Las cicatrices son aquellas marcas que te quedan en la piel cuando te lastimas, como cuando te cortas con un cuchillo por accidente (tal vez no tan accidente) o cómo cuando te caes y se te abre la rodilla, te queda una cicatriz que con el tiempo se va haciendo pequeña, algunas desaparecen por completo y solo queda el recuerdo de, otras se hacen pequeñas, casi inexistentes pero al final aunque sean difíciles de ver, siguen ahí.
Las cicatrices mas profundas y marcadas son las que no se pueden ver, las que hay muy en el fondo del corazón, las que ya fueron ocultas pero siguen ahí...Nunca se irán, solo aprenderás a vivir con ellas y aguantarás cada vez que te pregunten.
Porque aunque no se ven, se abren fácilmente como si fuera una cortada reciente en la piel, como si acabara de pasar, como si lo estuvieras volviendo a vivir.
Y las que no se abren fácilmente, fueron un proceso tan difícil y profundo que ya ni siquiera te dan ganas de mencionarlo. Te dejaron agotada, sin energía.
No todo es imposible en esta vida, hay cicatrices que se pueden curar, pero que estuvieron ahí nadie lo podrá borrar, son tu sello de que has vivido, de que has sufrido y te has levantado, de que has vuelto a caer y volviste a la batalla, simplemente son cicatrices que todos tenemos o tendremos alguna vez.
En el caso de Victoria, sus cicatrices son de esas profundas que solo se pueden ver si te detienes a observarla con atención, solo si ella decide abrir las puertas de su corazón y deja que explores esas heridas que nunca sanaron, eso que la hundió hasta lo más profundo de la depresión que creía no tenía salida, eso que la atormentó por tanto tiempo y la hizo sentir culpable hasta de lo que no había sido testigo, de esas cicatrices que creyó que jamás terminarían de cerrarse.