Capítulo 3: Nombramiento - R18

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ADVERTENCIA: ESTE CAPÍTULO CONTIENE ESCENAS QUE PUEDEN RESULTAR INCÓMODAS, INCLUSO ESCRIBIRLO FUE INCÓMODO. OBVIAMENTE TODO ES FICCIÓN, PERO SI SON SENSIBLES A ESTE TIPO DE CONTENIDO PUEDEN SALTAR ESA PARTE, LO AVISARÉ ANTES DE QUE PASE.

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Giyū observó con detenimiento cada rincón de aquella habitación, contenía más riqueza que la suya en su antiguo palacio y eso le sorprendió mucho, se suponía que su nación era una de las más ostentosas y no se acercaba ni la mitad de eso.

Había algunos armarios y baúles llenos de ropa, túnicas de seda, kimonos, yukatas, era elegante y muy fino, llamaba su atención que todo era en color blanco, solo una que otra prenda tenía pequeños detalles en color, casi imperceptible. Solo un armario más no pudo ser abierto, la cerradura tenía un gran seguro y no encontró ninguna llave cerca. Al lado de la cama había un especial ropero con detalles dorados, el más elegante de todos, al abrirlo encontró en el solo ropa transparente en el mismo color de antes: blanco. "No es posible que esta habitación sea para mí, debe haber un error", pensó al desdoblar una de las prendas.

Al otro lado había un impresionante tocador, sobre él se extendían brochas y artículos de maquillaje, peines, broches para el cabello hechos de oro, flores. Justo al lado, un espejo de cuerpo completo. No pudo resistirse, bajó despacio las túnicas que vestía y descubrió aquella marca en la espalda, quería verla, quería saber como luciría de ahora en adelante. El príncipe tenía una aversión especial a las cicatrices, razón por la cual en su reino era atendido por la mejor médico, una mujer de nombre Tamayo. "Me pregunto si estarás viva".

Giyū deshizo la trenza que llevaba en la cabeza para poder recostarse en la cama, la cabeza aún le dolía un poco y creyó que era buen momento para al fin tomar un respiro. Observaba las vigas que cruzaban el techado "¿Quién construyó esto? ¿Un gigante?". Más tarde sus ojos se abrieron súbitamente, había caído dormido durante un tiempo. Luego de reincorporarse sucedió lo mismo pero esta vez por un periodo más largo.

—Joven amo —una voz desconocida le hablaba —por favor despierte.

Abrió los ojos, estaba exaltado y su corazón latía con intensidad, miró al frente y había dos jóvenes de unos veinte años, llevaban batas blancas y de identificaron como Aoi y Kanao, aprendices de Kanae y guerreras que servían al emperador. Le ordenaron levantarse y lo llevaron al tocador para iniciar con el nuevo procedimiento y a la vez darle instrucciones.

El color blanco en la ropa era otra de las características que usaba el emperador para identificar y marcar a quienes usaba como amantes, de ese modo cualquiera que viera a un hombre vestido de esa forma sería fácilmente ubicado. En ocasiones era más como una advertencia para que nadie tocara lo que le pertenecía.

Aoi sacó ropa de aquel armario que estaba cerrado, lo que contenía era pequeña lencería, zapatillas con diamantes, joyas, abrigos hermosos y algunas pieles, todo en color blanco. Ella solo tomó algunas piezas de lencería y las puso sobre la cama, luego fue a otro armario y buscó transparencias.

Giyū no se dio cuenta de eso, estaba siendo peinado y maquillado por Kanao, ella no hablaba mucho pero mantenía su vista fija en él. De pronto escuchó a Aoi hablando de nuevo.

—Debe ponerse la ropa que he dejado en su cama, por favor ponga atención.

Ante los ojos casi inexpresivos de Giyū, la chica comenzó. En realidad aquello sería una especie de ritual una vez a la semana, ellas estarían ahí, elegirían ropa para él, peinados y maquillaje, después el emperador vendría para "tomarlo". Lógicamente él no entendía de que hablaban pero consideraba que lo mejor era mantenerse en silencio.

La concubina del emperadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora