Oxígeno y Rebelión

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EstrellaOlivera4

—Los novios son muy feos—susurré.

Álvaro me lanzó una mirada asesina.

—Al menos son novios —me replicó en voz baja.

Tenía razón. El aspecto de esos dos era lo de menos. Se estaban casando y eso era lo importante. De hecho, podrían no estar casándose, como el resto de nosotros.

—¿Crees que serán felices juntos?

Álvaro volvió a fulminarme con la mirada.

—¿Te puedes callar ya, Emilia? Disfruta de la boda y ya.

Me mordí el labio inferior.

—¿Crees que les irá mal?

Suspiró con frustración.

—A todo el mundo le va mal. Es la norma. Lo sabes.

—¿Pero tú qué crees?—insistí.

—Tengo fe en que serán felices—acabó diciendo.

—Si no se enteran, claro—Sonreí.

—Claro.

Ambos nos quedamos  en silencio, prestando atención. El "Sí quiero" estaba a punto de suceder y todos los presentes sentíamos las mariposas en el estómago, revoloteando como locas.

—¿Alguien se opone a este matrimonio?—preguntó el hombre que dirigía la ceremonia.

Todos aguantamos la respiración. Temíamos que acabara pasando lo que pasaba siempre y deseábamos que no fuera así. Pero no importaba cuántas plegarias hiciéramos. Al final acabó pasando lo de siempre.

Una mano verdosa y de seis dedos se alzó de entre la multitud.

—No sabía que ya se habían autorizado los matrimonios entre humanos—dijo el dueño de la mano, con la voz distorsionada por el casco. Pestañeaba con gran lentitud mientras hablaba y, cada vez que abría los ojos, un escalofrío me recorría la espalda por lo rojos que eran sus ojos.

Todos nos tensamos. Que la capilla en la que nos encontrábamos fuera oscura y diminuta no ayudaba a que mantuviéramos un ritmo respiratorio adecuado. A la mujer que tenía detrás se le calló el bolso y el padre del novio, que estaba sentado unas cuantas filas más adelante, se desmayó.

Álvaro aprovechó la mirada aniquiladora que le estaba lanzando el alienígeno al suegro de la novia y empezó a moverse con lentitud. Le sujeté de la muñeca.

—Ni se te ocurra—dije entre dientes.

—Es lo que debo hacer, Emilia.

Se soltó de mi agarre y, con un movimiento veloz, sacó la pistola. Disparó al intruso en la cabeza. Los cristales del casco estallaron, rasgando la piel de los que estaban cerca. Nadie se quejó; el plan acababa de comenzar.

Sabíamos que, a partir de ese momento, teníamos unos cinco minutos antes de que las autoridades llegaran y nos aniquilaran. Los novios se apresuraron a decir el "Sí quiero" y huyeron, junto con los pocos invitados que estábamos listos para defendernos.

Todo estaba planeado. La boda era una farsa. Aunque el amor de los dos novios no. Cuando nos queremos casar, siempre lo hacemos de forma discreta. Si nos queremos reproducir, lo hacemos sin que ellos se enteraran. No hay necesidad de realizar una boda o de gritarles que nos queremos entre nosotros y que les detestábamos. Ellos ya lo sabían. Por eso nos tenían vigilados desde hace tanto tiempo y habían implementado tantas normas que nos obligaban a relacionarnos con ellos y no entre nosotros. Y por eso mismo ya no nos casábamos como antes; por miedo a lo que podía ocurrir si los desafiábamos. 

Reto de escritura por BPO1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora