Pt 2

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Han se mordió el labio inferior, sintiendo cómo el calor se apoderaba de sus mejillas.

—Y yo tambien —respondió en voz baja, devolviéndole la mirada con la misma intensidad.

Minho acarició la mejilla de Han con el dorso de la mano, y luego deslizó sus dedos hasta la nuca, atrayéndolo una vez más para besarlo con pasión. Han se rindió ante el beso, perdido en la sensación de los labios de Minho sobre los suyos, de su cuerpo junto al suyo.

Cuando finalmente se separaron, jadeantes, Minho deslizó una mano hasta la mochila que colgaba de su hombro, buscando algo dentro de ella. Han lo observó, sintiendo cómo el corazón le latía con fuerza.

Minho sacó un pequeño frasco de lubricante y lo sostuvo en alto, una sonrisa traviesa dibujándose en sus labios.

—Lo tenía planeado —dijo con picardía, levantando una ceja.

Han abrió los ojos, sorprendido, pero su sorpresa pronto se transformó en una mezcla de excitación y anticipación. Sabía exactamente lo que ese frasco significaba, y su cuerpo respondió con un estremecimiento de deseo.

—Entonces, ¿qué esperas? —susurró Han, acercándose a Minho y rodeando su cintura con los brazos.

Minho rió suavemente y, sin mediar más palabras, guio a Han hacia la gran mesa del profesor, situada en la parte más alejada del aula. Allí, lejos de las miradas indiscretas, Minho comenzó a quitarle la ropa a Han con urgencia, sus dedos ansiosos por explorar cada centímetro de su piel.

Han se dejó hacer, su respiración acelerándose con cada caricia, con cada beso que Minho depositaba en su cuello y en sus hombros. Cuando Minho finalmente sacó el frasco de lubricante y comenzó a prepararlo, Han se estremeció de anticipación, sabiendo que lo que vendría a continuación sería una experiencia inolvidable.

Minho dirigió a Han hacia la gran mesa del profesor, ubicada en la parte trasera del aula. Con un gesto dominante, comenzó a quitarle los pantalones a Han con urgencia, revelando su ropa interior. Han, visiblemente excitado, no opuso resistencia y dejó que Minho tomara el control de la situación.

Minho sacó el frasco de lubricante de su mochila y lo abrió, vertiendo una generosa cantidad en sus dedos. Sin previo aviso, introdujo varios de ellos en la entrada de Han, quien soltó un intenso gemido de placer.

– Minho, no me prepares, solo entra en mí o me voy–  suplicó Han, su voz entrecortada por la intensidad de las sensaciones.

Minho lo miró con una sonrisa traviesa y respondió con un tono dominante: – No me amenaces, Han. Harás lo que yo diga – Luego, con firmeza, le ordenó: – Ponte en cuatro sobre la mesa.

Han obedeció sin rechistar, posicionándose como Minho le había indicado. Minho se colocó detrás de él, alineando su miembro erecto con la entrada de Han. Lentamente, fue introduciendo su longitud, llenando por completo a su amigo.

Las embestidas de Minho eran fuertes y rápidas, provocando que Han se aferrara a los bordes de la mesa para mantener el equilibrio. Los gemidos de placer de Han llenaban el aula, y Minho tuvo que recordarle que se mantuviera en silencio para evitar ser descubiertos.

– Shhh... Cállate o nos van a descubrir – le susurró Minho al oído, intensificando sus movimientos.

Han mordió su labio inferior, intentando contener los sonidos que escapaban de su garganta. Minho encontró el punto dulce dentro de él, haciendo que Han casi gritara de puro éxtasis.

Tras unas cuantas embestidas más, Minho se dejó llevar por el clímax, derramándose por completo dentro de Han. Ambos quedaron jadeantes y temblorosos, aún aferrados a la mesa.

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