Capítulo-2

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La voz de Haiden era firme, pero detrás de ese tono indiferente, había algo que intrigaba a Valentina. Lo observó con más detenimiento: su camiseta gastada bajo el delantal, el cabello desordenado cayendo sobre su frente. Había una fuerza silenciosa en él, como si la vida lo hubiera golpeado una y otra vez, pero él seguía de pie.

—Sorpréndeme —respondió ella con una ligera sonrisa.

Haiden alzó la vista, sorprendido por la respuesta. Estaba acostumbrado a que la gente como ella fuera directa, exigente y arrogante. Pero esta chica, a pesar de sus joyas brillantes y su vestido de diseñador, no encajaba en ese molde.

—Eso no pasa muy a menudo por aquí —murmuró, casi sin darse cuenta, mientras anotaba en su libreta.

Valentina soltó una risa suave, un sonido que hizo eco en el silencio que parecía rodearlos. Por un momento, el mundo se desvaneció. No había mesas llenas, ni ruido de cubiertos, ni clientes exigiendo. Solo estaban ellos dos, o al menos así lo percibieron... hasta que Mía, olvidada por completo, rompió la magia.

—¡Hey! ¡Sigo aquí! —exclamó Mía, alzando las manos y apretando los dientes para llamar la atención.

Haiden bajó la mirada, giró sobre sus talones y se dirigió hacia la cocina. Sentía un calor extraño en el pecho, un nerviosismo que no podía explicar. "Es solo una clienta", se dijo, tratando de calmarse. "Una más de esas personas que nunca recordará mi nombre". Pero en lo profundo, sabía que esta vez era diferente.

Valentina lo siguió con la mirada mientras él se alejaba. Había algo en ese chico que la hacía sentir viva, más viva que en cualquier fiesta o evento exclusivo al que hubiera asistido. ¿Cómo podía alguien tan distinto a ella, un simple camarero, provocar esas sensaciones?

—¿Lo conoces? —preguntó Mía, apretando la mano de Valentina, curiosa.

—No, creo que no —respondió Valentina, aún algo distraída—. Parece tener unos 18 o 19 años, pero no lo recuerdo haberlo visto antes. O tal vez sí...

—Te ha flechado ese chico —comentó Mía con una sonrisa pícara—. Valentina quiere...

—¡Cállate! —Valentina le tapó la boca antes de que terminara la frase—. Solo digo que es guapo, no más.

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En la cocina, Haiden intentaba concentrarse en su trabajo, pero las imágenes de esa chica, su risa suave y su sonrisa genuina, no dejaban de rondar en su mente. Nunca había sentido algo así por una clienta. Pero ella no era como las demás, lo sabía.

—Oye, ¿qué te pasa? —le preguntó Nico mientras recogía platos sucios—. Estás distraído, y ya sabes que el jefe no perdona errores.

—Nada, solo un día largo —respondió Haiden, aunque ni él mismo se lo creía.

Nico se encogió de hombros y siguió con su trabajo, mientras Haiden regresaba a la mesa de Valentina con su pedido.

—Aquí tienen —dijo, colocando los platos sobre la mesa.

Valentina miró la comida, pero sus ojos se detuvieron en él. Sonrió suavemente, aunque su gesto parecía cargar algo más.

—Gracias… —dudó un momento—. ¿Cómo te llamas?

Haiden parpadeó, sorprendido. La mayoría de los clientes ni siquiera reconocían su existencia más allá de tomarles el pedido.

—Haiden —respondió firme, aunque por dentro sentía que todo en él temblaba.

Valentina asintió, como si ese nombre fuera lo que esperaba escuchar.

—Soy Valentina —dijo suavemente.

"Entre dos mundos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora