1. La mina perdida de Aline

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La vida era meramente una canción, desde que nací fue así, una balada de emociones, una sinfonía de vivencias, por desgracia, hay todo tipo de melodías, están las que te inspiran, las que te guían, las que te hacen ''sentir'', a su vez, las que tienen un ritmo increíble, pero una letra devastadora, esta última, siempre fue mi tipo de sinfonía favorita.

Me dedico a la música, la prosa corre entre mis venas, pero son mis labios quienes la dejan escapar, Aline D' Rune, ese es mi nombre, la que nació y creció en la cueva, la que fue criada por las runas.

Desde chica tuve un don muy peculiar, el don de escuchar y memorizar, en este mundo, precisamente en este mundo lleno de seres tan distintos, la información se vuelve un recurso vital.

A mis 14 años, sentía el llamado a la aventura, aunque aún estaba llena de dudas, un día, por accidente o por casualidad, escuché hablar a un joven bastante fornido y alto, destacaba a simple vista, parloteaba sobre una ''Misión especial'' en la ciudad de Siris, cuando lo escuché hablar, pensé que no tenía nada de especial aquella misión, escoltar a un enano, apoyar a un ex caballero, eso era el pan de cada día, al menos para mí, pero, maldita sea este pero, mencionó la leyenda, lo que ese enano poseía entre sus manos, era lo que volvía especial a esta misión, poseía el mapa, el de las minas pérdidas...

Quien no escuchó nunca la leyenda, prácticamente nunca vivió en los reinos perdidos.

Sin más, me lance hacia la aventura.

El camino hacía Siris fue hostil, no pueden juzgarme, hice todo lo que sé para llegar allí, sé muy poco y a mi corta edad (14 años) comprendía completamente el valor adquisitivo de la belleza, abuse de eso, era mi única carta, la única con la que nací:

¿Quién soy yo para no jugarla?

Fue un duro viaje, pude haber muerto en más de 14 ocasiones, pero había algo que me motivó, ese algo me mantuvo con vida, ese algo era el hecho de que, nací en una cueva que no media más de 2 metros de pared a pared, ¿Suena torpe o quizás vacío?, para alguien que nació en hogar con ambos padres y sin carencias vitales, debe sonar absurdo, para quienes nacieron con carencias reales, para quienes tuvimos que arrebatar el resto de una carne carcomida a las ratas para alimentarse una vez al día, el haber nacido con carencias es lo que nos impulsa, bajo una traducción inspiradora, lo que me hizo llegar hasta aquí, fue la idea de mostrarle al mundo, que, sin importar la suerte, el lugar donde naciste, las condiciones en que naciste, lo sola que naciste, podrías dejar tus runas entre las paredes de esta cueva llamada existencia.

Al llegar a Siris, aquél enano y su guardaespaldas aún no se encontraban ahí, fueron varios, varios candidatos los que venían a la tarea... eran rechazados unos tras otros, sin embargo, era aún mayor la cantidad de personas que venían por curiosidad.

Durante una semana, me estuve acercando, poco a poco al enano y a su guardaespaldas, a tal punto, que ya no eran el enano y su guardaespaldas, sino Guldren y Sildar, ahora tenían nombres y ya no eran desconocidos.

En esa larga semana, miré como Sildar destrozó a más de un interesado, a más de un bandido, a más de un asaltante, fueron varios, la verdad, perdí la cuenta.

La convocatoria de aventureros ya casi terminaba, fue algo triste, el joven fornido de quién había robado la información sobre esta misión, nunca llegó, su historia posiblemente terminó antes de que empezará.

De repente éramos 5 interesados, yo entre ellos, 5 que habíamos pasado el filtro, éramos ''peculiares'', un escritor, eso pensé cuando miré al primero, bastante callado, algo alto (bueno, ¿Quién no era más alto que yo?), habló poco más de lo necesario.

Había otro sujeto a su lado, joven, pero de mayor edad que el anterior, se podía notar su aura, se podía diferenciar que él no estaba aquí por la misión, sino por la recompensa, él era el segundo.

El tercero era algo ''ingenuo'' desde mi punto de vista, creía rotundamente en un dios, motivo por el cual decidí no prestarle mucha atención.

De entre el cuerpo del segundo, salía en raras ocasiones, una pequeña... tal vez ardilla, ¡grata fue mi sorpresa!, cuando me enteré de que era la cuarta (por lo visto éramos 6, nunca la conté como aventurera).

El quinto, el quinto era fuerte, cabello negro, con una mirada fría, de esas miradas a las cuales, obviamente no debías preguntarle nada, era el más alto, él fue el quinto.

El sexto, el sexto era llamativo, esos a los que llaman, sangre sucia, errantes o bien, su nombre legal, Tiefling, igual de serio que los anteriores, pero poseía cuernos, se miraba siniestro y a la vez, tan calmado.

El llamado a la acción no pudo esperar, Guldren nos reunió, en 10 horas partiríamos, 10 horas más que suficientes.

Yo aproveché e hice lo que mejor sé hacer, hablé con todos los habitantes de la ciudad, entre ellos conocí a una vendedora de posiciones y a su pequeña hija, ambas me hablaron del hombre de su vida, esposo y padre, Roger, solo que él se encontraba fuera, en un pueblo el cual era muy conocido por exportar manzanas.

Todo comenzó al haber culminado esas eternas 10 horas, ahí comenzó, la historia que le dio sentido a la vida de la mayoría del grupo, la misma que le arrebato la vida a la menor parte del grupo, la que nos obligó a despedirnos al muy poco tiempo de habernos conocido, cuanto te extraño, amigo y compañero, Theren.

Este diario lo escribí en memoria de Theren, nuestro compañero, quien cayó en batalla, que, si bien fue imprudente, murió tal cual siempre vivió, ¡Sin conocer el miedo!

Aline: Réquiem de Sangre y Rosas #PGP2025Donde viven las historias. Descúbrelo ahora