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"-Da igual, eso ya no importa", dije con indiferencia, ignorando a mi compañero de celda. Después de eso, no volví a hablar con él ni con el oficial que me estaba interrogando. Pensé que sería un día, pero el tiempo pasó inexorablemente: un día se convirtió en dos, dos en tres, y así sucesivamente, hasta que pasó una semana.

Hasta que un lunes por la mañana, el oficial regresó y me llevaron a la sala de interrogatorios donde el oficial Benavides me esperaba. "-Encantado de volver a verlo, oficial. ¿Qué lo trae a este lugar?", pregunté con un tono burlón.

"-Vine a que me termines de contar la historia de hace unos días", respondió.

"-¿En qué parte quedamos?", pregunté, intentando recordar hasta dónde había llegado en mi relato. No lo hacía para burlarme del oficial, solo para poder continuar, ya que en realidad no me acordaba en qué parte había dejado la historia.

"-Quedaste en la parte de que tu amigo se enteró de la mentira", dijo el oficial.

"-Gracias por darme un empujón", dije y empecé a contar todo desde ese punto. "-Antes de que cuente todo, le advierto que desde este punto, voy a empezar a revelar cada uno de mis crímenes".

Dicho esto, el investigador asintió para que yo empezara a contar mi historia.

Pasado

Estaba con Juliana ese día. Ella me pidió ayuda para mover unos muebles en el apartamento donde vivía con Catalina. Ellas dos se habían mudado juntas para ahorrar en gastos. Catalina no estaba ese día porque estaba trabajando, así que me llamaron a mí para ayudar a hacer el trabajo más fácil para Juliana.

"-Mateo, ¿qué crees que pase si Cristian se entera de la mentira?", preguntó Juliana con preocupación. "-Tengo miedo de perder la amistad con él. Ya hace poco, nuestra amistad estuvo a punto de irse a la mierda con lo que pasó con su hermano", dijo mientras un deje de tristeza pasaba por su rostro.

"-Tranquila, si eso llega a pasar, yo me echo la culpa de todo para que tú y Catalina queden libres de ese problema. ¿Si?", dije con una sonrisa. "-Ahora movamos este coso, que si llega Catalina nos echa a los dos por tener este desorden".

Dicho esto, unos golpes en la puerta se escucharon. Yo iba a abrir la puerta, pero Juliana se me adelantó y abrió la puerta. Seguido de esto, entró Cristian enojado y gritando mientras me buscaba para ese momento, yo estaba moviendo los muebles de la habitación de Juliana, así que salí para ver qué quería y saber por qué estaba gritando.

"-¿Qué pasó? ¿Por qué está gritando...?", no pude terminar mi oración, ya que un golpe en mi mejilla me lo impidió.

"-¿Por qué hiciste eso?", dijo Cristian enfadado. "-¿Hacer qué? ¿De qué hablas?", pregunté mientras intentaba recordar qué había hecho yo. Solo esperaba que no fuera por "Alexander".

"-No te hagas el tonto, tú sabes de qué hablo", dijo.

"-En serio, no sé de qué hablas", respondí.

"-De que te hiciste pasar por otra persona y estuviste diciéndome mentiras todo este tiempo. De eso hablo", dijo.

Quedé frío, no sabía qué responder. Las palabras no me salían.

"-Déjame explicarte", intenté dar una explicación, pero Cristian no me dio oportunidad.

"-Explicar qué, que mis amigos me han estado tomando como payaso", dijo mientras miraba a Juliana, la cual estaba mirando todo desde la puerta de entrada. "-Ya sé todo, y no hay nada que explicar. Si esto era una broma, pues yo no le veo nada de gracioso".

"-Cristian, eso no es así. En serio, no era una broma. Déjame explicarte todo. Eso fue idea mía. No metas en esto a Juliana, ella no sabía de eso", intenté poner la situación en perspectiva, pero Cristian no parecía dispuesto a escuchar.

"-No intente defenderla, ella es igual de falsa que usted. Me da asco pensar en que ustedes fueron mis amigos. Les di confianza y ustedes lo único que hicieron fue mentirme", dijo Cristian, su voz llena de amargura y decepción.

"-Perdón, en serio no era mi intención. Juliana solo me llevó el juego. Ella no tiene velas en este entierro. Si va a desquitarse con alguien, que sea solo conmigo", dije mientras sentía un nudo en mi garganta formarse.

"-No le dije nada antes por miedo a cómo iba a reaccionar y también porque no quería que usted tuviera algo en contra de Juliana", agregué, intentando explicar mi comportamiento.

"- Donde hubiera sido antes de que yo le contara mis cosas, yo hubiera entendido. Yo le conté todo porque pensé que estaba hablando con un amigo que había conocido y había tenido una amistad desde cero sin intermediarios. Eso es lo que me duele", dijo Cristian, su voz llena de dolor y decepción.

"-Yo sé que las cagué. En serio, no voy a decir que no fue mi culpa porque sería muy hipócrita de mi parte. Yo acepto toda la culpa. Si no quiere volverme a hablar, está bien. Lo acepto. Pero por favor, no le haga daño a Juliana, ¿si?", supliqué, intentando proteger a Juliana de la ira de Cristian.

"-Debió decirme eso antes. Ya pasó más de un año desde que nos graduamos. ¿Por qué no lo dijo antes?", preguntó Cristian, su voz llena de reproche.

"-Tenía miedo y además pasaron muchas cosas y no tuve tiempo de decirle nada", respondí, intentando explicar mi silencio.

"-¿Qué cosas? Si va a decir mentiras, al menos hágalo bien", dijo Cristian, su voz llena de sarcasmo.

"-Él no está diciendo mentiras. Mientras usted pensaba que no pasaba nada con Mateo, él tuvo que pasar por muchas cosas, como por ejemplo, tener que trabajar y buscar un lugar donde dormir mientras encontraba un lugar donde quedarse luego de que los papás lo echaron de la casa", dijo Juliana, defendiéndome.

"-Si, claro. Ya les creí. Dejen de decir esas estupideces", dijo Cristian, su voz llena de desprecio. Luchaba con el impulso de decirle todo, pero me detuve cuando sus últimas palabras antes de irse salieron.

"-La única que me dijo la verdad fue Catalina. A ella sí la puedo considerar mi amiga", dijo Cristian, y con eso, dio media vuelta y se fue, dejándonos en medio de la sala.

Mientras que todo el departamento donde vivía Juliana y Catalina cayó en un silencio que parecía eterno, hasta que unos minutos más tarde Juliana habló.

"-Catalina fue la que dijo todo", dijo Juliana, su voz llena de tristeza. "-Aunque merecemos esa traición, nosotros fuimos los que empezamos esto, ¿no?"

"-Yo soy el único que merezco esto. No usted. Yo fui el único idiota que cometió el error. Usted no debió quedar en medio de esto. Perdón", dije, sintiendo un peso en mi conciencia.

Me acerque a Juliana y la abrace fuertemente. Sentía que si la soltaba, ella me iba a dejar como lo hicieron Catalina y Cristian.

Una alarma interrumpió mi relato, dando por entendido que el tiempo dado se había acabado. Antes de que dijera alguna palabra, el oficial Benavides habló.

"-Me gustaría saber qué pasó después, pero ya acabó el tiempo que teníamos para hablar".

"-Créame, a la próxima entenderá un poco más de cómo empezó todo este desastre", terminé de hablar. Un guardia entró para llevarme a mi celda. De camino a esta, me sumergí de nuevo en mis pensamientos y me preguntaba qué habría pasado si no hubiera empezado toda esa mentira.

El dolor de lo no planeado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora