Perdidos en otro universo

Capítulo 1

Era un día tranquilo... a diferencia de los días recientes.

El ambiente dentro de aquel restaurante era tranquilo, cómo de costumbre. Personas por aquí y por allá, comiendo distintos platillos, bebiendo un poco de té, o de alguno de los mejores vinos.

Casi todas las mesas estaban ocupadas, a diferencia de esos asientos pegados a la pared; eran un par de bancos donde cabían como cuatro personas en cada uno, uno frente al otro, y una mesa rectangular se encontraba en medio de ambos. La barra del lugar estaba casi vacía.

En una de las mesas se encontraba sentada una chica. Una gorra cubría su cabello. Gafas de sol mantenían ocultos sus ojos. Y llevaba puesta una sudadera que... parecía quedarle un poco grande... sólo un poco.

La chica fingía que leía un libro de cocina. Dio un sorbo a su café, esperando no arrepentirse de haberlo comprado.

Algunas de las personas en el lugar hablaban sobre el reciente ataque espacial. Inevitablemente, esas conversaciones llamaban su atención. Las escuchaba por breves segundos, para después seguir fingiendo que leía. Se dio cuenta de que ya se había tomado más de la mitad de aquel café.

Un mechón de cabello sobresalía de su sudadera; uno de sus dos mechones teñidos de azul. Lo miró por un breve momento; al notar que el azul comenzaba a ser más claro, pensó en pintarlo. «Hay cosas más importantes en las qué pensar por ahora», pensó poco después.

Aún cuando la mesa en la que se encontraba estaba lejos de la entrada del lugar, pudo escuchar nuevamente la campanita que se encontraba por encima de la puerta de entrada. Cinco chicos, y dos chicas, habían entrado al restaurante.

Un chico peliazul, uno pelirrojo, uno rubio, al parecer el más joven; el cuarto tenía cabello bicolor: negro y rojo, y el último chico era peliblanco, ése parecía ser el mayor de todos; y las chicas, una era pelirrosa, y la otra rubia.

Los recién llegados entraron con paso algo rápido, cerrando la puerta mientras miraban hacia atrás de una forma un tanto extraña. Una vez cerrada la puerta, el de cabello bicolor miró al peliblanco, a quien empujó de un hombro para obligarlo a avanzar; aunque él respondió mirándolo de mala manera, avanzó mientras ahora dirigía la mirada hacia enfrente.

La chica de la sudadera había estado mirando de reojo a aquellos siete, aunque pronto decidió mirar hacia otro lado, pues no quería que la notaran.

Dos sorbos más al café. La chica comenzaba a desesperarse un poco, por lo que comenzó a golpetear la mesa suavemente con los dedos de la mano izquierda. Bien, sintió curiosidad, así que volvió a girar la cabeza para buscar a los recién llegados, encontrándolos en uno de los asientos dobles que se encontraban pegados hacia una de las paredes.

La pelirrosa se encontraba sentada en una de las esquinas, a su izquierda estaba el peliazul, al lado de él estaba el rubio, y a su lado, cerca de la pared, se encontraba el pelirrojo. En el otro banco frente a ellos, en la esquina, se encontraba el de cabello bicolor, a su derecha estaba el peliblanco, y después seguía la rubia, cerca de la pared. Todos miraban mal al chico peliblanco; él mantenía una expresión de incomodidad mientras miraba la mesa.

Ahora que la chica podía ver mejor al chico peliblanco, pudo notar que llevaba gafas, además de que un mechón de su cabello estaba medio teñido de un gris medio. Sin dejar de mirarlos, ella tomó otro sorbo de su bebida. Sin que se lo esperara, de un momento a otro su mirada se cruzó con la del chico de gafas. La chica casi escupe su café, pero logró contenerse, sosteniendole la mirada a aquel chico. Sí, después de unos segundos ella decidió rendirse, y no por intimidación, sino porque no quería parecer sospechosa.

Ya que la chica dirigió su atención hacia la cafetera, no se dio cuenta de que los otros seis ahora la miraban, ya que se dieron cuenta de a dónde miraba el chico de gafas... aunque no sabían por qué.