Capitulo 1: Amanecer

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Todo a su alrededor era confuso y extraño para él. No sabía quién era ni qué hacía allí. La frialdad y calma de la nave lo llevo a recorrer todas sus áreas. Camino, pero tras cada paso que daba sentía un fuerte mareo que incluso lo hacia tambalear. Cómo pudo, logro mantener el equilibrio y se dirigió a lo que parecía ser una especie de cocina.

Al revisar el lugar encontró una pequeña carta en una estantería. Al tomarla, sintió escalofríos acompañados de un increíble dolor de cabeza. Aún así empezó a abrir la carta. Quien era, que hacía allí, todo eso, todas esas preguntas. Él en verdad quería saberlas.

Para su sorpresa, pudo leer las palabras escritas en esa carta sin ningún tipo de problemas. La carta decía:

"Sin importar si llegas a encontrarte con ese hombre, o si crees que tu destino es cruel. Tan solo recuerda quién eres. Tú eres Arue, por favor, nunca olvides éso, ya que si olvidas quien eres, tus propósitos, tus sueños, nunca podrás entenderte a tí mismo, solo serías otra marioneta del destino. No cometas el mismo error que cometí. Nunca te rindas, aunque no tengas un motivo, aunque solo quieras desaparecer. Por favor... Vive. Eso es lo único que deseo".

—Mi nombre es... Arue —comenzó a llorar y cayó de rodillas. Las lágrimas recorrían sus mejillas. Apretó los puños, sintiendo una profunda angustia. «¿A dónde me dirijo? ¿Por qué no recuerdo nada más? ¿Quién escribió está carta? » pensó, deseando descubrir todas esas respuestas. «Ni siquiera sabía mi propio nombre. Es tan... tan frustrante».

Después de bastante tiempo en el que solo dedicó su tiempo a charlar consigo mismo, comer la poca comida que había en ese lugar cada cierto tiempo, jugar con los utensilios de la cocina, y sobre todo, intentar descubrir alguna pista más que le hiciera recordar algo. Nada, por más esfuerzo, no encontraba nada que lo hiciera recordar, y aunque no tenía noción del tiempo, la visión de un planeta desde la nave se hizo clara.

—¡Qué hermoso planeta! —exclamó, asombrado al ver la esfera azul y verde que se reflejaba en sus ojos, su belleza era tan deslumbrante que contrastaba la confusión que sentía.

De repente, la nave comenzó a emitir ruidos extraños, sonidos inconfundibles y aterradores que nunca antes había escuchado. Desesperado, corrió hacia el panel de control, presionando botones y jalando palancas al azar en un intento desesperado de controlar la situación.

Los ruidos cesaron momentáneamente, y al sentirse aliviado, limpió el sudor de su frente. Pero antes de que pudiera relajarse, una sacudida violenta lo arrojo contra la pared. La nave había penetrado la atmósfera del planeta y se estaba precipitándose hacia la superficie. Sé aferro a lo que pudo mientras la nave se estrellaba con un estruendo ensordecedor.

Cuando finalmente se levantó, se dió cuenta de que, a pesar del impacto, tenía pocas heridas. Sin embargo, una pequeña abertura en el techo le reveló una escena alarmante: humo y llamas comenzaron a escapar por la rendija, y una nueva explosión lanzó fragmentos de metal incandescentes en todas direcciones.

Intentó apartarse, pero fue inútil. Los restos de metal lo impactaron, cortando su brazo y pierna. Paralizado por el terror, observo cómo la sangre brotaba de sus extremidades mutiladas.

«¿Qué, está pasando?» se preguntó, aterrado, mientras tocaba el muñón de su brazo.

Apenas sosteniéndose en un solo pie, el fuerte olor a sangre nublo su vista y lo hizo perder el equilibrio, para después quedar inconsciente.

Sin saber cuánto tiempo pasó inconsciente, despertó, y lo primero que miró lo dejó perplejo: su brazo y pierna estaban intactos. No había sido un sueño, sus extremidades estaban de vuelta. Sin embargo, por más que Arue miraba en todos direcciónes, no hubo rastro de las extremidades que supuestamente había perdido.

Bondad y Maldad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora