Capítulo 11

1K 125 29
                                    

Bakugo tenía las emociones desbordadas. Jamás se imaginó, ni en sus peores pesadillas, que estaría así, llorando mientras el nerd de Deku le abrazaba. Escuchar que no había rencor por parte de Izuku le quebró más. Desde que consiguió su quirk a una temprana edad, se había comportado como un patán con el pecoso. La rivalidad, debido a sus propias inseguridades, les separó. Antes de su relación online, nunca se había planteado en exceso su forma de actuar con Deku, sin embargo, tenía claro que no quería que le pasara nada serio. Saber que se autolesionó para intentar acabar con su vida fue como si le cayera encima un peso que no podía soportar. No quería ni pensar que hubiera sido de sí mismo si no hubiera vuelto a ver a Izuku. Si una de las causas de su ausencia fuera él...

—No vuelvas a hacerlo—dijo Katsuki, todavía apoyado en el hombro de su contrario. No tenía el valor de corresponder al abrazo. Estaba temblando.

—No lo haré. Te lo prometo, Kacchan.

Se separó lentamente de Izuku mientras secaba disimuladamente sus lágrimas. Inhaló aire para tranquilizarse.

—Más te vale que esto quede entre nosotros—dijo el rubio con cierta vergüenza.

—Tranquilo, no se lo diré a nadie.

—Parece que va parando de llover, ¿tienes fuerzas para volver a salir?

—Sí—asintió, levantándose—. Intentémoslo de nuevo

La lluvia fue disminuyendo su intensidad poco a poco. Caminaron por otro largo rato, dónde aquel bosque ya se percibía como el laberinto del minotauro.

—Todo parece igual. Diría que he visto esa piedra más de tres veces—se quejó Deku, exhausto—. Me duelen mucho las piernas.

—Aguanta un poco más, no podemos estar aquí de noche bajo ningún concepto.

—Lo sé, pero... ¡Kacchan!

Antes de poder reaccionar, Katsuki cayó por un desnivel de tierra, varios metros hacia abajo. Izuku, sin pensárselo mucho, se deslizó como pudo para llegar a su compañero, quien estaba en el suelo agarrándose un tobillo.

—¡Kacchan! ¿Estás bien?

—¡Ah, joder! Me he hecho daño en el tobillo.

—Te ayudaré, apóyate en mí.

—Ni hablar—se negó, girando la cabeza con altanería—. No necesito ayuda.

—Vamos, Kacchan, aceptar ayuda no te hace débil. Tú lo hiciste conmigo.

—Tch. Te dije que puedo solo—intentó incorporarse pero se tambaleó, estando Deku para sujetarle a tiempo.

—Por favor...—la súplica en esos ojos verdes le ablandó. Apoyó el brazo en los hombros de Deku, quién pasó el otro brazo por la cintura de Katsuki.

—Te consideraré mi bastón.

—Si así cedes...

Siguieron la ruta haciendo paradas cada cierto tiempo, hasta que empezaron a oír voces de otras personas.

—¡Ey! ¡¿Hay alguien?! ¡Estamos aquí!

—¿Joven Midoriya?—nunca habían esperado tanto oír la voz de un profesor.

—¡Sí! ¡Estamos aquí!

—¿Estáis bien?—preguntó un maestro, apareciendo entre la maleza.

—Sí, pero Kacchan se ha torcido el tobillo.

—¿Te duele mucho?—se preocupó el mayor, inspeccionando superficialmente la zona dañada.

—Creo que con un poco de reposo estará solucionado—afirmó Bakugo—. Llevamos caminando horas. Eso no ayuda.

Corazones en línea || BakudekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora