El Falso Escritor

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Fallé, intenté respirar y mis pulmones ya no existían.

Segundo intento, y fallé de nuevo.

Y es entonces que empiezo a dudar. Después de todo no fue una, fueron dos, y sí pudieron ser dos podrían ser tres, y las tres ser cuatro.

He fallado, fallado mil veces en los mismos malditos errores, ¿acaso no he aprendido nada?

Y las lágrimas salen de mis cuencas, para dejar un rastro de sal en mis mejillas, para hacerme ver más patético, para quemar más que nunca, para revivir aquel momento.

Mi cabeza no piensa, se ha cansado de ser útil. Mi estómago se retuerce, no quiere nada, nunca ha querido nada. Mis dedos se mueven, solo intentan desaparecer este sentimiento. Y las lágrimas caen de nuevo, esta vez más fuertes por el mismo intento fallido.

Y empiezo a dudar, porque no soy tan inteligente como dicen, porque mis ojos no aguantan estar abiertos, porque solo me lastimo sin tocar una parte de mi cuerpo.

Me lastimo existiendo.

Y no quiero pensarlo, ¡no te dejes, no te dejes! Gritan mis adentros, pero los monstruos que son mis pensamientos saben que ya estoy casi muerto.

Porque ellos pueden matarme cuando quieran, pueden hacer que yo lo haga y no ser culpables.

Y las lágrimas caen de nuevo, y este relato no ha saciado aquellos sentimientos.

Ahora mis pensamientos son quienes limpian estos sentimientos, porque ni siquiera me gustó este falso cuento.

Qué decepcionante.

¿Habrá un cuchillo para enterrarlo en mis ojos, o podré clavar mil lapiceras en mi pecho para morir en este momento?

El falso escritor .