O2. aires de amor
ME AND THE DEVIL
La voz de Dumbledore se desvanecía en el aire, y de repente, los pasillos de Hogwarts parecían cambiar. El fuego en la chimenea parpadeó, y, sin que el trío lo notara, se encontraron no solo escuchando la historia, sino viviéndola.
El viento invernal soplaba por los corredores de piedra, y la luz de las antorchas apenas lograba romper la oscuridad. Sean Cordelia, con la túnica envolviendo sus hombros, caminaba apresurado hacia la biblioteca. Era tarde, pero eso no importaba. No cuando había tantas preguntas sin responder, tantas cosas que aún debía descubrir.
Al llegar a la puerta, lo vio: Tom Riddle. Estaba inclinado sobre una pila de libros antiguos, su figura perfectamente erguida, y su expresión, aunque concentrada, parecía siempre tener una calma inquietante. Sean sintió un nudo en el estómago. No sabía qué era lo que lo atraía tanto hacia Riddle, pero había algo en él que lo fascinaba. Quizá era la manera en que parecía tener todas las respuestas, o tal vez cómo, en un lugar lleno de alumnos, lograba destacar como si fuera el único que realmente importaba.
-Sean -dijo Tom, levantando la mirada justo cuando Sean entraba-. Me alegra que hayas venido.
Había algo seductor en la manera en que pronunciaba su nombre, una calidez inesperada que contrastaba con el aire frío del castillo. Sea tragó saliva y se acercó lentamente.
-No podía dejar de pensar en lo que dijiste la última vez -respondió Sean, sentándose junto a él, con la mirada fija en los libros que Tom había abierto-. Sobre los secretos antiguos, sobre lo que nadie se atreve a investigar.
Tom sonrió, una sonrisa calculada, pero no forzada. Colocó su mano con delicadeza sobre el libro frente a él, como si estuviera manejando algo sagrado.
-Hay cosas que los demás no entenderían, Sean -respondió, su tono era suave, íntimo-. Cosas que el mundo mágico teme, pero que, si uno tiene la mente lo suficientemente abierta, podrían llevarnos a grandes descubrimientos. El poder, la verdadera comprensión de la magia, no está en los encantamientos que enseñan en clase. Está aquí. -Sus dedos acariciaron el borde de las páginas, como si lo que contenían fuera el tesoro más preciado.
Cordelia asintió lentamente, sus ojos brillando con una mezcla de curiosidad y deseo. Se sentía especial en ese momento, como si Tom lo estuviera eligiendo para compartir algo que nadie más podría conocer. Esa sensación de ser valorado, de ser necesario, era embriagadora.
-¿Por qué me dices todo esto? -preguntó, su voz apenas un susurro. Estaba cautivado, pero en el fondo de su mente, una pequeña chispa de duda brillaba. No entendía por qué Tom, el estudiante más brillante y enigmático de Hogwarts, se había fijado en él.
Tom lo miró, sus ojos oscuros atravesando el alma de Sean.
-Porque tú eres diferente -dijo, su tono impregnado de una sinceridad que parecía irrefutable-. No eres como los demás. Ellos están satisfechos con aprender lo que les enseñan y nunca hacer preguntas. Pero tú, Sean, tienes una curiosidad, un deseo por algo más. Y eso... es lo que necesitamos. Alguien que no tema buscar respuestas donde otros solo ven peligro.
Sean sintió su corazón latir más rápido. Las palabras de Tom resonaban en su interior. Quería creerle. Quería ser esa persona especial que Riddle veía en él. Había pasado su vida buscando su lugar en el mundo, y en ese momento, frente a Tom Riddle, sentía que lo había encontrado.
-¿Qué tengo que hacer? -preguntó finalmente.
Tom sonrió de nuevo, pero esta vez, su sonrisa era diferente. Era la sonrisa de alguien que acababa de ganar una partida de ajedrez que él mismo había manipulado desde el principio.
-Solo confía en mí -dijo Tom, inclinándose ligeramente hacia él, su voz apenas un susurro-. Déjame guiarte. Juntos, descubriremos cosas que cambiarán para siempre el mundo que conocemos.
Los ojos de Sean brillaban con una mezcla de excitación y temor. Quería más, deseaba más. Y, con cada palabra de Tom, la oscuridad que se cernía sobre su alma crecía, aunque él no lo notara.
-Juntos -repitió Sean, su voz quebrada por la mezcla de emociones que sentía. Se sentía como si estuviera en el borde de un precipicio, listo para saltar, pero confiando ciegamente en que Tom lo atraparía.
La vela parpadeó, lanzando sombras danzantes por la sala mientras el silencio caía sobre ellos. A su alrededor, los antiguos textos seguían abiertos, revelando secretos prohibidos que estaban listos para ser desvelados.
Sean no lo sabía aún, pero acababa de cruzar un umbral del que no habría retorno.
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© spidermxn_zzz|2024
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ME AND THE DEVIL; tom riddle
FanfictionSean. Tom. Un amor imposible, un amor falso cargado de ilusiones. Un amor repleto de mentiras y manipulaciones, un amor.