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La habitación está cálida por el sol. Supongo que probablemente es alrededor del mediodía. Se siente glorioso tener un descanso de toda esta locura.

No estoy preparada para abandonar mi precioso sueño todavía, pero un vaso de agua suena bien.

Cuando abro los ojos, Rosé está sentada en el pasillo con los ojos cerrados.

Frunzo el ceño.

— ¿Qué estás haciendo?

— Estaba muy cansada para caminar hasta el sofá— Dice sin abrir los ojos.

— ¿Estás haciendo guardia? Habría tomado mi turno si me hubieras dicho ¿De quién estamos preocupadas? Quiero decir ¿Algún enemigo en específico en este momento?

Está sentada enfrente de la puerta de NingNing. Supongo que lo debería haber sabido.

— Ella no me lastimará.

— Eso fue lo que pensó Beliel— Sus ojos siguen cerrados, y sus labios apenas se mueven.

— Beliel no es su hermana mayor y él no la crio tampoco.

— Llámame sentimental, pero me gusta la idea de ti en una pieza. Además, ella no es la única que podría estar interesada en tu sabrosa carne.

Inclino la cabeza.

— ¿Quién te dijo que era sabrosa?

— ¿No has escuchado ese viejo dicho? ¿Sabroso como un tonto?

— Inventaste eso.

— Huh. Debe ser un dicho angelical.

— Es para advertir al ingenuo sobre las cosas que se encuentran en la noche.

— Es de día.

— Ah ¿Entonces no niegas que eres ingenua?

Finalmente abre los ojos con una sonrisa. Pero su expresión se afloja cuando ve todo de mí.

— ¿Qué estás usando?— Explora sobre mi atuendo.

Estaba tan cómoda que había olvidado que estaba usando la camiseta recortada y pantalones cortos elasticados.

Me echo un vistazo a mí misma, preguntándome si debiera cohibirme.

Estoy razonablemente cubierta a excepción de mi estómago, y supongo que estoy mostrando más de mis piernas de lo normal.

— ¿Esto viene de una chica que corre por ahí sin camisa todo el tiempo?— Por supuesto, me gustaba sin camisa y mostrando su paquete de seis abdominales pero no mencioné eso.

— Es difícil usar una camiseta cuando tienes alas. Además, no he oído quejas.

— No dejes que se te vaya a la cabeza, Rosé. No has escuchado elogios tampoco— Quiero decir que tenemos muchas chicas que se ven tan bien como ella, pero eso sería una completa mentira.

Todavía está escudriñando mi atuendo.

— ¿Estás usando pantalones cortos de hombre?

— Supongo. Pero me quedan.

— ¿De quién son?

— De nadie. Los encontré en un cajón.

Se acerca y tira un hilo de la deshilachada pierna.

Se desenreda, lentamente serpenteando por su camino alrededor de mi muslo y acortando gradualmente los pantalones cortos ya cortos.

— ¿Qué harías si tienes que correr con el?— Su voz es ronca mientras mira fijamente, hipnotizada, al hilo desenredándose.

End Of Days ✞ Chaelisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora