.
[Polis Massa]
El llanto de una mujer rebotó en las impolutas paredes blancas, y sus gritos ahogaron el sonido del droide médico que revoloteaba cerca.
Estaba llorando, con las mejillas enrojecidas por las lágrimas mientras sujetaba la mano de una de sus amigas más íntimas.
Padmé Amidala Skywalker tuvo que enfrentarse a muchas cosas a lo largo de sus veintisiete años, pero siempre salió victoriosa. Era una luchadora.
Pero ni siquiera la antigua reina de Naboo podía hacerlo todo. La caída de los Jedi, el ascenso de Palpatine, la muerte de tantos y la pérdida de su marido habían hecho mella en ella.
Pensar en él le hacía doler el corazón, y empezó a llorar mientras se llevaba una mano temblorosa al estómago hinchado.
Anakin... Padmé gimió cuando otro dolor agudo la atravesó. Recordó aquellos horribles ojos amarillos que la miraban con tanta ira y odio. No podía ser él, no podía ser su Annie...
Mientras preparaban a la embarazada para un parto de urgencia, la única persona que había en la sala sólo podía mirar con impotencia. El Maestro Jedi Obi-Wan Kenobi no se inmutó mientras ella le agarraba la mano con todas sus fuerzas. Intentó aliviar su dolor a través de la Fuerza, pero no pareció servir de mucho.
Al general le inundaban las preguntas. ¿Por qué no se había dado cuenta de las señales? ¿Cuándo había defraudado la Orden Jedi a Anakin? ¿Cuándo había defraudado él a su hermano?
No podía pensar con claridad, no podía concentrarse. Lo único que podía hacer era intentar ayudar a Padmé en sus momentos más difíciles.
[Coruscant]
El pobre gemía de agonía. Una luz brillante brillaba sobre él mientras los droides médicos le pinchaban y punzaban. Cada incisión y cada puñalada hacían que su piel, ya quemada y sensible, gritara de angustia.
Anakin Skywalker se golpeó la nuca contra una mesa mientras otro grito salía de sus dañados pulmones.
Sus ojos inyectados en sangre, una pecaminosa mezcla de amarillo y naranja, miraron fijamente hacia la luz, sus cejas se entrecerraron cuando pareció que había algo en su interior, cada vez más claro.
"Padmé... Intenté llegar hasta ella, pero no había nada a lo que pudiera asirse". El ex Jedi apretó los dientes cuando la rabia empezó a crecer de nuevo, y su visión se aclaró.
Anakin se congeló al oír el leve sonido de una túnica que se movía, y miró a su Maestro que le miraba, con sus propios ojos de Sith brillando de placer.
"¿Estás preparado, Lord Vader? ¿Para completarte?"
Las nuevas manos protésicas de Anakin se apretaron con fuerza mientras susurraba: "Sí, mi Maestro".
El nuevo Emperador de la Galaxia sonrió. Era una sonrisa horrible. Apoyó suavemente la mano en el pecho de su aprendiz, concretamente encima del corazón. "Entonces renace de nuevo, mi aprendiz".
Palpatine retrocedió hacia las sombras, pero mantuvo la mirada fija en la forma inmóvil de Anakin. La angustia, el dolor, el sufrimiento, el lado oscuro. Era casi embriagador, como una niebla espesa e interminable que llenaba la pequeña habitación.
Sí, mi aprendiz, utiliza todo lo que el Lado Oscuro pueda ofrecerte. Vive y hazte fuerte". Aunque el ex Jedi seguía agonizando, sus latidos disminuían, dejando que el emperador se hirviera: "¡No! Todavía no, Lord Vader. No dejaré que mueras todavía'.
Cerrando los ojos, Palpatine empezó a concentrarse, buscando en la galaxia con el lado oscuro y utilizando la fuerza para encontrar una forma de vida específica.
ESTÁS LEYENDO
Naruto - Hay otro
RandomHace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana, había tres hermanos. Eran los hijos del Elegido. Lucharon contra el Imperio y trajeron la esperanza a una galaxia que, de otro modo, sería cruel y desesperanzada. Descubre el regreso de los Jedi e i...