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Esto era más o menos lo normal cada noche.

Cada vez que cerraba los ojos, no soñaba. No, Naruto veía mucho más. Veía visiones y ecos en la Fuerza, y siempre giraban en torno a un ser: Anakin Skywalker. Por eso el padawan mayor se encontraba en Tatooine.

Ahora, con quince años, Naruto caminaba por las calles arenosas de Mos Espa. Era un poco más alto y parecía tener una sólida estructura muscular bajo su túnica blanca y marrón. Sus profundos ojos azules mostraban ira hacia los propietarios de esclavos y pena por los esclavos. El adolescente dejó que la Fuerza le guiara a través de esta triste visión hasta que se encontró entrando en una chamarilería.

Allí lo encontró, aunque su aspecto era muy diferente al que Naruto estaba acostumbrado a ver del gran Caballero. Era más joven, más pequeño, y aún no era el destacado Jedi en el que se convertiría. Naruto sonrió al ver al joven Anakin. Parecía tan concentrado en su trabajo, tan feliz.

Pero, como todos los demás con los que se había cruzado en su camino hacia esta tienda, este chico era un esclavo. Naruto permaneció en silencio mientras se colocaba junto a Anakin, agachado para verle trabajar en lo que parecía un droide de foso roto. Sólo tenía nueve años y ya era un maestro en su oficio, pero también estaba claro que Anakin disfrutaba con lo que hacía.

Pero el deseo de libertad era evidente en la vida de todos los esclavos, incluido Anakin. Todos querían ser libres...

A medida que crecía, Naruto adquirió una nueva habilidad: la empatía. A través de la Fuerza, podía sentir las emociones de los demás, incluso sus pensamientos. Era una habilidad poderosa que podía utilizarse para bien o para mal.

Pero, como todo gran poder, tenía sus inconvenientes. Sentía las cosas con más fuerza y pasión que los demás, lo cual era difícil de expresar cuando eres un Jedi.

Gracias a este poder, podía comprender a Anakin. Podía sentir todo lo que sentía el chico: la alegría que le producía arreglar las cosas, el fastidio de la arena, la amargura de que él y su madre no fueran libres. Lo sentía todo.

"¿Hola?"

Incluso esta cruda pasión al ver a la mujer más hermosa que tanto Naruto como Anakin habían visto jamás. Ella era... ella era...

"Ángel..." Anakin había susurrado la palabra, y Naruto no tenía ni idea de lo que era un "ángel", pero parecía la descripción perfecta. Había algo en su voz que le resultaba familiar, como si la hubiera oído antes.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que ya había conocido a aquella mujer. Hacía tres años, ella le había ayudado a encontrar su sable láser. Era mucho más joven, obviamente, y no estaba cubierta por una túnica, pero estaba seguro de que era ella.

Sus ojos castaños claros eran grandes e inocentes, y parecía pequeña, pero había algo feroz escondido en su interior. Por mucho que intentara ocultarlo, aquella misteriosa muchacha parecía caminar como una líder.

El guía alienígena era un poco torpe y parecía más interesado en mirar a su alrededor. Anakin dejó a un lado el droide que estaba arreglando y preguntó a la hermosa muchacha: "¿Eres un ángel?".

Los labios de ella se contrajeron en una sonrisa deslumbrante pero confusa mientras respondía: "¿Qué?".

Anakin se sintió un poco tímido bajo su amable mirada, pero aun así sintió la necesidad de decirle qué era un ángel. Contestó: "A veces he oído hablar de ellos a los pilotos del espacio profundo. Dicen que son las criaturas más hermosas del universo. Viven en las lunas de Lego, o al menos eso he oído".

A la misteriosa chica parecía divertirle el chico tan mono. "¿Cómo sabes tanto?"

"Escucho a todos los comerciantes y pilotos estelares que pasan por aquí". Anakin sonrió ante la mención de los pilotos estelares, con cierto brillo, mientras decía con seguridad: "Soy piloto, ¿sabes?".

Naruto - Hay otroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora