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ACTO DOS 💫 CAPÍTULO VEINTITRÉS ALHENA Y EL ENOJO DE NEVILLE
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A la mañana siguiente, Alhena despertó con los ojos hinchados, rojos y adoloridos. Hermione ya se había levantado y estaba con ropa cotidiana. La metamorfomaga la miró algo avergonzada porque Alhena ayer ni siquiera le preguntó se podía dormir con ella, solo se metió a su cama.
—Lo siento, Hermione —dijo ella—. Ayer ni siquiera te pregunté si estaba bien que durmiera juntas.
—No te preocupes —dijo la chica, cuyo cabello volvía a ser tan emrañado como siempre—. Creo que ambas necesitábamos compañía.
Hermione le contó sobre su pelea con Ron y como este había dicho que Viktor solo le pidió salir con ella para estar más cerca de Harry y poder vencerlo en el torneo, o que incluso se había aliado con Karkarov para asesinar a Potter.
Cuando terminó de contarle, le preguntó que le había sucedido, y Alhena volvió a sentir un nudo en su garganta, y entre lágrimas y sollozos le contó todo, desde lo que Neville había escuchado en el baño hasta que ella golpeó a Mark porque había confirmado lo que su mejor amigo le estaba diciendo. Cuando la, ahora peligris, le contó sobre lo mal que había tratado a Neville, rompió a llorar nuevamente y Hermione intentó calmarla diciendo que solo había cometido un error y que su amigo la perdonaría, pero a decir verdad la castaña no estaba tan segura de ello... Alhena había sido bastante cruel.
La metamorfomaga se armó de valor para levantarse de la cama e ir por Neville para que hablaran. Harry cuando la vio bajar tan decaída y con sus ojos hinchados le quiso hablar, pero la muchacha salió corriendo al ver que Seamus estaba cerrando el retrato.
—Pregúntale a Hermione —dijo ella con prisa—. Está autorizada a contarte todo.
La muchacha salió corriendo e intentó alcanzar a sus amigos, pero Dean le dirigió una mirada apenada y negó con su cabeza, indicándole que Neville aún no estaba listo para hablar con ella, por lo que no quiso forzar nada. Sin embargo, cuando ellos dieron la vuelta en el pasillo, pudo ver que Neville tenía los ojos igual de hinchados que ella, y su corazón se encojió aun más... era su culpa.