Invasión de emociones

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Salí de mi casa como si no hubiera dormido en días, a pesar de que no pasaron más de cuatro horas desde aquella noticia, me sentí como si hubiesen pasado días en los que dormir no había sido una opción, tenía miedo mucho miedo,  no sabia que estaba pasando con el, no sabia si estaba bien o como lo estaban tratando o si siquiera habia despertado.

Llegué al aeropuerto,  con mil pensamientos en mi cabeza, todo daba vueltas, varías veces estuve a punto de caer en el suelo frente al resto de no ser por una amable chica que se acercó a mi con un poco de café que a decir verdad era extremadamente dulce, pero era justo lo que necesitaba, platicamos durante unos minutos antes de ir a comprar los boletos, me despedí de ella no sin antes pedir su número.

Me acerque al mostrador mostrando mis documentos a la vez que pedía un boleto con destino a Costa Rica, siempre creí que iría a ese país por muchas razones pero nunca de esta, mientras estaba distraída en mis pensamientos la chica apresurada por atender al resto llamo mi atención, le di el dinero y recibí mi boleto para el cual faltaban tan solo treinta minutos para abordar.

Me senté en una banca cerca de las puertas de embarque, solté un largo y pesado suspiro recostando mi cabeza hacía atrás, tratando de ordenar mis pensamientos cosa que no dió el mejor resultado. Tome mi teléfono el cual desde que llame a mis padres no había revisado, y puse la lista de canciones que el había hecho para mí, canciones que de inmediato me hicieron llorar al recordar mi desesperación al momento de recibir la noticia.

Una historia sin finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora