Capítulo 1: La guerra

327 28 28
                                    

Aclaración: Hay un manhua danmei que se llama "El emperador es convertido en una concubina", del cual solo leí un capítulo, también "El amante mudo", son historias relativamente parecidas por el hecho de que un hombre se vuelve interés amoroso del emperador o líder de un clan. Mi historia no es tal cual así, de hecho ninguna de las dos historias las terminé de leer, pero bueno ese es el tema principal. Por favor mucha discreción, esta historia toca temas delicados.

**********

Inmerso entre altas montañas y cascadas estruendosas, se encontraba el reino del agua, un lugar pacífico que era gobernado por el emperador mas benevolente que había pisado aquella tierra. El clima era propicio para todo tipo de agricultura, los paisajes verdes y los días soleados, los habitantes vivían felices.

El palacio del emperador era suntuoso, rodeado de fuentes de agua donde los cuervos parecían danzar. Este tenía dos hijos, el mayor de ellos Tanjiro Tomioka, un joven de 30 años que sería el heredero de todo aquello, un guerrero fuerte dotado con el poder ancestral del agua, un audaz estratega de la nación, aclamado y amado por todo el pueblo. El otro, Giyū Tomioka, con un poder ancestral superior al de su hermano pero el cual no le era de interés, pues al saberse no heredero se dedicó al esgrima más como un arte, y aunque derrotaba a su hermano en batallas no era de relevancia alguna para él, prefería por completo otro tipo de cosas.

Ambos eran muy distintos, Tanjiro poseía una actitud de fiereza, enfrentaba las situaciones asertivamente y demostraba valentía, sus facciones eran más gruesas y casi grotescas, no siempre tenía cuidado al hablar. Giyū por el contrario, un hombre serio y estoico, ni siquiera en las peleas con su hermano cambiaba aquella expresión de serenidad, su padre pensaba que ese elevado poder ancestral se debía al gran manejo de la energía interna. El menor de los hermanos era, además, especialmente conocido por su innegable belleza física, sus ojos eran de un azul intenso como el océano, llevaba el cabello largo hasta la cintura y de vez en cuando lo ataba en una coleta alta dejando su flequillo suelto.

La primavera había entrado apenas unas semanas atrás y aquella noche la familia real había organizado una cena especial con algunos altos mandos de aldeas y reinos cercanos para dialogar y proponer estrategias de comercio entre sí. Solía ser el príncipe Giyū quien se encargaba de los asuntos diplomáticos, preparó todo un discurso excepcional y todos terminaron estando de acuerdo.

—Tienes un hijo excepcional —elogió uno de los generales —no me molestaría presentarle a la hija mayor de mi apreciable rey, la princesa Kanroji, será la heredera del trono.

—Sí, Tanjiro es además un gran guerrero —respondió el emperador para reír enseguida —dudo que no le agrade la princesa, es bien sabida su belleza.

—En realidad... me refería a tu hijo menor.

—A Giyū no le interesan esas cosas, no tiene prisa por casarse y para suerte de él, no esta obligado a hacerlo porque es el hijo menor.

El emperador chocaba su copa con el otro comensal, después de la junta se inició un pequeño bullicio mientras los alimentos comenzaban a llegar al gran salón. Era costumbre terminar con buenos aperitivos y un poco de alcohol.

—Salud... su alteza —. Un hombre de mediana edad se le acercó por la espalda y pasó casi susurrándole al oído.

—No me gusta el alcohol —respondió Giyū sin siquiera voltear a mirarlo, podía descubrir cuando alguien se le acercaba con intensiones inmorales y repulsivas.

El príncipe se retiró del salón y caminó rumbo a su habitación, era costumbre suya descansar unos minutos después de aquellas juntas tan largas. Se tiró sobre su enorme cama y deshizo el peinado alto que su hermano mayor le obligó a usar. Llamó a su cuervo para reposar a su lado un rato pero este parecía profundamente dormido, era un animal viejo que había sido un regalo de su madre antes de morir.

La concubina del emperadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora