Capítulo 5Mi padre había dicho que pasarían por mí a las ocho, pero yo ya estaba lista a las siete y media. Todo el tiempo restante lo pasé repasando cómo adaptarme al entorno que me rodearía esta noche.
No pienso ni por un segundo cambiar mi personalidad para encajar con las personas que conoceré. Seré yo misma, aunque eso moleste a más de uno.
La cuestión es ser agradable y no estropear el ambiente. ¿Serías capaz de transformarte solo para encajar en una sociedad corrompida? Cambiar solo para encajar en un lugar donde, sin importar lo que hagas, digas o cómo reacciones, te criticarán y señalarán tus errores con malicia en lugar de ofrecerte ayuda.
Está claro que yo no, ni ahora, ni después, ni nunca. En la vida hay que aprender cuándo ceder, y este no es el caso. Bueno, cedería por mejorar mi relación con mi padre. Él es el único ante el cuál ceder esta noche.
Así es el ambiente alrededor de Joseph Hendrix: un entorno repleto de desconfianza y malicia, donde la gente no dudaría en apuñalarte por la espalda al primer descuido.
¿Tenía pruebas? Joder, sí que las tenía. Lo aprendí de primera mano.
Un toque en mi puerta me sobresalta, sacándome de mis pensamientos. La voz del otro lado me resulta familiar.
—Señorita Kiara, ya ha llegado su transporte de esta noche —anuncia Orasio. Su voz me llega, pero mi mente queda atrapada en un silencio abrumador.
Ha llegado el momento...
Me paso las manos por la suave tela de mi vestido dorado. Sí, vestido. Al final de mi armario, él reposaba, esperando pacientemente la oportunidad de ser elegido. En el instante en que lo vi, supe con certeza que era el indicado para esta noche.Me incorporo, sosteniendo mi mini bolso con delicadeza. Dentro de él he guardado mi gloss favorito, un par de audífonos, un espejo de mano, un peine miniatura y mis lentes por si la migraña decidía hacer acto de presencia. ¡Ah! Y, por supuesto, mis pastillas; sin ellas, nunca podría permitirme salir.
Debo haberme demorado un poco más de lo habitual en responder, ya que los toques de Orasio son más insistentes esta vez.
Suspiro y me dirijo hacia la puerta, abriéndola con un leve empujón. Al otro lado, Orasio me observa como un padre orgulloso de su pequeña hija. Le sonrío de manera torcida, contagiada por la emoción del momento.
—¿Qué tal? —pregunto mientras doy una vuelta para que admire el resultado de mis cuarenta minutos de esfuerzo. —¿Me veo bien?
Levanto las cejas con una chispa juguetona, esperando su aprobación. No es que necesite que me digan que soy hermosa; sé que lo soy. Simplemente anhelo que alguien comparta mi alegría por el empeño que he puesto en ello.
—Se ve preciosa, Señorita Kiara. —Su elogio me llena de satisfacción y le ofrezco mi más radiante sonrisa en agradecimiento.
—Gracias.
Lo rodeo y camino por el extenso pasillo, adornado con cuadros antiguos que parecen contar historias por si mismos. Bajo las escaleras con sumo cuidado—no quiero romperme una pierna antes de tiempo, por Dios—y al llegar a la salida, una joven del servicio ya me está abriendo la puerta.
—Gracias —digo con sinceridad, sin poder pasar a su lado sin expresar mi gratitud. Hay algo en mí que no me permite ser grosera con quienes realizan bien su trabajo o simplemente son amables.
Ella baja ligeramente la cabeza y me sonríe, un gesto que ilumina el ambiente.
Bien, todo marcha bien. No me he roto nada, ni he causado ningún daño. Una sonrisa se dibuja en mis labios. Perfecto.
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My Sushine
RomanceMuchas religiones veneran al sol. Este es brillante, tanto así que puede dejarte ciego con mirarlo de más. Yo no me consideraba una persona que venera cosas, hasta que la conocí. Ella es mi sol. Ella puede dejarme ciego y, aun así, yo la seguiría ha...