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Rubén esperaba ansioso a su pareja, sentando en el sofá mientras acariciaba a Wilson,  estaba perdido en sus pensamientos mirando a la nada. ¿Qué era lo que quería darle su amado? Pensaba en tantas cosas a la vez que se le olvidaba la anterior con mucha facilidad.

En eso sintió el timbre de su casa ser tocado, y el aroma de las feromonas de su Alfa embriagandolo. Disparó hasta la puerta, haciendo que Wilson saltara de sus muslos, quejandose. Se dirigió a la puerta, tropezando con una lata de energisante que había en el suelo, maldijo por lo bajo y se impulsó para abrir la susodicha puerta de su casa.

Se peinó un poco el cabello castaño que cubría su frente hacia un costado, para dejar relucir sus ojos verdosos, estiró su mano hacia el picaporte y abrió. Sintió una rafaga de viento frío contra su cara, dándose cuenta que estaba helando fuera, pero ahí se encontraba su Alfa, con una gran sonrisa y las manos detrás de la espalda.

─── Hola, ositos. ─── Saludó el mayor, sin despegar sus manos de su espalda, atrayendo la curiosidad del más alto.

─── Hola... ─── Saluda Rubén divagando, mientras poniéndose de punta de pie intenta ver detrás de su novio, fracasando al momento. ─── ¿Qué tramas?

El azabache sube el escalón de la casa de Rub, quedando más o menos a su altura, con el ceño fruncido y una sonrisa, se adentró en la casa del menor, dándole todo el tiempo la espalda, para que no viera la hermosa caja aterciopelada que llevaba entre sus manos.

Rubén movió la cabeza hacia un lado como perrito confundido, cerrando la puerta detrás de ellos.

─── Sabes que odio las sorpresas. ─── Expresó el menor, frunciendo el ceño con los brazos cruzados. ─── Ya dime.

─── Rubén... ─── El mayor dio unos pasos hacia adelante, quedando tan cerca del chico que podía sentir su suave respiración. Revelo la pequeña caja rojiza y la abrió, dejando ver una hermosa llave dorada. ─── Lo estuve pensando cuando te fuiste y realmente siento que es lo correcto... Bebé, ¿Quieres mudarte conmigo?

Para este punto, Rubius ya se encontraba lagrimeando, sintiendo sus manos temblar, mientras arrugaba su nariz intentando contener las susodichas lágrimas que amenazaban por desbordar sus ojos. Vegetta se acercó a él más, si es que esto era posible, y sintió su dulce aroma a caramelo. Juntó ambas narices y le hizo mimos en el pelo con una de sus manos, la otra seguía sosteniendo la caja con la llave.

─── No... No llores, chiquito. ─── Besó suavemente sus labios, separándose al instante. ─── Si no dejas de llorar, voy a tener que besarte hasta que lo hagas. ─── Amenazó de manera cariñosa el Alfa, dejando la pequeña cajita sobre las manos de su Omega.

─── ¿Premio o castigo? ─── Cuestionó de forma chistosa el menor, sintiendo las feromonas de su pareja envolverlo una vez más, estas delataban lo feliz que se encontraba.

─── Bobo. ─── Pronunció el mayor, dándole un gran abrazo a su pareja, enterrando los dedos en sus hebras catañas. Rubius corresponde emocionado, y Vegetta pudo ver como la colita de oso de su chico se movía feliz.

...

La mudanza se hizo larga, algo pesada también, pero cabe destacar que había sido una experiencia maravillosa ante todo. Claro que para ambos, pero el mayor era el que debía cargar con todas las cosas junto a los chicos del camión de mudanza, vuelvo a repetir que Vegetta había insitido en que Rubius no haga fuerza demás; por lo tanto no podía quejarse, además el oso se había tomado el tiempo de acomodar cada una de sus cosas.

Ahora mismo ambos se encontraban en el sofá de la gran mansión de Vegetta; Rubius debía ser sincero, se le hacía raro tener tantos lujos, pero no era para menos, Samuel era un chico adinerado, nacido en cuna de oro, como se suele decir, por lo que la gran casa era lo mínimo con respecto a todo lo demás: Casa, autos, personal privado. ¡Era como un rey!

Rubius se acomodó en el pecho de su novio, sintiendo su calor. A fuera hacía demasiado frío, por suerte los ventanales estaban cerrados y el aroma a caramelo y arándanos se juntaba haciendo una mezcla inefable para ambos.

─── Mañana deberíamos visitar al doctor. ─── Samuel habló haciendo que Rubén abriera los ojos que había mantenido cerrado todo este tiempo, frunciendo el ceño al instante, miró a su pareja. ─── ¿Qué sucede?

─── No me gustan los doctores. Y los sabes. La última vez salí llorando ¿O lo olvidas? ─── Samuel rodó los ojos con una sonrisa. Adoraba a su pequeño, pero a veces era bastante testarudo.

─── Amor, ya sabes que debemos controlar tu embarazo. Nuestro niño debe crecer sano. ─── Rubén se separó de su Alfa, cruzandose de brazos sobre su pecho. ─── Amor~

Vegetta se dedicó a tomar de la cintura a Rubius y darle besitos en la mejilla, al ver que este seguía con la misma cara de pocos amigos, y sin prestarle atención, le lamió el pómulo, dejando babas por todo el mismo, entonces se separó y comenzó a correr por la sala.

─── ¡Samuel De Luque! ¡Eres asqueroso! ─── Se quejó el híbrido, con una sonrisa juguetona al ver al mayor correr en busca de no recibir venganza por parte de su Omega.

Rubius se levantó del sofá de un salto, pasando la manga de su camiseta por su mejillas para quitar el exceso de saliva que había dejado el contrario sobre la misma.

─── ¡Demuestra qué tienes! ─── Dijo Vegetta, haciendo una pose de lucha, colocando sus manos frente a él haciendo señas para que el contrario se acercara sin miedo.

El híbrido rápidamente atacó, abrazando a su pareja para tirarlo al suelo, intentando hacer una especie de "llave", cosa que obviamente no funcionó, pues el Alfa tenía el doble de fuerza que su Omega. Samuel tomó de los muslos a Rubén y lo cargó, acomodandolo entre sus brazos para que el menor se quedase quieto.

Rubius estuvo luchando por pocos minutos, pero no logró moverle ni un pelo a su amado, hasta que cayó dormido en sus brazos. Vegetta se encargó de cambiar la ropa que llevaba su novio por un pijama cómodo, y lo acostó en la cama que ahora compartían, se dirigió al baño, hizo su rutina de noche diaria y se coloco el pijama, acomodándose a un lado de su Omega, quien al sentir las feromonas del Alfa, lo abrazó entre sueños. Vegetta apoyó su mentón sobre la cabellera castaña de Rubius y se quedó profundamente dormido.

...

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𝙋𝙧𝙚𝙜𝙣𝙖𝙣𝙘𝙮 | SprnRubegetta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora