Capítulo 4: La vida cotidiana - R18

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NOTAS: Este capítulo me salió bastante largo, pasaban muchas cosas. Intento hacer que esta historia tenga capítulos cortos pero creo que la trama da para más (error mío). Habrá una versión de esta historia con otra ship (más detallada) en cuando termine aquí. Disculpen si hay alguna falta de ortografía, no he tenido tiempo para leer después de escribir, ando muy apurada con la tesis :(

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Los días siguientes de esa semana se hicieron eternos, tenía todo el tiempo libre y ningún lugar a donde ir, solo aquellas paredes que lo envolvían y lo mantenían prisionero. No podía estar en la cama desarreglado, cada mañana llegaban aquellas doncellas para vestirlo y ponerlo presentable, aunque después de que se iban él se quitaba todo y volvía la cama. Tampoco estaba comiendo bien, su estómago se revolvía al recordar lo que ocurrió aquella noche.

—Ni siquiera se su nombre —habló para sí mismo.

Apenas era medio día pero una vez más no tenía fuerzas. Se quitó la ropa y volvió a la cama, el calor le hacía sentir pereza, cerró los ojos y en un intento de meditación se quedó dormido. Para cuando volvió a abrir los ojos pudo observar en la ventana que la noche había caído y por primera vez aquellas doncellas no habían ido durante la tarde a visitarlo. Se levantó y caminó en la habitación en busca de alguna bata ligera para poder leer un rato, pues no tenía sueño y ya eran casi las diez de la noche.

Ojeaba su libro en completo silencio cuando repentinamente un sonido conocido atravesó ligeramente los muros. Se incrementaban un poco más pero de igual forma era apenas perceptible, y luego esa voz que no podía sacar de su cabeza.

—¡Es el rey! —exclamó cubriendo su boca cuando reconoció el acto que se estaba llevando a cabo.

Gemidos y chapoteo proveniente de la habitación de al lado, su piel se erizó de miedo al pensar que seguramente aquella persona también era una victima más del emperador. Intentó disfrazar aquello con algún sonido pero no había nada, lo único que podía hacer era alejarse a la ventana.

—Y pensar que en unos días será mi turno otra vez... —se lamentó el príncipe.

Momentos más tarde la puerta se abrió, eran de nuevo sus sirvientas, Aoi y Kanao, traían comida y otros libros que había solicitado hace poco. Esta vez, el príncipe comió gran parte de lo que había en su plato y le dieron un té caliente.

—Lo hemos notado algo ansioso los últimos días y es normal —dijo Aoi —este té le ayudará a dormir.

¿De qué forma podría dormir plácidamente cuando soy el esclavo del emperador? Mocosa estúpida se limitó a beber de un trago todo el contenido, quería que su mente se fuera lejos y dejar de escuchar esos horribles sonidos, quería dormir hasta que muriera.

—Será mejor que vaya a la cama ahora —Kanae lo tomó del brazo y lo metió a la cama.

—Eso tenía alguna droga ¿verdad? —respondió Giyū sintiendo que todo comenzaba a dar vueltas en su cabeza.

—Buenas noches amo...

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La cama era increíblemente cómoda, las sábanas suaves y las almohadas volvían el lugar en un esplendido rincón de nubes. Giyū se giraba de un lado a otro intentando ocultarse del incómodo rayo de sol que se filtro en la habitación. Miró el reloj y marcaba casi la una de la tarde Esas mocosas van a matarme de una sobredosis.

Permaneció ahí durante un tiempo más hasta que llegaron de nuevo por él para bañarlo, vestirlo, darle de comer y esas cosas que siempre hacían.

—¿Podría usar ropa más fresca? —preguntó con miedo —el clima aquí es más caliente que en mi reino.

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⏰ Última actualización: Oct 08 ⏰

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La concubina del emperadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora