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Vegetta despertó en un sofá, cubierto por unas colchas y algo frío en la frente. Un trapo mojado.

Se levantó mirando hacia todos lados, reconocía el lugar, era la casa de Auron, pero en la parte superior. Se tomó la cabeza intentando recordar que había pasado y cómo acabó ahí. Pero a decir verdad, sus pensamientos estaban borrosos y algo confusos.

─── Ya comenzaba a creer que estabas muerto... ─── Habló una voz familiar detrás de él. Se quitó la toalla fría de la frente, y giró su cabeza, viendo a un Luzu con una cara seria.

─── ¿Qué... Fue lo que pasó? ─── Luzu frunció aún más el ceño si es que esto era posible, y miró a Samuel, acercándose.

─── Lolito... Él te drogó. ─── Se sentó en el sofá, más específicamente en la punta del mismo, sobre el borde. Luzu soltó aquellas palabras con un balde de agua fría en la cabeza de Vegetta. ───  Se que va a ser difícil de digerir. Y lamento ser así de franco. Pero... Debes enterarte.

─── Luzu... ¿Qué pasó? ¿Qué hice? ─── El mencionado tragó duro, dejando a Samuel con la intriga por unos segundos.

─── Te daré lujos de detalle. Lolito metió algo en tu bebida, al ser de rápido efecto, la droga se fue a cada fibra de tu cuerpo lo más rápido posible. Lolo se aprovechó, y te besó, con segundas intenciones... Y Fargan estaba haciendo un directo en instagram, te enfocó besándote con él, amigo. ─── Intentó dar a detalle lo que pasó. El mayor dejó al contrario con la boca abierta. ─── Rubius estaba en ese directo...

Vegetta se miró las manos, como si acabara de cometer un crimen de odio hacia su pareja, y es que quiera o no, en cierto modo lo había hecho. Tampoco era su culpa, pero se negaba a aceptar que Rubén había presenciado todo. Se sentía asqueado, las nauseas se apoderaron de su cuerpo y poco a poco se dejó caer nuevamente en el sofá.

─── No es tu culpa, Vege... Pero debes de hablar con Rabis. Aclarar lo que pasó ─── Y Luzu tenía razón, demasiada razón. Mentiría  si decía que no tenía miedo, pero debía aclarar lo que pasó con su novio lo antes posible.

...

Camino a casa, se cruzó con mucha gente, era gente del pueblo, que parecían mirarlo con desagrado. Esto no le molestaba en exceso, su terror ahora mismo era llegar a su casa y encontrarse un cartel gigante que diga "Bienvenido a casa, infiel", ¿era poco probable? Bueno... teniendo en cuenta que hablábamos de Rubén, no tan poco. Créanme.

Llegó a su casa, la casa que compartía con su amado, y se esperó muchas cosas, excepto lo que vió: Rubén estaba llorando mientras empacaba lo que creía necesario en una caja, su cabeza se giró rápidamente, mostrando una expresión que partió en mil pedazos el corazón de Samuel.

─── Me sorprende que tengas los huevos de aparecer. ─── Dijo Rubius en un tono de voz sarcástico y quebrado, como si le costara hablar por el nudo en la garganta que se estaba haciendo cada vez más duro y grande. Tomó la caja de cartón entre sus brazos y la bajó de la cama, soltando un quejido ante el esfuerzo.

─── Cariño yo-

─── ¡No te atrevas! A llamarnos así, maldito. ─── Sus lágrimas solo empoeraban, y sus pequeños dientes de Omega se hacían relucir con cada grito que pegaba. Se sentía decepcionado. ─── Me iré. Y si tratas de detenerme te golpearé.

Tomó sus cosas frente a la mirada triste y llena de dolor de Vegetta, Rubius salió de la casa cargando sus cosas, no pudo llevarse todas por cuestiones obvias, eran demasiadas. Pero se llevó lo más importante, eso incluye obviamente a sus mascotas, sus dos gatitos que caminaban a la par de él mientras se iba de la casa.

─── ¿A donde irás...? ─── Cuestionó Samuel para él mismo, pues ya había pedido de vista a su amado entre las calles.

...

Vegetta estaba asustado. Pero asustado de verdad. Su novio, y su cachorro que aún estaba en desarrollo, se habían largado de su casa hacia unas horas, no podía parar de limpiar sus labios con la manga de su camisa, a pesar de que era obvio que cualquier rastro que hubiera dejado Lolito en ellos ya se había borrado, se sentía asqueado, asqueado por todo. Podría jurar que sentía náuseas de solo pensar que había besado otros labios.

Pero no se quedaría ahí en el sofá mientras su pareja corría peligro en las calles, debía hacer algo. Comenzó a llamar a cada habitante de Karmaland. Algunos no contestaban, u otros simplemente cortaban la llamada al oír la voz de Samuel al otro lado de la línea. No le importaba, su reputación era lo que menos importaba en ese momento. Solo quería a su pequeño oso en sus brazos.

Pasó la noche llamando a todo Karmaland, hasta que llegó a cierto Alfa que llamó su atención. Era uno de los mejores amigos de Rubén, debía saber algo.

─── ¿Mangel? ─── Escuchó como atendían del otro lado de la línea, y al no recibir respuesta de parte del dueño, decidió hablar nuevamente. ─── Por favor, por favor, no cuelgues.

─── ¿Qué quieres? ─── Una voz muy familiar le hizo temblar. Era Rubén quien atendió el teléfono, no Mangel. ─── Habla rápido.

─── No puedo decirte y explicarte todo por teléfono, yo...-

─── Samuel. ─── Firme la voz de Rubius se escuchó. Helando la sangre del mencionado.

No podía simplemente explicarle todo por teléfono y ya, debían hablar en persona; y esto, Rubén lo sabía a la perfección, después de todo la situación no era nada fácil. Un paso en falso y podría perder todo.

Si es que no lo había perdido ya.

─── ...Odiame, gritame, pero, por favor, solo necesito saber que tu y nuestro bebé están bien, que están en un lugar seguro. ─── Las palabras de Samuel salieron como un disparo al corazón del más alto detrás de la línea, que no respondió ni emitió sonido alguno, se dedicó a llorar en silencio, cubriendo su boca. Le temblaban las piernas.

─── Estamos bien... E-Estamos... En casa de Mangel. ─── Vegetta soltó la presión que tenía en el pecho en forma de suspiro, miró hacia la ventana, notó las nubes grisáceas.

─── Eso me tranquiliza. ─── El silencio se apoderó de la llamada, dejando a ambos refrescar sus mentes, era necesario si querían seguir hablando sin perder la cordura.

Samuel seguía mirando hacia la ventana, algunas gotas de agua habían comenzado a estrellarse fuertemente contra su vidrio, dando paso a una intensa lluvia. No le sorprendió, su teléfono marcaba señales de lluvias fuertes en la tarde.

Iba a hablar hasta que sintió unos zollosos detrás de la línea que le hicieron abrir en gran de los ojos y colgar al instante. Debía ir a casa de Mangel.

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PERDÓN POR LA TARDANZA Y LO CORTO DEL CAPÍTULO. Andaba sin inspiración, y salió lo que salió, pero intentaré no sentirme tan presionada con el tema de subir capítulos :")

𝙋𝙧𝙚𝙜𝙣𝙖𝙣𝙘𝙮 | SprnRubegetta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora