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El olor que se esparcía por las calles se había impregnado en cada fibra de su ropa, siguiéndolo a donde quiera que vaya incluso si se duchaba

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El olor que se esparcía por las calles se había impregnado en cada fibra de su ropa, siguiéndolo a donde quiera que vaya incluso si se duchaba. Estaba exhausto, hastiado y asqueado de su vida, o en lo que se había convertido esta.

¿En qué momento todo se había ido al carajo?

Jeon Jungkook no lo recordaba, solo logró traer a la luz un par de destellos de su vida anterior. ¿Un abogado, o empresario? Fotos de él con su pulcro cabello negro peinado y engominado, vestido con elegantes trajes de alta calidad adornaron las paredes de su habitación. Había más personas en algunas de ellas, una pareja mayor, una niña en sus dieciséis años y varios chicos de su edad.

Antes del accidente todo era borroso, después de este, la vida era casi una mierda.

Estando recién salido de la clínica, buscando rastros de su identidad, con solo su tarjeta de identificación y llaves de su departamento, era como un cascarón vacío. Se sintió demasiado confundido, perdido en la oscuridad de su propia mente y sin nadie que le diera información. ¿Qué se supone que iba a hacer si no sabía ni quién era? ¿Dónde se supone que estaban esas personas de las fotos?

Esa noche, con los gritos de auxilio resonando en las calles, coches estrellándose y alarmas sonando por doquier, miles de imágenes cruzaron de forma vertiginosa por su cabeza. Él de niño con sus padres, ingresando a la escuela primaria, creciendo a la par de otros tres de sus amigos, su primer amor entrando a secundaria, el primer corazón roto, su salida del clóset en la adolescencia y de ahí en adelante todo en blanco.

Al amanecer, las alarmas mundiales se habían activado y esas cosas ya corrían por sus calles. Salió solo por sus medicamentos y alcanzó a llegar a su departamento con muchas dificultades, sin saber que sucedía y la razón de la histeria colectiva. Su corazón se sintió acelerar con el correr de la adrenalina en su sangre, tenía miedo, estaba preocupado, sentía que debía llamar o buscar a alguien, ¿pero a quién?

Como pudo, empacó algunas pocas cosas y las llaves de su carro. Al salir de su departamento, el resto del edificio era un caos. Gente corriendo, huyendo de esas cosas, y ellos apareciendo de la nada, los zombies. Rostros llenos de sangre, ojos grises como si tuviesen cataratas, ropas rasgadas e incluso, partes de sus cuerpos destrozados al punto de casi perderlo. Y, aun así, seguían en pie y corriendo por doquier hambrientos de carne.

A sus ojos eran personas ajenas a él, pero, ¿de verdad lo eran? Entre tantas personas, tantos de ellos esquivados, esperaba que alguno le trajera recuerdos, pero nada de eso pasó. Solo eran rostros, y más nada.

Tal vez el no saber quiénes eran esas personas evitó caer en el estrés masivo, dado que, viendo la necesidad de huir, los saqueos de todas las tiendas estaban a la orden del día. ¿Qué estaba pasando y por qué se atacaban unos a otros?

—Un virus mortal se ha esparcido mediante un medicamento de uso general, al parecer este lote fue infectado por accidente, cayendo muestras activas de un virus sin cura ni tratamiento hasta el momento —anunció un periodista en todos los medios audiovisuales posibles—. Al parecer, dicho virus fue recién descubierto en ciertas muestras de sangre de animales, debido a una alta mortandad de estos en diferentes localidades del país.

Hecatombe || KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora