Capítulos Únicos - Pimpinela

Bajo el Cielo del Arrabal

*Octubre, 2011*

El dúo Pimpinela llevaba cerca de una semana en España, disfrutando de un tiempo alejados del espectáculo, dándose el espacio y el tiempo para ellos. Finalmente, aún en medio de las giras y todo lo que su carrera implicaba, requerían momentos de tranquilidad y, sobre todo, de intimidad.

La última semana había sido de demasiado ajetreo desplazándose entre ciudad y ciudad para cumplir con la acumulada agenda que el mayor de los hermanos había impuesto para la promoción de su nuevo disco <<Estamos Todos Locos>> que estaba estrenando por esas fechas.

Ese día, a diferencia de los últimos de la semana, se encontraban en Telecinco para la respectiva grabación del programa <<¡Qué tiempo tan feliz!>> que habían pactado unos meses atrás.

El ambiente se respiraba alegre y por demás ligero en los pasillos del canal y en el plató mismo, pues María Teresa se engalanaba con la presencia del dúo Pimpinela, quienes, rodeados de diversos invitados y conductores, se encontraban disfrutando de su participación en la mencionada transmisión.

Dentro de los invitados y conductores que acompañaban al dúo argentino, se encontraba Giuseppe Di Bella, un coreógrafo y bailarín profesional italiano que, inevitablemente, había llamado la atención de la mayoría de las féminas que estaban en dicha emisión, incluyendo a Lucía Galán.

Joaquín no pudo evitar darse cuenta que su pelirroja estaba demasiado interesada en las aportaciones del tal Giuseppe y que, cada que él hablaba, la taheña lo miraba con demasiada atención, cosa que le disgustó bastante, pues no podía negar que el hombre era atractivo.

Sin embargo, tanta era la algarabía de los presentes y el buen ambiente generado entre ellos que, en cierto momento de la grabación, María Teresa propuso la posibilidad de efectuar un reto de baile entre los invitados y los conductores, poniendo nervioso a Galán.

—Sí, siempre ha sido una constante el baile en el programa —señaló María Teresa continuando con la conversación—. Es más... deberíamos intentar uno, ¿vos sabés bailar, Lucía? —Se escuchó preguntar.

Ella sonrió. —Sí... algo hay de eso —con cierto nerviosismo al pensar en los motivos por los que le preguntaba.

Joaquín miraba el desarrollo de la escena con curiosidad y cierto recelo. ¿De qué iría todo eso? ¿La harían bailar y con quién?

—Entonces debes deleitarnos con un baile de la mano del buen Giuseppe —comentó otro de los invitados con una sonrisa pícara—, se ve que harían una buena pareja de baile, ¿no creen? —Preguntando al resto quienes asintieron.

—Mirá que lo harás muy feliz si le concedés el honor de bailar con vos que eres tan buena bailarina —agregó otro integrante siguiendo el juego ante el enrojecido rostro de la pelirroja.

El argentino sintió que la sangre se le calentaba al imaginar a su mujer bailando tan cerca y tan sensual con otro hombre, mucho menor que él y en tan buena figura.

—Sí, Lucía, será una delicia ver a una argentina nata bailar —agregó María Teresa— ¿o vos qué pensás, Joaquín?

La pregunta lo tomó desprevenido. —Sí, sí... Lucía es muy buena bailarina —atinó a decir—, seguro hará un buen baile con Giuseppe —fingiendo una sonrisa por cortesía.

Lucía advirtió que Joaquín estaba celoso, su postura cerrada, con las piernas cruzadas y recargado del lado izquierdo del cuerpo sobre su puño en la barbilla le daban a notar que no estaba cómodo con lo que sucedía.

—¿Qué género podría ser? —Cuestionaba uno de los presentes ajeno a los pensamientos de la cantante.

—Un tango... —sugirió otro.