tanjiro el demonio escondido por mitsuri

One shot:spoiler(???)

Iguro soltó un pequeño suspiro mientras se recargaba en uno de los escombros, soltó un pequeño gruñido y miró su pierna, no dudaba en que estuviera rota, parte de eso, cualquier otro daño no era tan grave, o al menos eso quería creer. Escuchó a kaburamaru sisear a su lado y le aseguró que estaba bien antes de ignorar cualquier otra cosa. Esa pelea contra la luna superior 6 había estado más complicada de lo que había planeado.

–(bueno, vaya mierda)–

Iguro bajo la mirada por unos segundos antes de volver a levantarla rápidamente al escuchar posos acercarse. Por un momento quedó procesando un poco, ¿¡qué mierda le pasó a Tanjiro!?, ¿donde estaba su bambú?, ¿porque se veía así?....¿porque siquiera se preguntaba tantas cosas?

– mhmmm..–

A pesar de no tener el bambú, Tanjiro no hizo más que comunicarse mediante pequeños tarareos. Iguro suspiró nuevamente, no tenía energías para esto. Intentó levantarse muy a pesar de su estado. No logró dar más de 3 pasos sin tropezar, y Tanjiro lo atrapó rápidamente antes de que pudiera tropezar otra vez y caerse.

El pelo negro miró al adolescente levantando la mirada.

–estoy bien, aléjate–

Dijo, Tanjiro obviamente se negó he hizo una mueca pensando. Iguro lo mira un poco fastidiado.

Luego de unos segundos, Tanjiro rápidamente sonrió y se alejó un poco de iguro. El nombrado levantó una ceja antes de soltar un grito ahogado por la sorpresa cuando fue alzado en los brazos del pelirrojo.

–oye!!, que te pasa!?, bájeme!!–

Se removió un poco en un intento por protestar, pero Tanjiro era insistente, así que aprovechando su pequeña ventaja en fuerza física, apretó un poco el agarre para mantener más "a salvo" al de cabello azabache.

Y a pesar de que las protestas continuaron, Tanjiro comenzó a caminar con iguro en sus brazos, ignorandolo y buscando a los kakushis.

Por otro lado, los gritos/protestas de Obanai duraron solo un poco más antes que, de mala gana, rodeará los hombros del demonio para asegurarse mejor.

No iba a admitir ni en muerte el sonrojo que ocultaban sus vendas.