Compiler volaba a toda velocidad sobre el océano, el viento nocturno silbaba en sus oídos mientras el agua se rompía en pequeños reflejos de luz bajo ella. Apretaba con fuerza el pequeño peluche de tiburón contra su pecho, aquel extraño regalo del hombre que había conocido apenas minutos antes. Mientras se alejaba de la base, echó un vistazo rápido al campo de batalla, aunque no tenía tiempo de detenerse; la flota del Imperio Sakura ya se retiraba, y su misión era unirse a ellos.
Mientras volaba, su mente volvía una y otra vez a lo ocurrido. Las palabras del comandante resonaban en su cabeza: "Eres diferente". ¿Qué había querido decir con eso? ¿En qué se diferenciaba de las demás sirenas? Por más que intentaba entender, las respuestas escapaban de su alcance, como las olas bajo su vuelo.
Finalmente, divisó las siluetas de los portaaviones y el destructor del Imperio Sakura a la distancia. Activando su camuflaje, Compiler aterrizó silenciosamente en la cubierta de uno de los barcos. Caminó por el acero frío, buscando a alguien entre las sombras, cuando se topó con una escena que la dejó momentáneamente perpleja.
Frente a ella, sobre una mesa, estaban dos mujeres kitsune, una de rojo y otra de blanco. Ambas se encontraban muy cerca la una de la otra, algo que claramente incomodaba a la kitsune de blanco, Kaga. Compiler no pudo evitar notar la extraña intimidad de la situación.
"Vamos, quédate quieta," insistía Akagi, mientras limpiaba un pequeño corte en el rostro de su hermana menor.
"N-Nee-sama, estás muy cerca..." murmuraba Kaga, intentando apartarse con nerviosismo.
Akagi, sin embargo, seguía firme. "Tienes un corte en la cara también," dijo, su voz suave. "Sería una tragedia que quedara una cicatriz en tu hermoso rostro." Con un gesto inesperado, lamió la herida de Kaga, lo que provocó un escalofrio en la chica de pelo blanco.
Kaga, incapaz de evitarlo, bajó la mirada. "Lo siento, Nee-sama. Después de todo, este cuerpo es..." comenzó a decir, pero fue interrumpida por el dedo de Akagi, que se posó sobre sus labios.
"No te preocupes," dijo Akagi, con una sonrisa cálida pero inquietante. "Somos como hermanas. Es natural que la mayor ame profundamente a la menor."
Kaga la miró con sorpresa, justo cuando un ruido proveniente de arriba interrumpió la escena. Las dos hermanas levantaron la cabeza, al igual que Compiler, para ver a una nueva figura haciendo su entrada.
Una joven de cabello blanco, con una delgada raya roja en el lado derecho, descendía con gracia desde una de las torretas del barco. Su cabello, recogido en dos largas coletas, caía hasta su cintura, y llevaba un vestido negro con una cruz colgando de su cuello. Compiler la reconoció al instante: era la infame Prinz Eugen, de la Iron Blood.
"Vaya... espero no estar interrumpiendo nada," dijo Eugen con una sonrisa traviesa, ajustando algunos de sus dispositivos mientras aterrizaba suavemente en el suelo.
Kaga la miró con desconfianza, sus ojos entrecerrándose. "Tú..." dijo, claramente irritada.
Eugen, sin embargo, levantó las manos en un gesto de paz, su sonrisa nunca desvaneciéndose. "No me mires así, somos aliadas, ¿verdad? Ustedes del Imperio Sakura, y nosotras de Iron Blood. ¿No?"
Akagi, que había permanecido observando la interacción en silencio, se levantó finalmente de la mesa. "Por supuesto," dijo con calma. "Somos camaradas, persiguiendo el mismo ideal." Mientras hablaba, sacó un objeto brillante de su túnica: el cubo.
Compiler observó el cubo desde las sombras, evaluándolo con detenimiento. A simple vista parecía intacto, pero al fijarse más de cerca, notó una pequeña grieta en su interior. Un suspiro frustrado escapó de sus labios. "Debió haberse dañado en el combate anterior," murmuró para sí misma. "Observer no estará feliz... aunque siempre puedo culpar a Purifier..." Pensó, mientras buscaba alguna excusa que la librara de problemas.
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soy una sirena (Reinicio)
Fanfictionesta historia es el reinicio de la anterior ya que la anterior no me acabo de convencer