y no era algo que molestase a Rubén en exceso, a él y a su lobo, le encnataban los arándanos.
Abrió sus preciosos ojos verdosos, y dejó la máquina de café haciendo lo suyo. Mientras bajaba las escaleras se acomodaba su pijama, en un intento de mostrarse presentable ante su hombre. Se estiró delante de la puerta, y quitando el seguro abrió la susodicha, dejando relucir la belleza de un Alfa con cabello azabache, levemente más bajo que Rubén por unos pocos centímetros, unos ojos morados y una sonrisa preciosa. Ese era Samuel, también le conocían como Vegetta. La colita corta del híbrido de oso se removió en sí misma acercándose al contrario para darle un enorme abrazo.
─── Te extrañé. ─── Comenzó la conversación el azabache, mientras correspondía al abrazo tomando a Rubén por la cintura.
─── ¡Yo también! ─── Agregó el oso, subiendo una pierna a la cadera de Samuel, este mismo la tomó gustoso y le dio un suave pico en los labios.
─── ¿Quieres ver una película? Nos acurrucados en el sofá y descansamos. ─── El menor no dio respuesta, solo se le iluminaron los ojos, y con una O en la boca arrastró al mayor dentro. ─── Tranquilo, tranquilo.
─── Lo siento. ─── Dejó el brazo del mayor, juntando ambas manos con nerviosismo. ─── Sabes que hace tiempo no nos vemos y... No me gusta.
─── Lo sé, chiqui, pero... La última vez no la pasamos mal~
El rostro del oso se tornó colorado, recordado su celo anterior. El azabache era alguien muy directo y sin pelos en la lengua a la hora de decir las cosas. Se acercó a tomarlo por la cintura, y sonreirle de manera coqueta.
─── Dios... ─── Soltó en un susurro el de mayor estatura, mientras miraba hacia otro lado y le colocaba las manos en los hombros a Samuel.
En el cuello del Omega se podía notar unas marcas de dientes perfectamente alineadas. Vegetta se relame los labios, y sus colmillos alfas se vieron reflejados, su mirada se clavó en los rojizos labios de Rubius, quien no lo estaba mirando aún. El azabache lo tomó por el mentón y lo acercó a su boca, pero, algo sucedió, y el Omega se cubrió la boca, empujando con fuerza al mayor para salir corriendo al baño. Vomitó.
Samuel se sorprendió, dando unos pasos hacia adelante mientras soplaba para olfatear su propio aliento de manera inconsciente.
─── ¡Amor! ¿Estás bien? ─── Habló cuando estuvo cerca de su chico, acariciaba su espalda, con tranquilidad, sostenía su frente para que pueda sacarlo todo. Al acabar Vegetta tiró de la cadena y Rubius con debilidad en su cuerpo tomó el cepillo de dientes. ─── Espera, cielo.
Samuel tomó la pasta dental, y el cepillo de la mano de Rubén, y lo hizo sentarse en el retrete no sin antes cerrar la tapa. Por suerte el lavabo estaba cerca de el escusado, ya que con paciencia el mayor comenzó a lavar los dientes del menor, como si de un niño se tratara, y escupía el exceso de espuma en su boca hacia el lavabo.
Una vez terminó, dejó el cepillo en su lugar junto a la pasta de dientes.─── ¿Qué sucedió? ─── Rubén suspiró, estaba algo cansado por el esfuerzo que había hecho al vomitar.
─── Creo que algo en la cena de ayer me cayó mal... ─── Vegetta no se sentía seguro de esa respuesta, y Rubius lo notó, paró ambas orejas. ─── Estoy bien, Samu, ya se me pasará.
─── Nada de eso. Iremos al médico. Ahora. ─── Ordenó el Alfa y su Omega sintió el aroma de sus feromonas, estas se sentían como si estuviera preocupado y enojado. Y sabía el porqué, pues Rubius siempre evitaba la cita a los doctores, no le gustaban.
─── Vale, pero no entraré solo.
─── Sabes que no, bobo.
...
La pareja, se sentó nerviosa en la sala de espera del consultorio del doctor. Rubén tenía un manojo de folletos de quien sabe qué en su regazo, los había tomado de la misma sala de espera, mientras que Samuel jugaba con su teléfono, tratando de parecer tranquilo.
Cuando el doctor los llamó, marcando el apellido del castaño, se levantaron y caminaron hacia el consultorio, tomados de la mano. El doctor les pidió que se sentaran y comenzó a hacer preguntas sobre sus antecedentes médicos y sus síntomas.
─── Me he sentido muy fatigado últimamente, el sueño se apodera de mí en mi trabajo, y en las mañanas. ─── Miró a su pareja. ─── Además, hoy vomité...
El doctor asintió y les pidió que esperaran un momento. Regresó con una caja de pruebas de embarazo y les explicó que necesitaría una muestra de orina de Rubén. Ambos pasaron saliva y se miraron con los ojos bien abiertos. Las feromos del Omega transmitían miedo en el silencio de la habitación. Su Alfa soltó de las suyas para calmarlo, besando tiernamente su frente.
Después de lo que pareció una eternidad para Vegetta, el doctor regresó con una sonrisa en su rostro junto a Rubius, que lloraba con una mano en su boca y ambos ojos cerrados.
─── Los exámenes dieron positivo. ─── Dijo el único Beta en la sala, adjuntando unos pares de papeles entre sus manos.
La pareja se miró el uno al otro, ambos con lágrimas en los ojos. Se abrazaron, impactados por la noticia. El doctor les dio consejos y recomendaciones para el embarazo y les programó una cita para una ecografía.
Mientras salían del consultorio, Rubén y Samuel en silencio se sentían eufóricos pero preocupados. ¿Estaban realmente listos para comenzar esta nueva etapa en sus vidas y para recibir a un bebé?
...
El silencio invadía el ascensor en el que ambos estaban descendiendo, hacia el piso principal, solo se podía oír el irritante sonido de los pisos siendo contados uno a uno. Samuel estiró su mano y tomó la de su pareja, quien lo miró, aún con restos de lágrimas en sus ojos esmeralda.
─── Lo afrontaremos. Juntos.
─── Es una gran responsabilidad... ─── Habló el menor, acercando su mano a su vientre.
─── Puede que sí. Pero eso es para un Omega cualquiera. Tú, amor, no lo eres. ─── Explicó, dando ánimos a su pareja el cual rió, se besaron y bajaron del ascensor con cuidado.
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𝙋𝙧𝙚𝙜𝙣𝙖𝙣𝙘𝙮 | SprnRubegetta
FanfictionOmegaverse | Rubius está embarazado. Pronto saldrían unas lindas patitas correteando por su casa.