III

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Jungkook pensaba que toda su suerte se había agotado ese verano, cuando tenía 12 años y le tocaron helados con promoción de "vale por otro" 14 veces seguidas. No había otra explicación posible para no haberse cruzado ni una sola vez en un mes completo a Park Jimin.

Si, ahora sabía su nombre, pero ese dato no le había sumado absolutamente nada. Frecuentaba el pabellón de literatura con la excusa de encontrarse con Tae, e intentaba preguntarle a personas aleatorias si habían visto a Jimin ese día, pero cuando conseguía pequeños indicios de su paradero parecía llegar siempre a destiempo, era eso o la gente le mentía con tan solo sacarselo de encima y nadie sabía realmente donde pasaba sus recesos Park Jimin.

Había desarrollado un hábito de sobrepensar mucho las situaciones en ese mes transcurrido, cada vez que intentaba dilucidar por dónde andaría su objetivo se le había sumado la costumbre de morderse las uñas o tamborilear el piso con los pies. En resumen, a simple vista no la estaba pasando bien.

Esto fue notado por sus amigos e intentaron proponerle planes para distraerlo, tenía que sacar su mente del absurdo objetivo en el que se había centrado si o si. Lograron que aceptase ir a ver la demostración semestral que realizaba un club de kendo de la zona, bastante conocido a nivel local. A ninguno le gustaba particularmente el kendo, pero les habían repartido folletos a la salida del campus y el plan parecía lo suficientemente bueno como para sacar a Jungkook de sus pensamientos en loop, realmente cualquier excusa les serviría a estas alturas.

Ese fin de semana se juntaron Hobi, Tae y Kook para asistir al evento, el resto del grupo de amigos puso excusas baratas para zafarse del plan que no les interesaba tanto realmente.

En un principio Jungkook pensó que iba a ser algo de lo más aburrido, nunca había sido muy fan de las artes marciales y solo había aceptado por la fingida emoción de Tae y Hobi, pero le sorprendió gratamente. Cuando comenzaron a hacer demostraciones de las clases sintió que las explicaciones de los maestros eran claras e interesantes, y los alumnos marcaban los movimientos en una coordinación a simple vista perfecta.

Luego comenzaron los encuentros amistosos entre los miembros más avanzados del club, donde se percibía un ambiente de mayor tensión, pero aún así prevalecía la amistad y el compañerismo, había un nivel de respeto por el oponente y la disciplina palpable en el ambiente.

La competencia fue avanzando y los amigos se vieron atrapados por la misma, sin charlar, sin desviar los ojos de lo que sucedía en el centro del dojo. Los últimos participantes en pie estaban teniendo un encuentro muy reñido, podía sentirse la respiración tensa y fuerte de quienes los observaban, vibrando al unísono en clima expectante.

Finalmente uno de los dos ganó tras realizar una serie de movimientos certeros y bastante impresionantes, se saludaron y se retiraron del centro para quitarse los cascos y limpiar su sudor. Por curiosidad la mirada de Jungkook siguió al ganador, quien parecía emanar gracia y pureza en cada uno de sus movimientos. Grande fue su sorpresa de ver el rostro que había ocupado su mente durante las últimas cuatro semanas tras el casco reglamentario, su cabellera distintiva estaba enfundada en un pañuelo blanco, pero aún así no cabía dudas de que el misterioso chico no era nada más ni nada menos que Park Jimin en persona.

Jungkook había estado en un pequeño trance mientras fijaba su mirada en su objetivo, sin querer siquiera parpadear para no perder de vista al ganador del día, tan concentrado estaba que no notó que el dojo comenzaba a vaciarse y sus amigos intentaban arrastrarlo para salir pronto de allí.

Zafandose del agarre de sus amigos Jungkook comenzó a deslizarse entre el mar de personas que formaba el público desagotando el recinto, era su oportunidad de saludar a Jimin y no iba a perderla bajo ningún concepto. Hoseok y Taehyung intentaban no perderlo de vista, siguiéndolo a duras penas entre el gentío, ambos preguntándose ¿Qué bicho lo picó ahora?

Finalmente llegó a la zona donde los compañeros del club descansaban, compartiendo risas y charlas relajadas, con un distintivo aire de alegría luego de haber experimentado una jornada exitosa. Risas... Jungkook escuchó por primera vez la risa de Jimin y quiso que el tiempo se congelara allí mismo, le resultaba un sonido melodioso y mágico y estaba seguro que se debía a su corazón de productor musical, debía estar encontrando sonidos o armonías que le resultaban gratos para crear algo, si, seguro era eso.

Todos creeríamos que sería Jungkook quien primero se acercaría a Jimin, pero no fue así, se quedó petrificado en el lugar simplemente observando la escena y embebiéndose de los pequeños gestos y sonidos de Jimin que le llegaban a través del murmullo general. Eventualmente los miembros del club de kendo notaron su presencia, lo que llevó a que el dueño de la cabellera digna de comerciales, oculta tras el pañuelo blanco, lo notase también. Se acercó, atravesando la ronda que habían generado sus colegas, y le hizo un gesto con la mano para saludarle

-Normalmente quien necesita algo habla primero-

Le estaba hablando a él, finalmente luego de un mes de búsqueda, de la manera más inesperada, había dado con la razón de sus curiosidades extremas

-Ehhh... hola-

Jimin podría haber creído fácilmente que se le estaban por declarar, la mirada intensa del contrario, su actitud nerviosa, sus ojos expresivos, todo podría dar indicios de una fijación amorosa o algo por el estilo. Pero Jimin tenía una gran intuición para los sentimientos ajenos, y entendía que el joven petrificado delante suyo simplemente estaba abrumado, pensó que era por la gran cantidad de gente que los rodeaba y resolvió tomar su mano y alejarlo un poco de la multitud. En ese movimiento Jungkook esclareció un poco sus ideas y pudo conectar nuevamente sus neuronas, cuando se detuvieron procedió a dar uno de sus discursos atropellados

-Hola, estuviste increíble hoy, no creas que soy un acosador ni nada, no sabía que eras tu detrás del uniforme. Me invitaron a este evento y no tenía ni idea de qué esperar, realmente me gustó todo, en especial las explicaciones del principio, ayudaron a que entendiéramos qué sucedía luego en la competencia. No se si me recuerdas pero soy Jungkook, nos cruzamos una vez en la uni y me regalaste una barrita de cereal con chocolates, muchas gracias por eso, me salvaste el día, si, solo quería decir gracias...-

Todo esto era pronunciado rápidamente, casi sin respirar, mientras Jungkook daba pequeños rebotes en el lugar y balanceaba la mano que aún tenía unida a la mano de Jimin hacia un lado y otro, sin notarlo. Parecía un niño emocionado luego de un campamento escolar, contándoles sus vivencias a sus padres, queriendo decir todo al mismo tiempo.

Jimin simplemente sonrió y revolvió sus cabellos con la mano libre, en un gesto amistoso, sin importarle que el contrario aún sostuviera su mano

-Lindo. Pareces un golden retriever, lleno de energía y vitalidad. Hola Jungkook, yo soy Jimin-

Jungkook no supo por qué, pero se sintió repentinamente tímido. Estaba acostumbrado a que le dijeran piropos o lo trataran de maneras dulces, pero en esta oportunidad lo había tomado por sorpresa, eso sumado a que tomó consciencia de sus manos entrelazadas hicieron que un furioso rubor se extendiera por sus mejillas. Por lo que hizo lo que cualquier ser humano haría, asintió un par de veces, saludó apresuradamente con su manito al contrario y huyó despavorido, volviendo a perderse entre la gente.

Jimin solo reafirmó en su mente, lindo...

Nunca digas nunca - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora