Capitulo 8

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Silvain se percata de que liberan sus manos y lo sujetan con fuerza obligándolo a ponerse de pie. El dolor en sus músculos se hace presente de manera inmediata, se ha mantenido en esa posición por tanto tiempo, expuesto al frío del suelo que era lógico que al incorporarse pasara su factura, él que siempre ha vivido con todas las comodidades del mundo en su jaula de oro, ahora pasaba por todo ese desastre. Con evidente dificultad se mantiene de pie esperando que sus músculos reaccionen rápidamente, de pronto siente que tiran de él para hacerlo avanzar.

– ¡Déjenme tranquilo!–exclama removiéndose con brusquedad intentando liberarse del agarre de aquel desconocido.

– ¡No juegues con tu suerte, avanza!– le ordenan con frialdad y rudeza al tiempo que lo empujan.

– ¡Déjenlo tranquilo!–grita Solei preocupada por el joven sintiendo como de sus ojos salen lágrimas que inmediatamente se secan con la venda de sus ojos, la joven se remueve de manera violenta sin importarle si se lastima.

–Tranquila, muñequita–le indican tomando su rostro–, ¡Llévenselo!

– ¡Silvain!

–Estoy bien, Solei, tranquila, por favor–suplica preocupado al escuchar a aquella jovencita alterada, removiéndose con brusquedad, temiendo que se lastime.

Solei escucha la voz del joven diciendo que se encuentra bien, de inmediato hace caso a lo que le ha pedido el joven. Con poca sutileza aquellos individuos hacen que Silvain avance nuevamente guiándolo a un lugar desconocido para él. Solei guarda silencio con la esperanza de ser capaz de escuchar algo que la ayude a comprender mejor el hecho de que los mantengan encerrados en ese lugar.

En una espaciosa oficina que se encuentra prácticamente vacía se puede ver un escritorio y un sofá giratorio individual. Mirando por el ventanal, sentado tranquilamente en ese sofá se encuentra un hombre acostumbrado a tener el control absoluto de todas las situaciones. La puerta de la oficina se abre sin que se anuncien. Haciendo un ademan aquel hombre permite que ingresen para luego con otro movimiento indicando que se retiren siendo obedecido de manera inmediata.

– ¿Te encuentras preparado para regresar a casa?–cuestiona con seriedad, su interlocutor lleno de sorpresa, quita de sus ojos la venda que los cubría, acostumbrándose poco a poco a la luz, observa todo ese lugar.

– ¡Esto sí que no me lo creo! ¿Haz caído así de bajo?–reprocha el joven lleno de molestia y decepción.

– ¿Bajo?–cuestiona girando el sofá con una sonrisa arrogante en su rostro–. Vamos, Silvain, dijiste que te mantenía secuestrado y demás cosas, ahora realmente estas conociendo lo que es estar secuestrado, ¿Continúas pensando lo mismo?

–Siempre lo pensaré, puede que este lugar sea horrible y ese lugar que llamas hogar, hermoso, lleno de lujos pero aunque la cárcel este hecha de oro, no deja de ser una prisión, será mejor que termines este jueguito porque no volveré a esa jaula– replica el joven con molestia al conocer al autor de todo ese caos que le ha causado realmente una gran conmoción, estuvo creyendo que los matarían a ambos en cualquier momento.

–Escúchame bien, Silvain, si no regresas conmigo ahora mismo y acatas mis órdenes sin más, permanecerás en este lugar y yo no moveré ni un solo dedo por ti, te quedarás aquí conociendo lo que es encontrarse realmente secuestrado como lo haz dicho con anterioridad.

–No aceptare nada, padre, así que puedes hacer lo que quieras, mi respuesta continuará siendo no.

–Me parece perfecto, querido hijo mío, por suerte para ti no estarás solo, esa linda señorita que mantienen en este espantoso lugar gracias a ti, te acompañará y todo lo que le suceda será tú responsabilidad–indica Gabriel en un tono de advertencia que consigue alterar a Silvain, el joven observa furioso a su padre–, ¡Llévenselo!

Al escuchar la orden de Gabriel Leroux, dos hombres ingresan y sujetan al joven para sacarlo de ahí. Con rudeza, el joven se libera del agarre de ellos y mira a su padre de manera retadora como jamás lo había hecho en toda su vida.

– ¡El problema es entre tú y yo, Gabriel Leroux! ¡A mi puedes hacerme lo que quieras, mantenerme en este lugar nauseabundo y tratarme peor que a un prisionero o a un esclavo pero tócale un cabello a ella y entonces, podrás ver lo que soy capaz de hacer!

Tras ver la frenética reacción de su hijo Gabriel Leroux sonríe, internamente un gran orgullo hacia el joven lo ha invadido. Ante sus ojos, Silvain siempre le pareció tan frágil y débil, siempre obediente y manejable, jamás se había atrevido a enfrentarlo como lo estaba haciendo en ese momento.

– ¡Llévenselo, saben lo que deben hacer!–ordena con tono tranquilo como si las amenazas de su hijo fuesen nada.

La sangre fría que muestra el señor Leroux se gana la admiración de esos hombres, ni siquiera siendo su propio hijo muestra debilidad. Siguiendo las órdenes dadas por el señor Leroux los hombres sujetan nuevamente al joven, imprimiendo aún más fuerza para conseguir someterlo, lo hacen salir de la oficina, lo atan y cubren nuevamente sus ojos. Una vez en el exterior lo obligan a tomar asiento y lo amarran al poste en el que lo han mantenido en último tiempo, «Haz llegado demasiado lejos, padre, pero encontrare la manera de salir de aquí al lado de Solei». Piensa mientras la ira y el dolor lo invaden.

–Silvain, ¿Te encuentras bien?–cuestiona Solei sumamente preocupada al percatarse de que han regresado.

–Perdóname, Solei, te sacaré de aquí, lo prometo–responde el joven lleno de convicción.

–Tranquilo, no estoy tan mal, saldremos de todo esto, Silvain, estaremos bien.

El tono de voz confiado de Solei logra tranquilizar al joven, « ¿Cómo puede hablar con tanta seguridad ante esta situación?» se cuestiona Silvain con admiración hacia esa joven, no consigue comprender como es que ella hace para mantenerse tranquila a pesar de tener las manos atadas, ojos vendados y desconocer el lugar donde se mantiene; sin embargo, la vida de Solei nunca ha sido sencilla y en realidad se encuentra acostumbrada a ver la vida con la mayor positividad posible porque sabe bien que nada gana deprimiéndose por cosas sin sentido. Nada puede hacer para liberarse así que todo lo que puede hacer es mantenerse tranquila para no perder la cordura y esperar a tener una oportunidad para escapar de ese lugar.

Los días transcurren, Silvain y Solei han perdido por completo la noción del tiempo; mientras tanto, en el metro se encuentra Lèa Fabre después de ponerse de acuerdo con Ivo Vasseur, mejor amigo de Silvain y del cual Silvain le pasó el contacto para cualquier emergencia, la joven se dirige a Paris. La preocupación por desconocer el paradero de su mejor amiga la ha invadido, hace días que Solei no responde sus llamadas y se comunicó con Ivo para saber si acaso el joven poseía información sobre ellos; sin embargo, la respuesta negativa del joven la ha llenado de terror. Dispuestos a encontrarlos y sabiendo que el último destino de los jóvenes era París, se reunirán y comenzarán su búsqueda.

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