capitulo 6

512 92 1
                                    

JUNGKOOK

—Maldita sea, no. ¿Un virgen?

— Sus manos abandonan mis
pezones  y se agarran a mis caderas, como si tratara de convencerse de
apartarme. En lugar de eso, me tira contra su gran cuerpo con fuerza,
desalojando mis manos de su excitación.

—Ah, Jesús. No. No puedo.
No puedo. Podría ser tu padre.

—No. Pero puedes ser mi Papi.

— Abro más mis muslos
alrededor de sus caderas, arqueando mi espalda tentadoramente.


Papi puede ponerla en cualquier parte.
No tengo experiencia sexual. Solo soy un coqueto.
Pero puedo sentir que Jungkook  está al borde de algo
extraordinario. Su espalda empieza a encorvarse, sus dedos agarrando
y soltando mis caderas. El color de su cara se intensifica, sus ojos se
cierran. Las fosas nasales se agitan.

—Serías dueño de mi boca. Serías mi dueño.

— susurro. —Tomo
la píldora para que no tengas que sacarla o usar un condón.
Y entonces hace un sonido ahogado, embistiendo sus caderas
entre mis muslos. Solo una vez. Y brama en mi cuello, apretando hacia
abajo, hacia abajo, su fuerte estructura temblando contra mí.
Esforzándose. La humedad florece en la parte delantera de sus
pantalones, tanta humedad que empapa mis bragas, haciendo que se
peguen a mi sexo. Lo único que puedo hacer es aceptarlo, dejar que
me empape, con la boca abierta por la conmoción y el gozo absoluto,
mis manos acariciando su ancha espalda de forma tranquilizadora.

—Hazlo sobre mí, Papi Soy tu chico bueno.

Otro gemido y más liberación empapa la bragueta de sus
pantalones de vestir, su eje se sacude detrás de la cremallera, su
agarre magullando mis caderas. Su boca me besa el cuello con
reverencia, solo una vez, y luego, inesperadamente, se separa de mi  su mirada caliente y un
poco salvaje en el lugar entre mis muslos separados.

—Baja el perfil.
Ahora.

— ¿Significa esto que...?

—Sí. — dice, pasándose una mano por la cara.

—Voy a ser tú...
sugar daddy.

Estoy a punto de llorar.
Lo he amado tanto tiempo.
Ahora puedo besarlo, estar con él, pasar tiempo juntos de la
única manera que un hombre de negocios tan serio como él permitiría.
Con un contrato. Quiero lanzarme a sus brazos, pero me doy cuenta
de que está aturdido por la fuerza de su reacción hacia mí. Sabiendo
que tengo que darle tiempo para que se aclimate a nuestra nueva
relación, me vuelvo a poner la camiseta de tirantes y me bajo del
escritorio, dirigiéndome al monitor de su ordenador. Unas cuantas
pulsaciones más tarde y el perfil se ha borrado.

—Ya está.

— le digo, parpadeando por encima del hombro.


Estoy tomado.
Sin respirar todavía con normalidad, Jungkook saca su cartera del
bolsillo delantero derecho y extrae todos los billetes del pliegue. Una
pila gigante de cientos. Y me lo entrega.

—Hasta que pueda hacer los
arreglos.
La culpa intenta invadir mi vientre, pero lo ignoro. JUNGKOOK  es un
multimillonario. No hay límite a lo que puede permitirse. Además, me
recuerdo a mí mismo, nunca aceptaría una relación normal conmigo.
Es un hombre de reglas y estructura. Debería saberlo, he estado
encaprichado con él desde que tenía doce años. Bajo su techo no se
hacen trampas en los juegos de mesa. No hay postre antes de la cena.
Necesita que las cosas estén perfectamente delineadas y por eso este
plan funcionará. Hasta que pueda convencerlo de que podemos tener
una relación real. Sin dinero de por medio. Solo amor.

—Gracias. — digo,

poniéndome de puntillas para besarle
suavemente en la boca.

—Esperaré a que me llames. — Otro beso,
seguido de un suave mordisco en su labio inferior.

—Pensaré en ti sin
parar.

Gime, tambaleándose hacia mí y devolviéndome el beso,
inhalándome, en realidad, antes de separarse como si estuviera
sacudido. Más que nada, quiero que me abrace, sobre todo después
de mi primera experiencia sexual, pero sé cómo dejarlo mientras voy
por delante. He conseguido lo que he venido a buscar y será mejor que
me vaya antes de que la conciencia de Jungkook se apodere de él. Así
que con un beso más de su boca masculina, me arreglo la ropa como

puedo y salgo del despacho, contando ya los segundos que faltan para
que suene mi teléfono...

           ¡¡in love with my friend's father!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora