Es de noche y no puedo dormir, no hago más que girar y girar en la cama. Es normal que este nervioso, en unas horas es la cosecha, pero nunca me había quitado horas de sueño. Ponerme boca arriba y cerrar los ojos mientras me concentro en el sonido de las olas no ayuda en nada, suele ser mi manera de relajarme, si no fuera por el toque de queda saldría a dar un paseo por la orilla del mar. Aunque si lo pienso bien, prefiero que me encarcelen a que me manden a la arena.
¿Por qué diablos estaba pensando en esto ahora? ¿Por qué de pronto me preocupan mis posibilidades de entrar? Aunque quiera engañarme a mí mismo, es muy obvio porque estoy pensando así, todo es por Perla. De alguna forma ella me ha traído a la realidad, me he dado cuenta de lo grabe que es mi situación. Si fuera mi último año, solo tendría que rezar por no salir y simplemente me libraría de esta tortura.
Y de pronto, el objeto de mi preocupación es otro, Perla. Esa pobre niña inocente, sus posibilidades son bajas, absurdamente bajas, pero existentes. Mis intentos de conciliar el sueño no parecen servir de mucho hasta que en un momento me quedo dormido.
No parece que hubiese dormido nada, veo mis ojeras en el espejo roto del baño mientras asimilo que es la mañana de la cosecha. Debería estar cambiándome, pero solo puedo pensar en lo decisivo que es algo dejado al azar, nos jugamos la vida. De vez en cuando miro el atuendo que me ha preparado mi madre, el capitolio insiste en vernos decentes para la ocasión, ¿Tendré que estar guapo para visitar a la muerte no? Es algo sencillo, una camisa blanca, que de alguna forma mi madre ha conseguido mantenerla blanca, unos pantalones marrones y unas botas con la suela desgastada. Todas las prendas son de mi padre y me quedan algo grandes, pero lo llevo usando desde mi primera cosecha. Me visto a duras penas para salir del baño.
Lo primero que me llama la atención es Perla. Está sentada, preparada con su vestidito azul y jugueteando con su collar de concha. Por sus movimientos se ve que está nerviosa, como para no estarlo en un día como este. Me acerco a ella para ponerle una mano en el hombro, no nos hacen falta palabras, pues con una sola mirada ella comprende lo que le quiero decir y se relaja un poco. La cojo en brazos y salimos por la puerta junto con el resto de mi familia. Llegamos a la plaza del distrito 4 donde nos reúnen a todos, pasamos el control ordinario y nos organizan por filas.
Hombres y mujeres separados a la derecha y la izquierda, ordenados por edad. Los más pequeños están atrás mientras que yo estoy casi delante del todo, así que por mucho que mire por encima de mi hombro no puedo ver a Perla por ningún lado. Se escucha una música anunciando la entrada de los antiguos ganadores, así como del alcalde y los que supongo que serán personas del capitolio. Por ultimo entra el, Kai. Es un hombre alto y bastante grande en general, por lo poco que sabemos de él, pertenecía a nuestro distrito hasta que una oportunidad de oro lo movió derecho al capitolio. Nunca pareció olvidar sus orígenes de todas formas, pues se lo toma con mucha seriedad, para él no es un espectáculo.
-Bienvenidos, y felices juegos del hambre- la segunda parte parece decirla con resignación
El discurso es el mismo de siempre, seguido por un breve video que habla sobre la guerra, los distritos y como no, del honor que es participar en los juegos del hambre. Finalmente llega el momento más temido por todos, la hora de ver quienes irán este año. Como siempre, las mujeres van primero, veo como Kai camina hacia la urna de papeles, mete su mano y saca un papelito. Se acerca al micro y cuando lee su contenido, se me hiela la sangre
-Perla Silvermist
Es mi hermana, le ha tocado a mi hermana. Noto como me mareo y antes de darme cuentas he caído de rodillas al suelo. El resto me mira con una mezcla entre tristeza y sorpresa. Mi visión se oscurece y creo que lo único que me hace no desmallarme es ver a Perla por el rabillo del ojo caminando lentamente hacia el escenario. Cierro los ojos fuertemente, esperando que sea una pesadilla y que solamente estoy a punto de despertarme. Una mano se posa sobre mi hombro y abro los ojos exaltado, era Kai. Parece preocupado y comprensivo, seguramente sepa porque estoy así, pero ¿Qué diablos intentaba? ¿Reconfortarme? ¿Tiene permitido hacer eso? Una mezcla de murmullos y gestos por mi parte parece bastarle para darse la vuelta y acompañar a mi hermana al escenario. En ese momento se me ocurre una idea. No sé de donde saco el valor o la fuerza para ello.
-¡Me presento como tributo!- Grito lo más fuerte que puedo
Mi acción hace que el silencio reine entre todos. Sé que no puedo ir en su lugar, pero estar con ella me daría la oportunidad de protegerla, de cumplir la promesa que hice. Kai se ha quedado paralizado también, me mira atónito desde el primer escalón del escenario, su mirada parece rogarme no hacerlo pero la decisión está tomada. Corro desde mi lugar hasta el escenario, ignorándole y yendo directamente a abrazar a Perla, ella como el resto está paralizada. Kai se acerca al microfono tras preguntarme mi nombre.
-Los tribrutos de este año que representan al distrito 4, Neptune y Perla Silvermist
Nadie dice ni una palabra, incluso me da la impresión de que todo ha terminado antes. No le suelto la mano a Perla en ningún momento mientras caminamos juntos dentro del edificio, Kai nos mira con pena. Nos separamos y nos llevan a unos cuartos individuales donde supuestamente recibiríamos una corta visita de quien lo pidiera. Supongo que a Perla la han visitado mis padres. En cuanto a mí, por esa puerta solo entro mi madre para decirme que estoy loco y darme una cachetada antes de salir de nuevo. Quizás sí, estoy loco, pero era lo único que podía hacer, no pensaba estar en mi casa viendo como mi hermana era asesinada.
Después de las visitas nos llevan a un tren, el cual se supone que será nuestro hogar temporal hasta llegar al capitolio. Cuando las puertas automáticas se abren lo veo a él, nuestro mentor, y como no, tenía que ser él. Rojan, ganador de los 77 juegos del hambre. Verlo a él me hace perder la esperanza, los mentores deben ser nuestra ayuda para sobrevivir en la arena, pero dudo que él pueda hacer eso. Gano sus juegos escondiéndose, no hizo absolutamente nada más y cada vez estoy más convencido de que sobrevivió de milagro. Mi cara de asco debe ser muy notoria porque su sonrisa desaparece nada más que me ve entando. Parece entender el mensaje, no intercambiamos más que miradas, incluso mejor porque estoy agotado, solo quiero dormir y olvidarme de todo esto por un momento.
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Los juegos del Hambre: La senda del Sacrificio
ActionEn un universo donde el ataque rebelde fallo, los juegos del Hambre nunca dejaron de celebrase. Siguiendo la tradicion de escoger a 1 chico y 1 chica de cada uno de los 12 distritos para enfrentarlos en la arena, siendo el ganador colmado de honor y...