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Laura, temblando, se separó un poco, su mirada llena de incertidumbre. Sus labios estaban rojos y húmedos, reflejando la intensidad del beso y la emoción acumulada. Las lágrimas seguían cayendo, pero ahora había un leve atisbo de esperanza en su expresión.

—Alexa, por favor. —dijo Laura, susurrando—. Necesito saber si hay algo, alguna chispa de recuerdo.

Alexa la miró fijamente, luchando por encontrar una respuesta en su propio torbellino emocional. Finalmente, asintió lentamente, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas también.

—Sí… sí, hay algo… —admitió Alexa, con voz temblorosa.

Laura, conmovida, colocó sus manos en el rostro de Alexa, buscando un contacto físico que le diera fuerza. Se arrodilló en el suelo, aún aferrada a Alexa.

—Gracias, Dios. —murmuró Laura, con la voz quebrada—. Gracias por darme una oportunidad más.

Alexa, viendo la vulnerabilidad de Laura, se agachó también levantando su rostro: —Te recuerdo mi amor.



𝆺 𝆺 𝆺

Los días pasaron, y las semanas siguieron su curso, con Laura y Alexa aferrándose a los pequeños momentos de felicidad que encontraban juntas.

Una noche, mientras la lluvia caía suavemente sobre el techo, Laura y Alexa se encontraron en la intimidad de la habitación. La luz tenue de la lámpara proyectaba sombras suaves en las paredes, creando una atmósfera tranquila y segura. Laura, con el corazón latiendo con fuerza, tomó la iniciativa. Se acercó a Alexa y la besó con ternura, un beso que comenzó como una promesa silenciosa y se transformó en una expresión profunda de amor. La necesitaba, y eso era más que evidente.

El beso se volvía cada vez más apasionado. Laura, sintiendo la piel de Alexa bajo sus manos, se detuvo para mirar las cicatrices que marcaban su cuerpo. Cada una de ellas era un testimonio del sufrimiento pasado, y Laura sintió una profunda tristeza al verlas. Sin poder contenerse, comenzó a besar cada cicatriz con un cariño infinito, tratando de sanar el dolor que representaban.

Las lágrimas de Laura comenzaron a caer mientras recorría con sus labios las marcas de Alexa. Besó cada cicatriz con devoción, deseando que Alexa pudiera sentir lo hermosa que era ante sus ojos, a pesar del dolor que había sufrido.

Alexa, conmovida por la ternura y la dedicación de Laura, permitió que sus lágrimas se unieran a las de la más alta. Las dos mujeres compartieron un momento de vulnerabilidad, sintiendo que, a pesar de las cicatrices, el sufrimiento, y el pasado, su amor podía construir un futuro lleno de alegría y belleza.

Alexa, conmovida, dejó salir un suspiro. —Lau, no es necesario que hagas esto…

Pero Laura la interrumpió con un beso en una cicatriz particularmente visible. —Sí, lo sé. Pero... Quiero que sepas cuánto te amo y cuánto te admiro. Cuánto te extrañé, cuánto te deseo.

Las lágrimas de la más baja comenzaron a caer, mientras la más alta recorría con sus labios las marcas de esta. Besó cada cicatriz con devoción, como si cada uno de esos besos pudiera borrar el sufrimiento del pasado y reemplazarlo con amor y ternura. Alexa, sintiendo la intensidad del momento, dejó que sus lágrimas fluyeran libremente. Se sentía amada y comprendida en un nivel profundo, y el gesto de Laura solo intensificó su emoción.

Cuando Laura levantó la vista, sus ojos estaban llenos de amor. Sus labios todavía estaban húmedos de los besos, y su mirada era una promesa silenciosa de que estaba dispuesta a estar a su lado en cada paso del camino. Alexa se inclinó hacia Laura y la besó con una fervorosa pasión. Sus labios se encontraron con los de Laura en un beso que era tanto una afirmación de su amor como una expresión de su deseo.

