Esto lo había publicado en one shots cancelix pero estaba muy pero muy largo y lo dividi, entonces cuando lo estaba editando le agregue otra parte más y quedó como un mini fanfic (no pienso antes de publicar)
Era una tarde tranquila cuando João Cancelo, el joven príncipe, viajaba en su lujosa carroza hacia la casa de campo de la familia real, ubicada en las afueras de la ciudad. Los árboles proyectaban sombras sobre el camino, mientras Cancelo observaba el paisaje desde su asiento, con la mente perdida en sus pensamientos. De repente, el silencio se rompió: un grupo de asaltantes se lanzó sobre la carroza, gritando y agitando sus armas. En medio de la confusión, João logró escapar, corriendo hacia el bosque hasta perderse entre los árboles.No sabía dónde es encontraba. Estaba completamente desorientado.
Corrió hasta que sus fuerzas fallaron y, exhausto, cayó al suelo, perdiendo el conocimiento.
Despertó más tarde en una cabaña humilde, rodeado de los rostros preocupados de una familia campesina.
—¿Dónde… dónde estoy? —preguntó, entre confundido y asustado. ¿Acaso los rebeldes lo habían capturado? Se miró y notó que llevaba ropa distinta.
—No te robamos, sólo limpiamos tu ropa. Dormiste durante dos días. Mi hijo te encontro en el bosque. —dijo una mujer, colocando platos en una mesa de madera. Junto a ella estaba un joven de cabellos revueltos y mirada intensa, llamado João Félix.
Cancelo, aún pensativo, no sabía qué decir o hacer.
—Esto… yo soy…
—Sabemos quién eres. Traías una placa en tus ropas. Eres el príncipe. No te haremos daño, puedes estar tranquilo —le respondió la mujer, señalándole un asiento— Ven a comer.
—Mi padre irá a la capital a vender leña. Puede ayudarte a regresar al palacio. — Hablo el niño.
Antes de partir, el príncipe prometió regresar para agradecerles. Sin embargo, esa promesa nunca se cumplio. Pasaron los años y Cancelo no volvió a saber nada de aquella familia ni del joven que lo había mirado con tanta intensidad.
—–—
Unos años después —seis, para ser exactos— el caos se desató en el palacio cuando un grupo de rebeldes logró infiltrarse en sus murallas, decidido a robar las riquezas de la realeza. João Félix, quien había dejado atrás su mirada noble de la infancia, ahora formaba parte de este grupo. Con un semblante endurecido por el tiempo y las circunstancias. No tuvo mayor suerte que robar para vivir, aunque solo le robaban a los nobles.
—¿Será que pueden apurarse? La guardia llegará en cualquier momento —gruñó Rubén, el líder del grupo, visiblemente molesto y nervioso.
Félix, mientras intentaba abrir la cerradura de una puerta, sintió el peso de las miradas de sus compañeros. Sus manos temblaban, pero apretó la mandíbula, intentando concentrarse.