El pasadizo oculto

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El pasadizo era más largo de lo que Jorge había imaginado. El suelo era de piedra y cada paso que daba resonaba en las paredes estrechas. La luz apenas se filtraba desde alguna que otra rendija, creando sombras inquietantes a su alrededor.

A medida que avanzaba, podía escuchar sonidos apagados, como murmullos o susurros, que parecían venir de alguna parte. Era difícil determinar su origen, pero le daba la sensación de que no estaba solo.

Finalmente, llegó a una puerta de madera al final del pasadizo. Estaba ligeramente entreabierta, y una luz tenue se filtraba por la rendija. Jorge respiró hondo y empujó la puerta con cuidado.

Al otro lado, se encontró en la trastienda de la peluquería. A primera vista, parecía un lugar normal, con estanterías llenas de productos de belleza y herramientas de peluquería. Sin embargo, había algo perturbador en el ambiente, una sensación de que todo estaba fuera de lugar.

Escuchó pasos acercándose y se escondió rápidamente detrás de una cortina que separaba la trastienda del salón principal. Desde su escondite, pudo ver a Clara, la peluquera, entrar en la habitación. No estaba sola; la acompañaban dos mujeres más, que parecían clientas. Pero sus rostros mostraban una mezcla de miedo y sumisión.

-No os preocupéis -dijo Clara con una voz que intentaba ser tranquilizadora-. Esto se resolverá pronto. Solo tenemos que esperar un poco más.

Jorge sintió un nudo en el estómago. ¿Qué estaba pasando en esa peluquería? ¿Por qué esas mujeres parecían tan asustadas? Sabía que debía hacer algo, pero también era consciente de que cualquier movimiento en falso podría ponerlo en peligro.

Decidió esperar a que Clara y las mujeres salieran de la trastienda. Una vez que estuvieron fuera de su vista, salió de su escondite y comenzó a buscar alguna pista que le diera una respuesta. Encontró un teléfono en una mesa cercana y rápidamente intentó llamar a Leire para informarla de lo que había descubierto. Pero no había señal.

Frustrado, decidió explorar más a fondo la peluquería. Encontró una pequeña puerta en el suelo, oculta bajo una alfombra, que llevaba a un sótano. Sin pensarlo demasiado, la abrió y bajó las escaleras. Lo que encontró allí abajo lo dejó sin aliento.

El sótano estaba lleno de objetos personales: fotografías, diarios, cartas, todo cuidadosamente almacenado en cajas. Jorge empezó a revisarlo todo, tratando de encontrar algo que le diera una pista sobre la relación de Clara con su exsuegra y los oscuros secretos que aparentemente escondía.

En una de las cajas, encontró un diario antiguo. Al abrirlo, se dio cuenta de que pertenecía a la exsuegra de Clara. Las páginas estaban llenas de relatos inquietantes sobre peleas familiares, traiciones y sospechas de prácticas ocultas. La exsuegra de Clara parecía haber estado obsesionada con la idea de que alguien en su familia quería hacerle daño, y sus escritos reflejaban una mente perturbada.

Mientras leía, Jorge empezó a sentirse mareado. El aire en el sótano era denso, y un fuerte olor químico comenzaba a llenar el ambiente. Intentó salir, pero de repente, la puerta del sótano se cerró de golpe, dejándolo atrapado en la oscuridad.

El Último Reportaje: Misterios de la peluquería Donde viven las historias. Descúbrelo ahora