Capítulo 1.

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El salón como siempre se oía alborotado, los alumnos hablaban amenamente con sus compañeros pues aún no habían comenzado las clases por la ausencia del maestro.

Bueno, casi todos ya que sobre una de las mesas yacía un chico completamente dormido, sus ronquidos incluso eran oídos por los demás aunque ignorados por no darle importancia.

Ya estaban acostumbrados después de todo, era un caso completamente perdido o bueno, casi todos.

Los alumnos miraron al instante que la puerta fue abierta ingresando una hermosa chica de pelos blancos y ojos avellanas, su expresión era seca, no parecía interesada en nada excepto llegar a su lugar.

Sus ojos se posaron entonces en aquella melena castaña y abundante del alumno dormido levantando una ceja.

Tomo asiento al lado de él, era su lugar, con tranquilidad y sin mucha importancia le ignoró.

Pero algo le comenzó a molestar, ese ronquido emitido por el castaño lentamente comenzó a colmar su paciencia.

Buscó en su bolso algo, pero abrió sus ojos de par en par al notar que había olvidado todos sus dulces.

-"No puede ser..." -pensó suspirando sin tanto interés.

Pero aquellos ronquidos no paraban, los minutos pasaron y con ello su paciencia se agotaba.

-Oye, despierta -hablo sin emoción alguna a su compañero de clase pero no aprecio oírle.

Suspiró nuevamente posando su mano sobre su hombro moviéndolo.

-Despierta.

"Hmmph"

Como respuesta esta vez obtuvo unos gemidos somnolientos.

-Despierta.

El chico giró su rostro hacia el otro lado.

"¡Tch! Este tipo"

-Despierta... -sus ojos cubrieron sus ojos avellanas.

-¡Arhg! ¡Deja de molestar, Reborn! Eres un pesado -gruñó aún dormido el joven agitando su mano hacia la albina que quedó en completo silencio.

"¡Pam!"

"¡Itetetetete! ¡Duele, duele mucho!"

Por fin el castaño despertó mirando hacia todos lados buscando al responsable del golpe notando solo a la pequeña niña de pelos blancos que le miraba fríamente.

-Tus ronquidos me molestan -dijo sin emoción alguna la chica causando nervios en el chico.

-Pe...pero tampoco tenías que golpearme, Koneko-san -se quejó el muchacho de ojos marrones frotando el lugar afectado con molestia.

-Me molestaba -fue lo único que dijo antes de mirar hacia el frente e ignorar al castaño- Aunque bueno, lo único que sabes hacer es dormir, dame Tsuna -aquello fue casi una burla pero no había indicios de emoción alguna.

-T...tú, ¿te diviertes molestando verdad? -preguntó con un tic en sus ojos- Y ya te dije que no me llames así -pidió desviando su mirada con frustración.

-¿Por qué? Es lo que eres, no has demostrado talento alguno para nada desde que llegaste aquí, un completo inútil -volvió a decir fríamente causando que el muchacho baje la cabeza cómicamente.

-Malvada -murmuró llorando cómicamente- Y eso que te traje los dulces que te gustan -dijo sacando una bolsa con golosinas.

La atención de la pequeña fue robada al instante, su mirada sin emoción se posó en los dulces y Tsuna.

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