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Nunca fui una chica madrugadora, y ahora que he tenido un par de noches sin dormir, me siento como una zombi. Quiero caer en un sofá en alguna parte y dormir durante una semana. Pero primero, tengo que ayudar a mi hermana a instalarse.

Me toma una hora para limpiarla en la bañera. Está cubierta en la sangre de Beliel. Si las personas asustadas en la Resistencia pensaban que era un monstruo cuando estaba en un limpio vestido floral, estarían sin duda convirtiéndose en habitantes de una villa con antorcha en mano y listos para lincharla si la vieran ahora.

Me da miedo realmente tallarla a causa de todos sus puntos de sutura y contusiones. Normalmente, nuestra mamá haría esto. Siempre fue sorprendentemente gentil a la hora de manejar a NingNing.

— ¿Dónde está mamá? — pregunta NingNing.

— Está con la Resistencia. Deben estar en el campamento por ahora— Respondo. Goteo agua sobre ella y golpeo con cautela entre puntadas con una esponja.— Hemos venido a buscarte, pero fuimos atrapadas y llevadas a Alcatraz. Ella está bien en este momento, sin embargo. La Resistencia vino a rescatar a todos en la isla, y la vi en el barco cuando estaban escapando.

Sus moretones todavía se ven irritados, y no quiero accidentalmente hacer brotar una puntada. Me pregunto si estas son del tipo de puntadas que se disuelven o si un médico tiene que sacarlas. Eso me hace pensar en Doc, el chico que la cosió en primer lugar.

No me importa cual fuera su situación. Ningún ser humano decente destrozaría y mutilaría a unos cuantos niños para convertirlos en monstruos devoradores de hombres sólo porque el megalómano ángel Uriel le dijo. Quiero patear a Doc hasta el cansancio cuando veo cuan magullada y abusada está NingNing.

¿Qué loco sería si albergo la esperanza de que tal vez él pueda ayudarla? Suspiro y dejo caer la esponja en el agua. No puedo soportar más ver sus costillas saliendo de su piel cosida. Está tan limpia como lo va a llegar a estar de todos modos.

Dejo caer sus ropas manchadas de sangre en el lavabo y entro en una de las habitaciones para ver si puedo encontrar algo para que se lo ponga. Revuelvo en los cajones antiguos, en realidad no esperaba encontrar nada. Parece que este lugar era una especie de sitio turístico histórico en lugar de la casa de alguien. Pero alguien ha estado aquí. Tal vez incluso decidió que esto podría ser su hogar. No es mucho, pero al menos una mujer se ha asentado aquí, al menos por un tiempo.

Saco una blusa blanca y falda de lino. La ropa interior de hilo dental. Un sujetador de encaje. Una simple camisola. Una camiseta recortada. Un par de bóxers elásticos de hombre.

La gente era chistosa durante los primeros días después del Gran Ataque. Incluso cuando evacuaron sus casas, tomaron sus teléfonos celulares, ordenadores portátiles, llaves, carteras, maletas y zapatos que habrían sido ideales para vacaciones tropicales, pero no para correr en las calles.

Encuentro una camiseta que es casi tan grande como NingNing. No hay ninguna posibilidad de encontrar un par de pantalones para ella, por lo que un vestido de camiseta tendrá que funcionar por ahora.

La llevo al piso de arriba y dejo sus zapatos junto a la cama por si tenemos que salir a toda prisa. La beso en la frente y le digo:

— Buenas noches.

Sus ojos se cierran como los de una muñeca, y su respiración se profundiza casi de inmediato. Debe estar absolutamente agotada. ¿Quién sabe cuándo fue la última vez que durmió? ¿Quién sabe cuándo fue la última vez que comió?

Me dirijo abajo para encontrar a Rosé inclinada sobre la mesa del comedor con sus alas expuestas frente a ella. Se ha quitado la máscara, y es un alivio poder ver su cara de nuevo.

End Of Days ✞ Chaelisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora