- Señorita Yoshino. - la voz agitada de una niña le hizo detener sus movimientos.
Habían pasado alrededor de dos meses desde el día que despertó después del ataque. Las cosas hasta ahora habían sido tranquilas y estables. Su recuperación era lenta, pero no tenía muchas complicaciones; las niñas de la finca mariposa la cuidaban de manera correcta y le ayudaban a pasar el rato con su compañía, en las primeras semanas donde estuvo postrada en cama fueron crucial para sentirse cómoda. Actualmente, su estado le permitía dar cortos paseos dentro de la residencia del pilar, siempre y cuando alguien estuviera acompañándola.
Desde aquel día, no había visto más a Amane. Shinobu solo la visitaba periódicamente para dar informes de su avance y revisar que su recuperación fuera bien, así como dar instrucciones de los cambios periódicos de la rehabilitación. Sabía que Shinobu guardaba distancia de ella, así como los pocos kakushi que entraban, solo hablaban dentro de lo necesario sin hacer preguntas; ella sabía muy bien el por qué y lo entendía. No tenía quejas, la estancia en la finca era agradable y le hacía olvidar lo solitaria que era su vida por breves momentos, solo con ver a las niñas entrando para darle los buenos días le hacían sentir en compañía. Sabía bien que en cuanto Shinobu la diera de alta, esos días acabarían y todo volvería a la normalidad. Por lo menos, quería aprovechar un poco su estado.
- Yoshino-san.- la niña frente a ella le habló con más fuerza para sacar a la mayor de sus pensamientos. - La estuve buscando ¿Qué está haciendo?
La joven se limitó a sonreír. - Perdóname, Aoi.- se encontraba extendiendo algunas de las sábanas recién lavadas, sabía que la niña la iba a regañar por estar haciendo esfuerzo en algo innecesario, pero después de la hospitalidad mostrada por las personas de la finca, no podía quedarse quieta. - Ví que Sumi y Naho les costaba extender las sábanas y yo...
- ¡No es su deber!- gritó molesta la de ojos azules mientras arrebataba las sábanas restantes de las manos de la mayor. - Usted es una paciente, su deber es estar en cama... No sea inconsciente, si vuelve a abrir sus heridas habrá desperdiciado un mes de nuestra atención y de su esfuerzo.
La mayor observó poco la niña arrugaba las sábanas haciéndolas bola entre sus manos para que no tocaran el piso. Extendió sus manos hacia la niña con una sonrisa aún en sus labios,- Tienes razón, me disculpo. Por lo menos déjame ayudarte a sostener las sábanas mientras las extiendes tú ¿Te parece?
En el par de meses había conocido más cosas de la organización, entre ellas, el carácter severo de Aoi. Sabía que la niña era demasiado brusca con sus palabras, pero que no lo hacía a modo de herir a los demás, era su forma de mostrar preocupación por otros. Al principio claro que le impactaba su brutal honestidad, pero con el tiempo entendió; era tan clara como el agua, menos así la comparaba. Aoi fue la única que le habló sin ser condescendiente o la evitó desde que llegó a la finca, claro que mantenía un poco su distancia, pero eso no evitaba que cumpliera diligentemente su trabajo. También, por las pocas cosas que le había logrado contar, sabía que estaba entrenando rigurosamente para entrar a la cofradía; podía ver lo mucho que se esforzaba, diciendo que al no ser tan buena como Kanao, debía poner el doble de esfuerzo. No sé lo decía, pero sabía que su determinación la llevaría lejos, si lograba superar sus miedos e inseguridades.
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A Donde Van Los Cuervos [KNY | Kyojuro Rengoku]
Fiksi PenggemarYoshino Aki, desde que tiene memoria, ha tenido sueños premonitorios tan intensos y vívidos que le han afectado en su percepción de la realidad. El único consuelo que ha tenido, son aquellos sueños en dónde aparece un hombre joven de cabello dorado...