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SARE
La sala de espera del consultorio de la psicóloga Brown estaba constituido por un par de sillones de cuero negro y una mesa de estar de vidrio en donde se encontraban apilados tres libros de tapa dura. Por sus títulos supe que eran de psicología.
Sus paredes eran de color gris, transmitiendo una sensación de elegancia y confianza, la cual se reforzaba por los muchos reconocimientos que se encontraban colgados alrededor de todo el lugar.
Escuché mi nombre desde el interior de la habitación una vez un hombre de no más de unos treinta años salió de la misma.
2:30. Justo a la hora programada.
Entré al lugar tomando una profunda bocanada de aire. La mujer tenía una habilidad excepcional para dar en mis puntos sensibles y de una u otra manera hacerme hablar.
Era alguien digna de admiración, eso nadie lo negaba.
—Hola Sare —pronunció con un tono amigable, invitándome a tomar asiento en la silla situada al frente de ella.
—Buenos días doctora —devolví con un tono formal, reafirmando la relación de doctora-paciente que ambas teníamos.
Ella era la cuarta especialista con la que trataba y una sola vez había cometido el error de encariñarme con el psicólogo, fue cuando había comenzado con las terapias y mis emociones eran muy inestables.
—¿Dime qué ha pasado en la última semana?, noto un comportamiento hostil.
—Tan perspicaz como siempre.
—Es parte de la profesión. ¿Y bien?
—...Tuve el impulso de volver a pintar. —dije desviando la mirada.
—Eso es bueno, aun cuando te empeñes en creer que es lo contrario. Por nuestras antiguas sesiones estamos de acuerdo en que el arte es una parte esencial en el desarrollo de tu personalidad, de hecho, fue parte de tu desarrollo en general, por lo que...
—Por nuestras sesiones anteriores usted está enterada del por qué me rehúso a volver a pintar, —le interrumpí con agresividad —usted es consciente del peso tanto moral como emocional que tengo con esa situación.
—Eso lo tengo claro, pero es un peso que tú sola te has impuesto, algo que más que ayudarte termina perjudicándote. Muchos pacientes han encontrado en ese tipo de actividades confort y alivio, en algunas otras ocasiones ha servido como terapia para poder comprenderse a sí mismos y les ha contribuido en el proceso de sanación y superación de trauma.
No dije nada por lo que ella continuó.
—El hecho de que aún con la influencia emocional y traumática que tienes desees volver a hacerlo demuestra el apego y pasión que tienes con la pintura, —me dedicó una sonrisa de comprensión y aliento—no debes dejar de hacer algo que te produce júbilo solo por el sentimiento herrado de culpa, porque al igual que yo debes estar segura de que lo que pasó no fue tu culpa, nadie tuvo la culpa.
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Secretos Sangrientos: Ecos de un amor mortal.
Mystery / ThrillerEn el mundo de misterio y amor, Te voy a contar un rumor. La artista con un corazón de pasión, Alguien de las sombras, despierta su atracción. En danza incierta y audaz, Secretos y deseos, unidos en un lazo tenaz. Dibujos que cautivan, el peligro de...