trece

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Nunca me gustó
verle la mirada triste
el rostro lleno de cansancio
un brillo opaco en los ojos.

Mi abuela fue el gran amor de mi vida
fue como las flores
tan preciosa
siempre vistiendo de colores
vestidos que se asemejaban a la primavera.

Su sonrisa sincera
como el sol de las mañanas entrando por la ventana
como una travesura infantil.

Triste, triste
como la madrugada oscura.

Lágrimas de alcohol.
Pulmones de humo.

Triste como un suspiro solitario
viviendo su dolor solita
luchando cada día consigo misma
viendo la vida irse
sentada en el rincón.

Siempre trensando su cabello largo
con el tabaco entre los labios.
Mirada dormida.
Perdida.
Pérdidas que escuesen en el alma.

No nos enseñaron lo que era
amar.
No nos enseñaron a ser amadas.
Nos atraparon en una jaula
escondíamos la mirada
y nos mordíamos la lengua hasta sangrar.

Nunca me enseñaron a querer
tuve que aprender
viendo las paredes derrumbarse.

Nunca me enseñaron a querer
tuve que prender
viendo su cama vacía
viéndola irse un poquito cada día.

Nunca me enseñaron a querer
tuve que prender
sentándome sola junto a la puerta.

Nunca me enseñaron a querer
tuve que aprender
llevándole flores a su tumba.

qué rápido se mueren las floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora