Narrador Omnisciente
En las profundidades del subterráneo, La Gran Devoradora se deslizaba con una siniestra elegancia, su inmenso cuerpo aplastando el concreto de los túneles como si fueran hojas secas. Su presencia era una sombra que se extendía, y su olfato agudo había captado el aroma inconfundible de los humanos desde el depósito. La criatura, ahora una serpiente de proporciones colosales, se regocijó al encontrar su presa: un tren entero, lleno de pasajeros desprevenidos. Con un movimiento voraz, la Gran Devoradora devoró el tren, la estructura metálica crujió y se retorció mientras su cuerpo se expandía aún más, alimentándose del pánico y la desesperación.
Finalmente, emergió de la oscuridad de los túneles hasta la estación del tren, un lugar que se convirtió en un escenario de caos. La Diosa serpiente observó con deleite cómo las personas corrían, sus rostros pálidos de terror, mientras el aire se llenaba de gritos y el sonido de pasos apresurados. La Gran Devoradora inhaló profundamente, deleitándose con el fuerte olor del miedo que emanaba de la multitud, una fragancia más dulce que cualquier banquete.
La criatura, ahora aún más imponente, rompió la superficie, arrastrando consigo un edificio que cedió a su paso como si fuera de papel. Con cada movimiento, las paredes temblaban y el suelo vibraba, haciendo que los ciudadanos se dispersaran en todas direcciones, buscando refugio. En ese instante, Kai, Zane, Cole, Jay, Nya y Lloyd llegaron en un vehículo que habían creado ingeniosamente, una fusión de su tornado de la creación y la fuerza del Mecha de Nya. Al bajar, el grupo se encontró con la imagen aterradora de La Gran Devoradora, que se alzaba ante ellos como una montaña viviente.
Lloyd tragó saliva, sintiendo cómo el miedo se apoderaba de él al observar la magnitud de la serpiente. "Ahora es más grande que antes", dijo con voz temblorosa, su mirada fija en la monstruosidad que se movía ante ellos.
La Gran Devoradora, saciada pero aún con hambre, se preparaba para seguir consumiendo todo a su paso. Fue entonces cuando Kai, con una determinación ardiente, desenvainó su espada, la cual brillaba con un fuego intenso. "¡Oye tú! ¡Serpiente tonta!" gritó, desafiando a la criatura con un ímpetu que resonó en el aire.
La Gran Devoradora, sorprendida momentáneamente, dirigió su mirada hacia los intrusos, pero no les otorgó importancia. Sabía que solo las armas doradas de los Ninjas podrían hacerle daño. En ese instante, Cole, sintiendo la tensión en el aire, levantó un auto con una fuerza inesperada y lo lanzó hacia la serpiente. Sin embargo, el vehículo impactó sin hacerle daño alguno, rebotando inofensivamente contra su escamoso cuerpo.
"¿Alguno tiene un plan?" preguntó Cole, mirando a sus amigos, que parecían tan confundidos como él.
La Gran Devoradora se abalanzó sobre los ninjas con una agilidad sorprendente. Su cola, un arma de destrucción masiva, se deslizaba a través del aire con un silbido siniestro, y el instante se detuvo cuando Kai, Zane, Jay, Cole, Lloyd y Nya se dieron cuenta del peligro inminente. Con un grito de advertencia, Kai se lanzó hacia un lado, esquivando con destreza el ataque devastador que se cernía sobre ellos. Pero Zane, con su mente rápida y calculadora, no se quedó de brazos cruzados. Sacó sus Shurikens y lanzó uno con precisión hacia la cola de la Gran Devoradora. El hielo brotó del arma dorada, congelando parcialmente la cola, pero no fue suficiente para detener su furia.
La Diosa Serpiente, irritada, giró su atención hacia Zane, y su siseo reverberó en el aire, como un trueno lejano. "Solo logramos enojarla más," dijo Jay, su voz temblorosa, mientras una risa nerviosa brotaba de sus labios, intentando desviar la tensión que lo envolvía.
Nya, con los ojos bien abiertos, observó cómo La Gran Devoradora había detenido su ataque en seco. "Lloyd... te está viendo," dijo con sorpresa, su voz apenas un susurro mientras todos giraban la cabeza para seguir su mirada. La serpiente colosal tenía sus ojos fijos en Lloyd, pero algo en su mirada era diferente. En lugar de la voracidad insaciable que habían esperado, había una calma inquietante. Sin embargo, esa serenidad rápidamente se transformó en agresividad. La Devoradora no quería que Lloyd se alejara, y la confusión reinaba en su ser: ¿Por qué sentía tal tranquilidad cerca de él, un joven Ninja que debía ser solo otra presa?