CAPITULO 3

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Hace mucho frío esta noche y nuestro transporte acababa de detenerse. Milk y yo despertamos del sueño que se había apoderado de nosotras minutos después de ir en vía. Me encuentro sumamente agotada. Mis piernas están adormecidas y mi cuello duele por la mala postura que he adquirido al quedarme dormida. Masajeo con mi mano un poco la zona y estiro un poco mi cuerpo.

—Creo que hemos llegado. —le notifico a mi compañera. Y en ese instante las puertas se abren.

El viaje duró aproximadamente dos horas. Era de madrugada todavía. Milk y yo tomamos nuestros equipajes y caminamos fuera del vehículo para formarnos al bajar dejando a un lado los bultos. Dos soldados se aproximaron hasta dónde estábamos. Una mujer y un hombre.

—Buenos días. Soy la teniente Dong Ju. Bienvenidos al paralelo 38. Hay unas cuantas normativas exentas a las que ya conocen y que deben mantener presentes durante su estadía en este lugar. El teniente Seung será quien las presente. —explicó la soldado cediendo el habla a su compañero.

—Imagino que les habrán conversado acerca del paralelo 38. Se trata de la zona con más tensión en el mundo y además de una muy estrecha vigilancia. Estamos próximos a la frontera entre Corea del Sur, muy próximos. Si pueden notar al fondo de aquellos árboles se encuentran los edificios dónde se firmó el armisticio. —mencionó el soldado quien caminaba de un lado a otro. —Solo guardias especiales pueden permanecer en esa zona, algunas veces por castigo, pero casi nunca. Si les llegase a tocar en alguna oportunidad notarán que habrá soldados del sur haciendo su guardia al otro lado, motivo por el cual se encontrarán cara a cara con el enemigo. No obstante, está prohibido rotundamente establecer contacto visual con los soldados surcoreanos; esto para evitar gestos y malas interpretaciones que puedan acarrear problemas severos. Solo en el edificio azul principal se abre paso para establecer contacto directo con la zona sur, y solo pueden hacerlo nuestros gobernantes, del resto notarán a sus alrededores la división serpenteada por alambradas. Debo notificarles que estamos en zona minada, así que fíjense bien por donde caminan. Y espero que a ningún idiota se le ocurra creer que puede atravesar aquella línea y escapar, pues están completamente vigilados y no demorarán en ser asesinados con solo imaginar la intención. El surcoreano que intente invadir la zona norte deberá ser exterminado inmediatamente. No olviden que servimos a Corea del Norte. —terminó de explicar el teniente Seung, él también había sido otro a quien le habían lavado el cerebro.
—Tienen permiso para romper filas e ir a los camiones que esperan por ustedes para ser trasladados al cuartel general. —indicó la teniente Dong Ju. Finalmente recogimos nuestras mochilas del suelo y caminamos rumbo a los vehículos que esperaban por nosotros.
Al llegar al cuartel general nos dividen, mujeres por un lado y hombres por otro. Milk y yo tan solo nos miramos las caras sin decirnos ninguna palabra. Tememos ser vigiladas y que escuchen nuestras opiniones.

Permanecemos en las camas literas cuando después de una hora todo yace en silencio. La luz de la luna ilumina un poco la habitación, así que podemos divisar en la penumbra. Le echo un vistazo a Milk desde mi posición y ella me saluda con su mano. Miro a mí alrededor y todas las chicas permanecen dormidas. Bajo de mi compartimiento y la hago hacerse a un lado.

—¿Qué sucede? —susurra ella.

—Shh… —le hago señas con mi dedo en los labios mientras me tumbo de medio lado apoyando mi cabeza en mi mano. —Milk… creo que debe haber micrófonos por doquier. —menciono.

—No entiendo, Bulma. —frunce el ceño en señal de confusión.

—En el camino hasta acá, escuché a una chica murmurar a otra que en la guardia que le tocaba al día siguiente por los alrededores del cuartel general debían comunicarse en señas, pues descubrieron micrófonos por el cual escuchan las conversaciones por si alguien planeaba intentar escaparse. —musito para prevenir ser escuchada.

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