Después del partido contra la Sub-20 Japonesa, Isagi Yoichi, quien marcó el gol de la victoria, tomaría un descanso del complejo que fue diseñado para crear al mejor delantero del mundo: Blue Lock. Sin embargo, Isagi no esperaría encontrarse con alg...
El bullicio de los hinchas se sentía por todo el estadio, pareciendo un poderoso terremoto por la intensidad de los gritos. Blue Lock, que corría el riesgo de ser disuelto permanentemente por la unión de Fútbol Japonesa, había organizado un partido contra la Sub-20 japonesa con un trato: si los "diamantes en bruto", guiados por Genpachi Ego, ganaban, Blue Lock seguiría en pie.
En ese momento, el marcador estaba empatado 3 a 3. Los goles de Blue Lock fueron obra de Nagi Seishiro, Itoshi Rin y Borou Shouei, mientras que por el lado contrario, los autores de los goles de la Sub-20 Japonesa fueron Itoshi Sae y un sorprendente doblete de Shidou Ryusei, quien junto con Sae formaba una dupla invencible.
El despertar de Itoshi Rin, quien deseaba superar a su hermano mayor Sae, comenzaba a causar estragos en la "defensa de hierro" del conjunto japonés.
Isagi Yoichi, quien seguía casi como una sombra a Rin, esperaba la oportunidad perfecta para actuar. Aunque no era un genio o prodigio como la mayoría de los monstruos en ese partido, compensaba con su impresionante habilidad para leer el campo de juego.
-Maldición, tengo que seguirle el ritmo a Rin -pensaba Yoichi.
El número once de Blue Lock vio cómo comenzaba el choque entre dos prodigios monstruosos. Sae interceptó a un Rin en estado de destrucción absoluta. Isagi observó el impresionante juego de pies de Sae, quien trataba de alejar a Rin lo máximo posible del balón. Casi por instinto, Yoichi sabía que no debía interferir en esa batalla; tenía que esperar el momento preciso para hacer su jugada dorada.
Y ese momento llegó. Rin logró quitarle el balón a su hermano mayor. La esférica voló por el aire por unos segundos y todos en el campo estaban atentos a dónde caería. Oliver Aikyu, capitán de la Sub-20, intentó interceptar el balón, pero la pelota lo sobrepasó, justo como Isagi Yoichi había esperado con todas sus fuerzas.
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Isagi como si fuese un animal a punto de clavar sus dientes en su presa prepararía su pierna derecha, era su oportunidad de mostrar lo que un egoísta como el podía hacer, con aquellos ojos que mostraban el estado de "Flow perfecto" en el que estaba, se posicionaría para patear, gritando en sus adentros:
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