Epílogo

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Lalisa

Ella hace un montón de bromas del tipo "Estás oficialmente condenada a una vida de Jenniseria. ¿Entiendes? Jennie y miseria... Ay por favor Lalisa, ríete." y Lisa no está segura de que le hicieran gracia al principio, y mucho menos ahora que hace una semana que la tiene de vuelta, pero no puede evitar alegrarse cada vez.

Incluso mientras suspira y menea la cabeza con desaprobación.

—A la derecha. En realidad, a la izquierda. En realidad, déjame hacerlo a mí —refunfuña la castaña, robándole el martillo de la mano. Están colgando un cuadro en la pared de lo que volverá a ser la habitación de Yoon. Es una tontería, algo que Lisa dibujó ayer de improviso, porque eso es lo que ha sido: Espontánea. Inspirada. Feliz.

Un Chispitas gigante, como Godzilla, que se eleva sobre el letrero de Hollywood —que por casualidad deletrea SULLYOON— no es el estilo artístico habitual de Lisa. Y el resultado no le pareció tan bueno. Pero cuando dejó su bloc de dibujo abierto en la encimera de la cocina, Jennie y Jisoo le echaron un vistazo, y todas sus protestas se encontraron con ojos en blanco y acusaciones de que estaba buscando cumplidos. En cuanto se puso el sol, le robaron el coche y condujeron durante horas para encontrar el marco perfecto.

Y mientras estaban fuera, Lisa trasladó las cajas de Jennie a la habitación contigua. Ella solo estará en la de Lisa, ya que es lo que tiene más sentido.

Solo estar con ella.

Su pareja. Su compañera.

Con ella.

Aún no se ha acostumbrado a la idea. Es posible que cuando se trata de sentimientos como los que siente por Jennie, grandes, abrumadores y abarcadores, acostumbrarse no sea algo que ocurra nunca. Es posible que la crudeza de lo precioso nunca desaparezca. Y cada vez que piensa en el futuro, en las posibilidades, los latidos de su corazón se aceleran como si estuvieran en una carrera contra sí mismos.

Y Jennie siempre se da cuenta.

—¿Qué pasa con esto? —pregunta, con las palabras entre dientes y tocando el lado izquierdo de su pecho—. ¿Evento cardíaco? —Ella la mira de reojo con sus bonitos ojos lilas. Su perfil es suave, de líneas delicadas marcadas por las dramáticas puntas de sus orejas, dientes y barbilla. Casi la deja sin aire en los pulmones.

No sabe qué contestarle. Así que se acerca y le pasa una mano por la espalda mientras ella se golpea contra la pared. Cuando eso no es suficiente, rodea su torso con los brazos. Inhala su estimulante y alucinante aroma. Cierra los ojos.

No estaba sola antes de ella. Si alguien le hubiera preguntado, no habría admitido ser infeliz. Tenía una manada y una hermana que cuidar, cosas que le apasionaban, amigos por los que daría la vida. Nunca pensó que le faltara nada. Pero ahora...

No está segura de merecer el calor de su vida actual, pero lo conservará de todos modos.

—Hola —dice Jennie, como si no hubieran estado juntas en toda la noche, desde el mismo instante en que se despertó. Deja el martillo y el clavo sobre la cómoda. Su mano pálida se enrosca suavemente alrededor de su antebrazo. La mayor siente una profunda felicidad.

—Hola —dice.

Ella empieza a trazar letras en su piel, y la mayor quiere decirle que vaya más despacio, que deletree las palabras otra vez. Pero entonces capta una E, una M y una O, y piensa que tal vez pueda adivinar...

—Ha llegado mi pequeña peste —susurra emocionada mientras un coche entra por la calzada bajo la ventana. Jennie se zafa de su abrazo y Lisa se traga un gruñido hosco al ver que ella no es la primera y única preocupación de su compañera. Luego la sigue escaleras abajo.

Hace más de dos semanas que no ve a Yoon, pero su hermana apenas le da un abrazo superficial, demasiado ocupada enseñándoles a Jessie y a su nueva amiga Jisoo el nuevo transportín que la tía Rosé ha comprado para Chispitas.

Lisa reprime una sonrisa y sale justo cuando su mejor amiga sale del coche.

—Gracias. Te debo una.

Rosé resopla.

—Chica, me debes diez. Y no por Yoon.

—¿Qué más?

—Emery ha estado explotando el chat familiar. Entre otras cosas, al parecer. —Se encoge de hombros ante la ceja levantada de Lisa—. ¿Qué? ¿Demasiado pronto?

Lisa suspira y le hace un gesto para que entre.

—Entra. Te pondré al día de la mierda de los últimos diez días.

—Muy emocionada de escuchar todo sobre...

Un solo paso dentro de la casa y Rosé se detiene como si acabara de chocar contra un montón de ladrillos. La palma de la mano busca apoyo en la pared.

—¿Qué demonios? —Lisa la mira con el ceño fruncido. Al no obtener respuesta, se vuelve para estudiar a su amiga. Su cuerpo vibra ligeramente. Sus pupilas se contraen, como suele ocurrir cuando un licántropo está a punto de cambiar. Y sus ojos...

Lisa sigue la mirada de Rosé. Está clavada en una pequeña figura agachada en el suelo del salón. Está rascando la barbilla de un ronroneante Chispitas y murmurándole disculpas.

Jisoo.

La mirada de Rosé permanece allí durante mucho tiempo, como capturada, o tal vez sin querer soltarla.

—Bueno, bueno, bueno —balbucea. Su voz es ronca. Demasiado grave. Sus ojos clavados en Jisoo—. Parece que estoy jodida, amiga.

Lisa comprende inmediatamente y sonríe.

Y vaya que jodida.

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Gracias a todos aquellos que apoyaron esta historia. Nos vemos en una siguiente adaptación.

The Wolf's Bride | Adaptación Jenlisa (G!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora