Todo estaba bien, nada en mi quería seguir recordando, me sentía libre como si el amo me hubiera regalado aquel "calcetín" que me libra de esta prisión.
El viento de las praderas soplan dejando que aquella brisa tocara mi rostro; escuchaba el cantar de aquellas aves a lo lejos, sonaba como un coro celestial.
Una voz me hizo volver a la realidad para luego dar me cuenta que aquella libertad se fue como todo lo que me rodeaba, sabía que nunca sería libre, porque un ser humano no es libre, por el simple hecho de no dejar de ser lo que es, un simple mortal y que su vida está condenada a darle un final.
-hola, fui a tú salón y no estabas, después te estuve buscando y me acordé que siempre te sientas aquí-dijo colocando aquella bandeja de comida en la mesa.
-sabes siempre me preguntaban el porque te sientas a comer aquí y ya veo-dijo observando aquellos árboles, pronto se volvió a escuchar aquellas aves cantando con esos tonos tan alegres.
-si- dije, para luego saludar- hola-Él se me quedo viendo como si algo en mi estuviera mal.
- heemmm ¿acaso tengo algo en la cara?.
-No, tranquila todo está bien-dijo el sonriendo-oye ¿ya comiste?-su rostro reflejó preocupación.
No sabía qué hacer, si mentir o decir la verdad, pero la verdad conllevaría a muchas posibilidades a las que no me quería enfrentar más, así que decidí la más sencilla.
-Sí, gracias- mi problema estaba quizá en que el mentir no estaba en mí y al parecer lo ha notado.
-Yo, no sé si te han dicho o no pero eres muy mala mintiendo- dijo riendo al ver mi intento de engaño.
Que caso se da cuenta de una mentira inocente y no se da cuenta de que el mundo está hecha una mierda pero ya se, para que ver la realidad cuando se puede vivir en una realidad en donde todo está bien aun cuando no lo está.
Su mirada que se encontraba con la mía se levantó sobre mi hombro, volteé mi cabeza para ver lo que aquellos ojos azules observaban eran ellos su círculo de amigos mirando hacia nuestra mesa.
-Sabes puedes ir a comer con tus....., no te preocupes por mí, solo ve con ellos -El me miró a los ojos.
-No, yo dije, que quiero comer contigo- dijo el sin quitar la vista de mí; ya no pude más, sentí odio en mí, odio que sintiera pena por mí, odio que él me hiciera sentir más indefensa de lo que ya estoy, odio mi vida, odio a este mundo, odio a mi madre por dejarme sola; si tan sólo hubiera muerto con ella, estaría más tranquila no sentiría esto, y quizá el mundo estaría mejor. - ¿Qué piensas? - y allá está el esperando una respuesta.
-Nada -dije en un tono completamente inexplicable, como con una combinación de tranquilidad con impaciencia y quizá un poco de frialdad.
- ¿Estás bien?- dijo observándome más de cerca.
Pero vaya que pregunta, que si estoy bien, solo quiero saber si uno estaría bien si no tuviera familia, si no tuviera una madre que la ame, que le enseñe a defenderse en la vida y que vivas en un orfanato en donde estas con la maldita ilusión de que algún día algo o alguien iba a cambiar toda mi realidad, pero sabes no es así, porque nadie te quiere, porque tú eres nada en este mundo, porque sólo eres una basura para la sociedad y por el simple hecho de que hoy eres lo que eres, por esa misma mañana olvido serás.
-La verdad- dije mirándolo a los ojos.
- Odio que sientas pena por mí, no quiero solo ser una obra de caridad por que no la necesito -bajé mi mirada hacia la mesa expresando mi inconformidad en cada acción.
- Pero tú no eres una obra de caridad y no siento pena por ti.-dijo el en un tono un poco obvio. -Pues haz como todos los demás, haz me invisible, vuelve me una cosa insignificante y sin importancia alguna-alcé mi vista hacia la suya y me levante de la mesa fui al salón para esperar lo que queda del descanso, sentía unas inmensas ganas de llorar.
Tocaron el timbre para dar por terminado el receso, todos mis compañeros empezaron a entrar el profe de química entro tras el último rastro de alumnos que habían frente a él.
-buenas tardes abran sus libretas, pongan la fecha de hoy, nombre grado y grupo y las instrucciones de la actividad número 15 son las siguientes -dijo, encendiendo el proyector para colocar las tareas que nos tenía preparado para hoy. En este momento todo me es un martirio, la clase se fue volando junto con la de lectura y redacción me encontraba guardando mis cosas para ya salir, el sonido majestuoso de la campana indicando la salida, se hizo presente, mis compañeros se levantaban para salir por aquella puerta que los llevaba a su " libertad".
Espere hasta que la última alma que se encontraba en el salón saliera para abrirme paso hacia lo que ya me es rutina.
Minutos después, ya me encontraba en el bus, sentía que cada paso que daba el camión para ir camino hacia el orfanato, me hacía sentir más sola, baje del bus en el mismo lugar de siempre caminé hasta llegar a las afueras del orfanato, pude sentir que nuevamente la soledad me ha ganado, ellas ya no estaban aquí, entré con los ojos llorosos subí a mi cuarto y me senté en el borde de aquella ventana que dejaba ver aquel cielo inmenso que nos encierra en una nada.