—Laura, no puedo más… Te necesito. —susurró Alexa con urgencia.

Laura asintió, sus manos temblando de anticipación mientras comenzaba a despojarse de sus propias prendas con una lentitud deliberada. —Yo también, mi amor. Te deseo más de lo que puedo expresar.

Alexa comenzó a desnudarse con movimientos delicados, como si cada acción fuera una forma de intensificar el momento. Laura, sin poder apartar la vista, se sintió atraída hacia ella, un magnetismo irresistible que la llevó a acercarse más. Cuando Alexa la atrajo hacia ella, Laura sintió el calor de su cuerpo contra el suyo. El contacto piel con piel hizo que Laura soltara un suspiro de satisfacción, un alivio ensoñador.

El beso entre ellas se volvió aún más urgente, y Laura comenzó a explorar el cuerpo de Alexa con sus manos. Sus dedos acariciaron la piel suave y cálida, bajando lentamente por el torso de Alexa. Cada caricia era deliberada, llena de una ternura y devoción que hacían que cada toque fuera especial. Laura se detuvo un momento en los pechos de Alexa, besándolos suavemente antes de continuar su descenso.

Las respiraciones se entrelazaron en el aire cargado de deseo, mientras el sonido de la lluvia afuera se hacía más lejano, casi inexistente en medio de la intensidad del momento. Laura continuó su viaje por el cuerpo de Alexa, como si estuviera descubriendo un mapa secreto que solo ella tenía el privilegio de explorar. Los latidos de sus corazones se aceleraban al unísono, creando una melodía única, una sinfonía de dos almas que finalmente se encontraban en el mismo compás.

Alexa cerró los ojos, entregándose por completo a las sensaciones que le regalaba la más alta. Sus manos, antes tímidas, comenzaron a moverse por el cuerpo de Laura, deslizándose por su espalda, dibujando líneas imaginarias que las conectaban aún más. Cada caricia era una reafirmación de su amor, un recordatorio de que, a pesar de las cicatrices, del dolor y del pasado, ellas se habían encontrado y estaban decididas a luchar por ese amor.

El tiempo parecía detenerse mientras se entregaban la una a la otra, el mundo exterior desaparecía, dejando solo la intimidad de sus cuerpos y la conexión de sus corazones. Laura, conmovida por la vulnerabilidad de Alexa, sintió que su amor se intensificaba con cada momento compartido. La ternura con la que besaba y acariciaba cada rincón del cuerpo de Alexa no era solo una expresión de deseo, sino también una forma de prometer que nunca más la dejaría sola.

Alexa, por su parte, se sentía abrumada por la intensidad del amor de Laura. Cada gesto, cada toque, le decía más de lo que las palabras podrían expresar. La necesidad de Laura era palpable, pero no era una necesidad egoísta; era un deseo profundo de sanar, de amar y de ser amada en igual medida. Y en ese instante, Alexa supo que no importaba lo que el futuro les deparara, porque juntas podrían enfrentar cualquier cosa.

El clímax de su unión fue un susurro en la oscuridad, un nombre pronunciado con devoción, una promesa hecha en el calor del momento. Y cuando finalmente se quedaron quietas, sus cuerpos aún entrelazados, la paz y el cansancio las envolvieron, como una suave manta que las protegía del frío de la realidad. Laura, aún temblando ligeramente, apoyó su frente en la de Alexa, susurrando un suave -te amo- antes de dejar que el sueño las reclamara.

Esa noche, entre la lluvia y las sombras, Laura y Alexa encontraron algo más que placer; encontraron un refugio en el amor que compartían, un lugar donde las cicatrices se volvían hermosas, un inicio hacia un futuro mejor y donde el dolor del pasado podía ser sanado.

Y mientras la lluvia continuaba cayendo, afuera, como una suave melodía, dentro de la habitación, el silencio y la paz reinaron, sellando la promesa una vez más, de que, pase lo que pase, siempre se tendrían la una a la otra.

Tras la mirada perdida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora