2 | UN CURIOSO SUCESO

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SARE

Los sentimientos y sensaciones nos transportan a recuerdos que yacían olvidados en nuestro subconsciente ayudándonos a conmemorarlos.

Recuerdo la primera vez que fui a un museo, la emoción que sentí al observar todas aquellas pinturas, como todos mis sentidos parecieron florecer en ese entorno, desde ahí, como si toda mi vida se hubiera resumido a ese momento decidí que pintaría, por esa razón, había decidido seguir la carrera de Artes, había planeado toda mi vida en un instante, ignorante de lo que se me avecinaba.

Pasaba días y noches en el ático de nuestra casa, el cual nuestros padres habían arreglado para mí con la intención de apoyar mi nuevo sueño.

Recuerdo que para ese momento aquel rincón del mundo que solo era mío estaba lleno de manchas por todos lados, pinturas inconclusas, algunas rotas porque no me convencían y otras que simplemente las cuidaba como si fueran joyas preciosas, porque para mí lo eran, se convertían en obras que se me hacía imposible creer que yo había creado y las observaba con júbilo y fascinación.

Seguramente si no hubiera pasado eso para este momento hubiera mejorado desmedidamente, seguramente... pero no existen los talvez, solo el pasado que te marca y no te permite avanzar, estancándote en un vacío de "hubieras" y obligándote a seguir con las secuelas, porque el tiempo no perdona, jamás se detiene y aunque tú no hubieras tenido la culpa te obliga a continuar y aceptar que nada va a cambiar.

Porque a nadie le importa lo que te pasó, sino lo que pasará, ya que es demasiado fácil juzgar y por lo visto imposible detenerse y preguntar: "¿estás bien?"

Después de eso no volví a tocar un pincel, esa fue mi manera de enterrar lo que pasó y demostrar mi arrepentimiento y de aliviar mi culpa.

Sin embargo, años después de tomar esa decisión, reflejada en aquel interminable iris semejante a una amatista por primera vez mis manos volvieron a hormiguear, mi mente se desconectó y solo pude quedar anonada, como si el encuentro con él hubiera sido necesario en mi vida, como si el choque que sufrí hubiera sido el destino, como si no hubiera nada más importante que mi reflejo teñido de violeta en sus orbes.

Casi parecía que el ambiente se prestaba para lo íntimo del encuentro, un trueno sonó alo lejos y las gostas comenzaron a caer, al principio suaves, casi como una brisa, al final fuertes y torrenciales propias de un aguacero. Cada gota proveniente del cielo resonaba en el techo del edificio para después producir un estallido al tocar el suelo.

Mi mente estaba dividida en dos.

Una parte de mí me gritaba volver a mi casa y retratar aquellos orbes de hipnótica naturaleza, y la otra me obligaba a recordar mi promesa.

Secretos Sangrientos: Ecos de un amor mortal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora